“Lo siento mi amor
Pero hoy te lo voy a decir
Aunque pueda faltarme el valor
Al hablarte a la cara
Lo siento mi amor
Pero ya me cansé de fingir
Y pretendo acabar de una vez
Para siempre esta farsa”
LUPITA D’ALESSIO
“Te cambio mi voto por tu hermano desaparecido”.
ANÓNIMO PRESENTE EN NO POCAS PROTESTAS
¿Cuál es la última mentira?, ¿en qué momento se deja de creer? Tal vez siempre se supo que así actuaban, pero después de todo, la gente necesita(ba) creer. Las promesas de campaña del Movimiento, la promesa de que ahora sí iba a cambiar la política nacional; que se nos escucharía, que se tendría seguridad y un sistema de protección social de primer orden.
¿Qué sucede luego de prometer sin sustento? Después de un tiempo, ¿ya nadie cree las mentiras o, bien, sencillamente nos acostumbramos a ellas? En el fondo el resultado es el mismo: la presidentA es popular pero pocos creen en su gobierno.
Todavía algo —poco— enciende el discurso sobre la soberanía y del himno nacional (siempre más si media el dinero), pero no da para mucho. Se prefiere ceder ante Donald Trump en el tema del agua que tener cuidado hacia la población de Chihuahua, Coahuila y Tamaulipas.
Lo importante es el anhelo de creer. En la familia, en la pareja, en los amigos. El error es llevar esa fe, esa confianza a los políticos. Y más cuando se trata de la 4t.
Ejemplos sobran.
Desastres naturales que dejaron ciudades devastadas y sin posibilidad de una reconstrucción digna y de verdad.
Desdén hacia los cientos de miles de familiares de desaparecidos. Una secretaria de Gobernación que hizo acto de presencia, pero que se esfumó en cuanto las pláticas se volvieron álgidas. La titular de la CNDH que nunca ha dado la cara. Protestó, eso sí, por lo que la ONU dijo que se vive en México: un grave problema de desaparecidos.



A cada llamada de auxilio de la población, cuando requiere que el gobierno muestre un centavo de empatía, preocupación y acción, se recibe el aviso que las víctimas son ellos…
Ahora la soberanía defendida y “estar ahí cuando me necesiten” se ha convertido en una mentira más.
Claudia Sheinbaum y la 4t insisten en que no ceden ante Trump por el reclamo de aguas. Sin embargo pasaron de soltar 18 mil litros por segundo a 120 mil en la presa “La Amistad” en Coahuila. Una locura.
La presa en cuestión con apenas un 12.7% lleno del vital líquido, ¡el nivel más bajo de su historia! ¿Alguien en el gobierno tiene registrado que caer por debajo del 10% puede significar una urgencia vital para millones de personas?
Desde Palacio Nacional se rechazó que se cediera ante el naranja destructor y que se tiene una mesa de trabajo “para ver el tratado de 1944 y cumplir, pero es falso que se está cediendo o que no hay acuerdo con los gobernadores…” Las deudas se pagan, por supuesto, y, sí, México tiene una deuda de agua con Estados Unidos, pero cabe la pregunta: ¿qué es primero?, ¿la garantía mínima del vital líquido para los habitantes del norte del país o intentar frenar los aranceles? Digo, ya vimos que mismo así el jitomate ya carga con tarifas…
Por lo pronto, los gobernadores Manolo Jiménez de Coahuila y Maru Campos de Chihuahua, así como el secretario de Recursos Hidráulicos de Tamaulipas, Raúl Quiroga Álvarez (nótese que Tamaulipas es gobernada por la 4t y entonces mandan al secretario del ramo), se oponen a la entrega de agua a Estados Unidos. Saben que ello es poner en riesgo el abasto del vital líquido para los habitantes del norte del país.
No son los únicos, Emilio de Hoyos Montemayor (Partido Unidad Democrática de Coahuila), alcalde de Acuña, solicitó la intervención de la presidenta Sheinbaum para frenar este nivel de extracción.
Tal vez la presidenta no desea saber cómo están secando lo poco que queda en la presa. Y por eso habla y alega. Pero el asunto es que ya nadie le cree. Ni a ella y menos aún a Morena.
Giro de la Perinola
Cuando son encarados por su mentira, por su falta, o por su desdén, invariablemente contestarán que se les ataca… que lo que se dice es por lastimarlos a ellos. Nunca están cuando se les necesita, mas exigen estar siempre listos a su llamado.
Aceptémoslo, ellos compran el voto; no hay otra forma, pues no estamos en sus prioridades. Quizá algún día, cuando el dinero se agote, el régimen sea el que deje de ser la prioridad de quienes aún votan por ellos.