Ahora entiendo los argumentos justificados de Movimiento Ciudadano para no acompañar a la oposición en 2023 y 2024. Reiteradamente han dicho que están construyendo un proyecto solos. Para ser más precisos, el partido naranja se ha convertido en la tercera fuerza de contrapeso después de Acción Nacional y, en una de esas, hasta los rebasa frente al pobre nivel que han demostrado en las últimas semanas los partidos PRI, PRD y PAN, no sólo en el nulo debate, sino en las expresiones que retratan la crisis que viven en la actualidad.
Y es que, después de cuatro años de que el país vivió la alternancia política, la oposición ha estado ausente. No tienen ideas, propuestas, y una agenda de trabajo que genere una corriente de opinión. El mayor tiempo improvisan la narrativa, eso sí, únicamente buscando la descalificación y el ataque. Eso, ya lo hemos dicho, genera poco interés en la población civil. De allí que a la inmensa mayoría de los ciudadanos no les interese una alianza que da vergüenza ajena. De hecho, mientras que Morena aumenta más sus posibilidades de refrendar el triunfo electoral del 2018, el contrapeso se desinfla más y más.
Perderán, no hay ninguna duda, la elección del 2024, especialmente porque el lopezobradorismo se fortalece con la unidad que mostró el presidente y sus figuras de peso. Y tal y como pasó en 2018, una aplanadora le pasará por encima a la oposición. Eso es fácilmente de explicar; hay una lógica que lo justifica en la antesala del proceso electoral al que, por cierto, el partido guinda llegará bien embalado, mientras que la alianza que está integrada por el PAN, PRD y PRI, será únicamente espectadora.
Sólo basta observar el espectáculo que ha montado la oposición en la Cámara de Senadores. No quisieron debatir las minutas que llegaron. De hecho, el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara Alta, Alejandro Armenta, los notificó de la sede alterna para sesionar los asuntos que estaban pendientes. Y, como ha sido una costumbre en ellos, le siguen apostando a la confrontación y a la descalificación. En efecto, después de haberse instalado había quórum legal para llevar a cabo las tareas. Es decir, las leyes y reformas constitucionales que avalaron los senadores cumplen con las formalidades y normativas internas.
Sin embargo, la oposición tiene una fijación patológica muy marcada por todo lo que lleva a cabo el gobierno. Ante la incapacidad de generar un contrapeso real no han podido responder. A cada rato el presidente les conecta un golpe contundente desde la sede de Palacio Nacional, y la alianza Va por México no reacciona, o mejor dicho, no tiene fuerzas suficientes para construir un verdadero bloque de contención en donde se tome en cuenta su presencia y opinión. Además de que la oposición es irrelevante convirtiéndose, ni más ni menos, que en una expresión menguada que está contra las cuerdas.
Casos como el de Lilly Téllez, son el más claro ejemplo de la degradación que vive la oposición que, prácticamente, está atada y neutralizada ante el poder político de Morena. Por ello, no será nada sorpresivo que pierdan todavía más territorio electoral en 2023 y 2024. En ese sentido, no hay duda que serán aplastados por Morena en el Estado de México. Todo apunta a que sea así. De hecho, eso lo confirma un número importante de encuestas que, durante este lapso, han circulado. Muchas de ellas, incluso, anticipan una victoria contundente de la maestra Delfina Gómez, que se convertirá en la primera gobernadora de aquella entidad federativa.
Después de esa victoria cantada en el Estado de México, Morena ganará de 6 a 7 gubernaturas en 2024, incluyendo la presidencia de la república, tal y como lo hizo en aquel 2018, cuando el tsunami lopezobradorista arrasó en las urnas. Así culminará el ejercicio electoral a casi un año de la elección. Sólo es cuestión de meses para atestiguar ese hecho, especialmente porque la oposición acelera la victoria de Morena. Es decir, mientras más pobreza y poco nivel demuestran en el debate y la agenda pública, más fortalecen el paso del partido guinda.
Por un momento pensé que, con la sacudida que sufrieron en 2018, la oposición iba a reaccionar dando la batalla en todas las trincheras. Además de ello, ninguno de los cuadros tiene un control, ni mucho menos dominio de los temas. Es más, ni siquiera cuadros de un nivel competitivo tienen para apoderarse de una narrativa que, en todos los ángulos, domina el presidente desde la tribuna de la mañanera.
A raíz de ello, la oposición da pena.