Hace unas horas la presidenta electa de México, la señora Claudia Sheinbaum, anunció los resultados de las encuestas sobre la reforma judicial. Desconozco hasta este momento quién o quiénes ordenaron esas encuestas, pero para mis efectos eso es irrelevante. Lo importante es la existencia de potenciales y graves sesgos en el diseño de esas encuestas.
Por muchos años me he dedicado profesionalmente a los estudios científicos cuantitativos, campo al que pertenecen los estudios de comportamientos humanos agregados por muestreo probabilístico, encuestas de opinión y percepciones. Y con base a mis conocimientos y experiencia sobre cómo deben diseñarse esos estudios por muestreo, creo que hay sesgos graves en el diseño de estas encuestas que tienden con alta probabilidad a favorecer la realización de una reforma judicial. Enseguida explico esos sesgos tomando como base de mis juicios las encuestas de De Las Heras y Enkoll. Afortunadamente, las dos encuestas son exactamente iguales en preguntas o reactivos.
A primera vista, la metodología de las encuestas no tiene problemas si supongo que es verdad lo que publican en su apartado de metodología. Ahí todo parece correr conforme a los estándares de un estudio ordinario de opinión pública. Los problemas empiezan con las primeras dos preguntas.
La primera pregunta es la siguiente: “El presidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta electa Claudia Sheinbaum están proponiendo una reforma al poder judicial. Antes de que yo se lo mencionara, ¿usted estaba enterado de esto o no?
En el caso de De Las Heras solo el 51% está enterado y el 49% no estaba enterado. En el caso de la encuesta de Enkoll el 54% no estaba enterado y el 45% sí estaba enterado.
Técnicamente, esa pregunta es discriminante, o sea, separa a la muestra en grupos, en este caso en dos grupos: los que saben de la existencia del tema de la reforma y lo que no saben de la existencia del tema. Así pues, las preguntas referentes a la reforma judicial deben aplicar solo al porcentaje de entrevistados que dijeron estar enterados del tema. Esto debe ser así por una exigencia cognitiva, en tanto nadie puede opinar de lo que no sabe nada. Sin embargo, estas encuestas pasaron por encima de esa exigencia y preguntaron de la reforma a los que no saben de la existencia del tema. Ahí tenemos el primer error y sesgo.
El resultado de este sesgo es que aproximadamente la mitad de los que apoyan la reforma lo están haciendo bajo una condición de total ignorancia, lo cual hace el resultado poco confiable en cuanto a su posible verdad y eficacia.
Lo más grave viene enseguida, con la segunda pregunta, que reza lo siguiente: “Por lo que usted sabe o ha escuchado, ¿qué tanta corrupción existe en el Poder Judicial?”
Pues bien, esa pregunta está predisponiendo emocional y activamente a los entrevistados a la opinión de que el poder judicial es corrupto, y esto va a generar una respuesta muy favorable para la realización de la reforma judicial en las siguientes preguntas. Esto ocurre porque esa pregunta está haciendo tácitamente una afirmación categórica (el poder judicial es corrupto) que predispone al entrevistado en contra del poder judicial y en favor de su reforma.
Vamos a poner un ejemplo hipotético simple para clarificar este sesgo.
Estoy realizando un estudio sobre la televisión en México. La primera pregunta del cuestionario es: en su opinión, ¿cuánta ignorancia produce ver televisión? Esta pregunta está introduciendo tácitamente una afirmación categórica contra la televisión: que la televisión es causa de ignorancia en el auditorio.
Enseguida pregunto esto: en promedio, ¿cuánto tiempo de su día le dedica a ver televisión?
Es de máxima probabilidad que la gran mayoría de los entrevistados que yo aborde buscarán minimizar todo lo posible en su respuesta el tiempo que le dedican al día a ver televisión, porque a nadie le gusta parecer ignorante. Y esto va a ocurrir porque yo ya los predispuse contra la televisión en la primera pregunta.
Ese grave sesgo es lo que está ocurriendo en estas encuestas sobre la reforma judicial por esa segunda pregunta, la tocante a la corrupción. Y subrayo el motivo: en esa pregunta se está afirmando categórica y tácitamente que el poder judicial es corrupto, y con ello se está predisponiendo a los entrevistados a apoyar a la reforma judicial en las siguientes preguntas del cuestionario.
Podemos afirmar lo siguiente como regla general pertinente a las técnicas de investigación en este campo: en las encuestas de opinión jamás deben insertarse comentarios o preguntas que afirmen categóricamente ideas valorativas de manera explícita o implícita (hay corrupción, urge un cambio, la democracia es mejor, etc.) a fin de no predisponer o sesgar a los entrevistados hacia ciertas respuestas.
Las encuestas pretenden acercarse a un experimento de laboratorio en cada pregunta, sin pretender serlo. Así pues, y solo analógicamente, podemos asumir al entrevistado como un cobayo del cual queremos ver cómo reacciona en preferencia ante dos alimentos alternativos: uno aderezado con miel (reforma judicial) y otro con crema de cacahuate (no a la reforma judicial). Para ese efecto, las únicas variables que deben estar presentes en el experimento son los dos alimentos, y jamás debemos predisponer al cobayo (entrevistado) a suponer que el cacahuate o la miel son venenosos.
Pero si en la entrada del campo experimental ponemos un cobayo muerto (corrupción del poder judicial) con residuos de cacahuate (no a la reforma judicial) en el hocico, y si nuestro cobayo experimental lo olfatea al entrar al campo experimental, es muy probable que jamás elija el alimento con aderezo de cacahuate y se incline por el alimento con aderezo de miel. El resultado es que hemos sesgado el experimento en favor del alimento aderezado con miel (reforma del poder judicial), o sea, es un experimento truqueado y sesgado hacia el deseo del investigador y su cliente: el alimento con aderezo de miel.
Por tanto, esas encuestas están mal hechas o están truqueadas a favor de la reforma judicial.
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