Un juicio en el que coincide un amplio sector de expertos en materia de salud en nuestro país, es que este sexenio constituye el peor momento de la historia en lo que se refiere a esta prioritaria área de la administración federal.
Especialistas en el ramo de la salud, señalan que las malas decisiones desde que el actual régimen tomó las riendas del país, no solo impidieron que se alcanzase un nivel como el de Dinamarca, tal como el que prometió prácticamente desde el inicio de su gestión el presidente Andrés Manuel López Obrador, sino que lo ha conducido al más paupérrimo estado en la historia de México.
La promesa de legar un servicio de salud como el de Dinamarca, no ha llegado -ni llegará a cristalizarse por lo menos bajo la égida de la actual administración-. El jefe del ejecutivo lo tiene claro desde hace mucho tiempo; sabe que el plazo de término de su gestión está a la vuelta de la esquina y no le alcanzará para cumplir ese compromiso que hizo con la sociedad mexicana. Sin embargo, su soberbia no le ha permitido reconocer que dejará sin efecto esa promesa, y que faltará a la palabra que comprometió.
Contrario a tener un momento de humildad para admitir que no logrará dejar el nivel del servicio de salud, ni siquiera a la altura del que heredó de su antecesor Enrique Peña Nieto, ha optado por postergar por enésima ocasión la fecha en que los mexicanos tendrán los servicios de salud como en Dinamarca.
En días pasados, exactamente el pasado 1 de marzo, Andrés Manuel cambió nuevamente la fecha de cumplimiento de lo que en un principio dijo quedaría listo para diciembre de 2020.
“En marzo tenemos resuelto el problema de salud”, dijo, haciendo eco de sus propias declaraciones de 2017, 2018, 2019, 2020, 2021 y 2022. En cada uno de esos años, en muchas ocasiones, hizo la misma promesa (con diferentes fechas de vencimiento) que no tiene visos de cumplirse, como no sea mediante la simulación de ponerle la etiqueta “IMSS-Bienestar” a los servicios de salud estatales que siempre han existido.
A principios de sexenio ordenó la desaparición del Seguro Popular, una estructura que pudo haber aprovechado pero que repudió porque fue creación de Felipe Calderón. Creó el INSABI, que fracasó estrepitosamente, luego de haber perdido tiempo y miles de millones.
Su siguiente apuesta fue el IMSS-Bienestar, que concretará según él, la “federalización de los servicios de salud”, consistente en orillar a los gobiernos de los estados a ceder sus sistemas de salud, para ponerlos bajo el control del gobierno federal.
Ha habido muchos momentos en que ha lanzado la misma promesa vacía:
El 3 enero de 2019 dijo que en dos años México tendría ya “un buen sistema de salud”, mediante el INSABI. En abril de 2019 dijo que serían tres años para “tener un servicio de salud igual que el de los países nórdicos, igual que el de Dinamarca, de Suecia, igual que el del Canadá. Ese es mi compromiso”.
En julio de 2019 dijo que el sistema de salud “de primera” quedaría listo “cuando terminemos nuestro mandato”.
Pero, el 16 de enero de 2020 se puso optimista, pues afirmó que “el primero de diciembre de este [ese] año va a estar funcionando el sistema de salud pública… Como en Dinamarca”. Luego vino la pandemia.
Durante todo 2020 y parte de 2021 se centró en presumir que su gobierno estaba enfrentado bien la pandemia, en minimizar los cientos de miles de muertes y en hablar de la “vacuna mexicana” que desarrollaría su gobierno. Un asunto que también fracasó, pues este 21 de noviembre de 2023 se informó en la mañanera que “a ver” si queda lista para diciembre. Se recordará que la promesa fue que quedara disponible en diciembre de 2021.
Sin embargo, en ese periodo mencionó en diversas ocasiones que su gobierno cumpliría con el sistema de salud prometido. Mientras, no solo el país se veía avasallado por el Covid, sino también por el desabasto de medicamentos. Dijo que en diciembre podría inaugurarse la enorme farmacia que según él, resolverá el asunto y que no es posible que “la Cocacola y las Sabritas” lleguen a cualquier rincón del país y los medicamentos no.
El 25 de octubre de 2022 dijo que “cuando terminemos” quedaría listo el famoso sistema al estilo nórdico.
Hoy estiró los tiempos hasta marzo de 2024, el límite que marca la ley para realizar actividades de propaganda gubernamental, antes que inicie la veda previa a los procesos electorales del año entrante”. (Etcétera 21/11/23).
Pero llegó el 1 de marzo de 2024 y no solo no mejoró el servicio de salud, sino que, como ya decía, se encuentra en su peor momento.
Lo que también es cierto es que ya no sorprende que AMLO incumpla una promesa, de hecho, me atrevería a decir que son más las promesas incumplidas en su sexenio que las que ha podido concretar. Y aunque suene reiterativo, es imposible dejar de mencionar que algunas de sus promesas las ha cumplido a medias, pues se tiene un Tren Maya que no termina de caminar; una refinería que no refina; un aeropuerto en el que son escasos los vuelos y los pasajeros y que ha terminado por caerse, literalmente a pedazos; bancos del bienestar sin dinero; universidades del bienestar sin alumnos; carreteras que colapsan; y así una inmensa lista de promesas incumplidas, entre las cuales, quizá la más descarada es aquella en la que en entrevista con un reconocido periodista le dio su palabra de que en la edificación del Tren Maya no se derribaría “un solo árbol” y poco le falto para terminar de destruir la selva. La obra ha requerido la tala de más de 10 millones de árboles. Simplemente criminal.