Algunas de las propuestas de reforma electoral que se están discutiendo reflejan en el fondo una tensión entre al menos cuatro principios constitucionales: democracia, representación, federalismo y austeridad. De su atinada combinación dependerá en parte el resultado.

Para empezar, se requiere más participación ciudadana para integrar los órganos de decisión política y más control sobre sus decisiones.

Luego, es mas democrático que la representación refleje de manera mas fiel e igualitaria la composición plural y diversa del pueblo mexicano.

Este pueblo nuestro mucho ha cambiado en los últimos 3 decenios en los que rebasó los 100 y se acerca a los 130 millones de habitantes con un padrón electoral que aumenta en 2 millones por año y pasó de 60 a 90 millones en esas décadas.,

Tambien se ha vuelto tan heterogéneo que requerimos reforzar la representación intercultural entre géneros, etnias, edades y sectores sociales y regionales, no sólo entre ideologías y ofertas electorales.

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Sumado a lo anterior, la austeridad –hasta ahora principio implícito– exige pensar en cómo se organizan de manera mas eficaz y eficiente los comicios y se resuelven sus conflictos.

Esto es, calibrar si se reduce o limita la concurrencia de las entidades federativas a esas funciones –por supuesto con su consentimiento– para que durante algún tiempo las ejerzan organismos electorales nacionales, como el INE y el TEPJF.

Ello podría aumentar la efectividad de dichas funciones, pero habrá que considerar el tema financiero –no sea que salga más caro el caldo que las albóndigas– y quizás las formas de nombramiento de sus integrantes excluyendo la elección popular, ajena a nuestra experiencia y a la de cualquier otro país en que ese método haya sido exitoso.

Ahora bien, ese tipo de decisiones –en rigor, de política pública con múltiples implicaciones– exigen una motivación o justificación reforzada que considere no solo su racionalidad sino, lo más posible, el contexto en el que operarán.

En esos términos, el.mapa de actores relevantes, las fortalezas y debilidades de las opciones viables (avanzar a la integración centralizada o.perfeccionar el esquema dual electoral vigente), y sus riesgos y consecuencias posibles deben ser bien construidos, especificados y explicados al público.

Desde luego, la sola austeridad no justificaría la integración centralizada o cualquier otra opción.

A la integración, en su caso,le debería acompañar la digitalización de las elecciones y el juicio electoral en línea

Es una combinación de propósitos y razones lo que le daría a la reforma electoral los votos requeridos en el proceso legislativo y la legitimidad suficiente de inicio.

Por ende, en esta decisión es indispensable que se compartan con máxima publicidad la información y razones que sustenten las negociaciones, así como la decisión final.

En la reforma electoral que se avecina es posible combinar esos cuatro principios, prácticamente en cada tema: Poderes políticos e instituciones de garantía. procedimientos. fórmulas electorales, pluralismo, diversidad y tecnología.

O bien, si se quiere, puesto de otro modo: validez, eficiencia, equidad y legitimidad del sistema electoral mexicano.