Leí hace un par de años —y esta mañana lo hice de nuevo—, en el diario Neue Zürcher Zeitung, de Suiza, una entrevista con Elsbeth Stern acerca de las habilidades de los estudiantes de secundaria de ese país.

La doctora Stern es una psicóloga cognitiva experta en el aprendizaje de las ciencias, particularmente las matemáticas. Ella es la directora del programa de formación de profesores en la ETH —Escuela Politécnica Federal de Zúrich—, una de las más prestigiadas universidades del mundo: en los rankings universitarios invariablemente está en los primeros lugares, compitiendo con Harvard, Oxford, MIT, Princeton, Stanford, Berkeley.

En la entrevista mencionada, los periodistas Robin Schwarzenbach y Nils Pfändler le preguntaron a la doctora Elsbeth Stern qué significa la inteligencia.

La especialista respondió: “Flexibilidad mental, pensamiento concluyente, poder concentrarse en un objetivo. Ocultar información irrelevante, activar la información relevante”.

Al final de la entrevista, Schwarzenbach y Pfändler recordaron un libro de la doctora Stern publicado en 2013 —en coautoría con el psicólogo austriaco Aljoscha Neubauer—, “Inteligencia: grandes diferencias y sus consecuencias”.

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Los citados periodistas del Neue Zürcher Zeitung subrayan que tal obra contiene algunos mensajes claros. “Por ejemplo: el trabajo duro, la disciplina y la creatividad no sustituyen a la inteligencia”.

Es decir, se puede ser inteligente y flojo, y al revés: alguien trabajador, disciplinado y creativo no necesariamente es inteligente.

Supongo que el ideal —politizo el tema: lo deseable para llegar a la presidencia de México en 2024— es la combinación de la inteligencia con la disciplina, el trabajo y la creatividad.

¿Cuál de las dos candidatas presidenciales cumple con tales requisitos? Tengo mi opinión, desde luego. Y, a juzgar por las encuestas de preferencias electorales, la gran mayoría de la gente en México coincide conmigo.

¿Quién es más trabajadora, Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez?

Digamos que las dos son muy trabajadoras, aunque en los últimos cinco años Xóchitl haya tenido mucho más tiempo para descansar que Claudia: el oficio de una senadora es poco exigente, ya que en el poder legislativo se tiene tiempo libre de sobra: sus integrantes ni siquiera trabajan cinco días a la semana, el mayor esfuerzo que realizan es subir a la tribuna de vez en cuando y, como es del dominio público, invariablemente aprovechan para relajarse los puentes y los periodos vacacionales.

En el mismo periodo, esto es, desde 2018 que fue electa jefa de gobierno de la CDMX, Claudia pocos días de descanso ha tenido, todas sus jornadas de trabajo han sido de 16 horas y ni siquiera pudo desconectarse los fines de semana por las tantas emergencias que debió enfrentar como administradora de una de las mayores ciudades del mundo.

Volvamos a la definición de inteligencia que en el diario suizo dio la doctora Elsbeth Stern : “Flexibilidad mental, pensamiento concluyente, poder concentrarse en un objetivo. Ocultar información irrelevante, activar la información relevante”.

¿Quién es más inteligente, Claudia o Xóchitl?

Tanto Xóchitl Gálvez como Claudia Sheinbaum son inteligentes según la definición de la doctora Stern, pero me parece que la candidata de Morena lleva ventaja sobre su rival del frente PRI, PAN, PRD en lo relacionado con la capacidad de “ocultar información irrelevante y activar la información relevante”. Y es que, lo hemos visto en las últimas semanas, en el debate público Xóchitl se desconcentra con facilidad por su manía de trivializar cualquier asunto, por serio que sea.

Para decidir quién es más inteligente entre las dos candidatas, vale la pena compararlas con presidentes anteriores. Para no contaminar la discusión me abstendré de involucrar al actual mandatario, Andrés Manuel López Obrador.

Ideologías al margen, entre los presidentes del pasado reciente hubo uno particularmente inteligente, Ernesto Zedillo, y uno particularmente pazguato, Vicente Fox.

Zedillo no solo tenía preparación y capacidad analítica, sino que, hombre serio, sabía concentrarse en lo que importaba. Fox seguramente era apto para diagnosticar problemas y ofrecer soluciones, pero su obsesión por hacerse el chistoso lo llevaba a desconcentrarse y, por lo tanto, a errar en sus decisiones.

Claudia Sheinbaum, por su personalidad de mujer seria, en la búsqueda de solución a los problemas invariablemente activa la información relevante; como Ernesto Zedillo, sí. Xóchitl Gálvez es inteligente, sin duda, pero por chocarrera se pierde en cualquier tema y nomás no llega a lo importante; en efecto, como Vicente Fox.

¿Diferencias entre Claudia y Zedillo? ¿Entre Xóchitl y Fox?

Claudia es una científica con vocación humanista; lo demostró desde que estudiaba física en la UNAM. Por lo tanto ella es incapaz de aceptar políticas públicas, por adecuadas que parezcan, que puedan hacer sufrir a una sola persona. Zedillo es un frío economista neoliberal que jamás se acercó a la gente: le bastaban las estadísticas para tomar decisiones, de tal modo de que, por ejemplo, si un poco de crueldad mejoraba las cuentas de la nación, no solo aceptaba, sino buscaba ese poco de crueldad.

Vicente Fox es un gran vendedor, lo que en su momento le sirvió para enamorar al electorado que estaba harto del PRI. Xóchitl Gálvez no posee esa virtud; es tan excesivamente parlanchina que termina por molestar a la gente que pretende agradar... y, por cierto, Xóchitl es candidata del priismo en su peor versión, la de Alito Moreno.