El lunes pasado, en la página de internet del Foro Económico Mundial (weforum.org), Olivier Woeffray escribió un artículo muy interesante sobre los cinco posibles puntos de inflexión que están en el radar de los directores de estrategia de diferentes empresas. El contacto directo y la comprensión del entorno son esenciales para la anticipación.

Tenemos que aceptar que las disrupciones, que aparentemente son repentinas, realmente se gestan debajo de la superficie, mucho antes de que se abran paso a la vista de todos. Pero cuando surgen, se convierten en “puntos de inflexión”, y hacen que cambien todos los supuestos previos. Ahí es cuando surgen cambios fundamentales.

Deberíamos estar siempre listos para prever los puntos de inflexión antes de que surjan. Para ello, necesitamos una extraordinaria capacidad de análisis y ver más allá de la siguiente esquina. Nunca los vamos a ver desde el escritorio de una cómoda oficina, ni mucho menos si sólo ponemos atención a lo que nos llega en el WhatsApp. Hay que salir del edificio, dejar el celular, entrar en contacto directo con nuestro entorno y entender todas las diferentes perspectivas.

Hace un par de semanas, más de 250 directores de estrategia de más de 20 industrias salieron de sus edificios y atendieron la invitación del Foro Económico Mundial (WEF). Analizaron el horizonte, exploraron, priorizaron y compartieron perspectivas sobre lo que creen que podrían ser algunas de las señales emergentes que actualmente se están gestando y que potencialmente podrían convertirse en puntos de inflexión.

¿Qué concluyeron los estrategas? Al menos cinco cosas están saliendo a la superficie:

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1. Nuevos “hubs”, nuevos corredores.

¿Qué vemos en la superficie? a) Los países se están volviendo más insulares. b) El principal corredor entre Estados Unidos y China se está contrayendo. c) COVID nos llevó a la desglobalización. Sin embargo, lo que debemos ver debajo de la superficie, cuando seguimos el movimiento de capital, bienes y personas, pinta una imagen diferente. Surgen nuevos corredores que aún no se han consolidado, pero que pronto podrían superar a los principales que conocemos hoy. Esto podría apuntar a más globalización en lugar de menos.

Entonces, la clave es comprender mejor cómo están surgiendo nuevos patrones. Aunque las cadenas de valor evolucionaron gradualmente en el pasado, están surgiendo nuevas fuerzas que podrían dar forma y acelerar su evolución: semiconductores, productos farmacéuticos, transición energética. Todo esto crea un nuevo conjunto de interdependencias.

2. Comprender la economía verde.

Todo el mundo habla de la mecánica de la transición a sistemas de energía con bajas emisiones de carbono. Pero, cuando se piensa con más cuidado, hay una subestimación del impacto que tendrá esta tendencia en la redefinición de la dinámica económica y geopolítica actual. La transición energética creará nuevos ganadores y perdedores dentro y entre los países.

Es muy relevante entender que va a surgir una nueva economía de materias primas, como el litio, el níquel, el cobalto, el manganeso y el grafito. Si acaso se logran los objetivos del Acuerdo de París, la demanda total de esos materiales aumentaría significativamente: en más del 40% para cobre y elementos de tierras raras; en 60 a 70% para níquel y cobalto; y casi 90% para litio. Un dato: los vehículos eléctricos y el almacenamiento de baterías ya han superado a los productos electrónicos como el mayor consumidor de litio. Lo importante es ver y entender dónde están ubicados estos nuevos recursos estratégicos, quién los posee y qué significará todo esto.

3. La gran “no-jubilación”.

El tema de análisis de mayor importancia hoy es la fuerza laboral y el talento. Se habla de ello siempre. Se menciona el trabajo híbrido, las habilidades requeridas y la recapacitación. Pero una de las tendencias menos apreciadas se refiere a los empleados mayores de 50 años y cómo afectarán los mercados laborales en los próximos años. De acuerdo con los analistas, para 2031, podríamos esperar una jubilación masiva de los “baby boomers” (personas nacidas entre 1946 y 1964), quienes para entonces habrán cumplido los 67 años. Se espera que esto provoque una disminución en la tasa de participación laboral hasta 2031. Sin embargo, si observamos bien, hay señales contradictorias. Muchos trabajadores mayores abandonaron la fuerza laboral durante la pandemia. Pero eso ya es historia. La disminución de COVID-19 y el aumento vertiginoso del costo de vida están revirtiendo esta tendencia. Los trabajadores mayores de 50 años están regresando al empleo remunerado en las economías avanzadas.

Esta nueva tendencia está tomando a las empresas por sorpresa. Sin embargo, este grupo de trabajadores trae talento, conocimiento y experiencia dentro de la fuerza laboral. La OCDE estima que el desarrollo de una fuerza laboral multigeneracional, y mejores oportunidades para los empleados mayores, podría impulsar un aumento del 19% del PIB per cápita en los próximos 30 años.

4. Pasar de poseer datos a compartir datos.

Todos quieren más datos, confían en las decisiones con base en datos. Las empresas de todos los sectores se han basado en datos para obtener una ventaja competitiva. Lo interesante es que la creciente prevalencia de la computación en la nube, el Internet de las cosas (IoT) y otros avances tecnológicos están dirigiéndonos en la dirección opuesta: el nombre del juego hoy es el intercambio colaborativo de datos.

La mayoría de las empresas aún no se han dado cuenta del potencial de los datos compartidos y su capacidad para desbloquear nuevas oportunidades. Gartner predice que las organizaciones que promueven el intercambio de datos superarán a sus competidores en la mayoría de las métricas de valor comercial. Quienes comparten datos externamente generan tres veces más beneficios económicos medibles que aquellos que no lo hacen. Una mayor colaboración genera una mayor eficiencia y el aprovechamiento de más conocimientos. El que se aferra a los datos de su propiedad corre el riesgo de quedarse atrás; pierde la oportunidad de avanzar con soluciones innovadoras.

5. Más allá de la exageración de la IA exponencial

Como suele ocurrir con la tecnología, la inteligencia artificial (IA) ha seguido la pauta de pasar del bombo publicitario al desencanto. La “IA generativa” y el éxito de ChatGPT reavivan los debates hoy sobre el futuro de la tecnología. No hay duda: las máquinas inteligentes, los robots y los sistemas impulsados principalmente por el aprendizaje automático y la inteligencia artificial aumentarán en velocidad y sofisticación de aquí al 2035. Un estudio de Gartner destaca que para 2025, el 30% de los anuncios de marketing de grandes organizaciones se generarán sintéticamente, frente a menos del 2% en 2022.

De acuerdo con los estrategas que se reunieron con los expertos del WEF, la IA generativa debe abordarse como una tecnología de propósito general, lo que significa que tiene el potencial de afectar y alterar nuestra economía y sociedad. Sólo para tenerlo claro, las tecnologías anteriores de propósito general incluyeron la máquina de vapor y la electricidad. Si bien ChatGPT ha captado nuestra atención recientemente, representa sólo una de las muchas aplicaciones de la IA generativa, que también podría incluir el diseño de medicamentos, el desarrollo de nuevos materiales, datos sintéticos, y muchas cosas más. Pero la nueva gobernanza requiere una experimentación ética.

Los 250 estrategas de las empresas fueron muy claros en sus conclusiones. Saben que no basta con ver venir un punto de inflexión. Eso es sólo el comienzo. Lo importante, después de eso, es definir opciones estratégicas sobre lo que su organización hará al respecto. Y luego sigue la implementación eficaz. Casi nunca basta con pequeños ajustes. Casi siempre se requiere un replanteamiento significativo y profundo. Un estratega debe desarrollar una comprensión profunda y especializada de una gama cada vez más amplia de áreas: sustentabilidad, talento, IA, computación cuántica. Es el traductor interno sobre esos temas; es el integrador y agente de cambio en la empresa. Si un líder gestiona bien un punto de inflexión, el desempeño, crecimiento y transformación se dan por añadidura. Si no lo hace, la destrucción de valor toca la puerta de la organización.

De igual manera, como ciudadanos, en un entorno político polarizado y enfocado sólo en los procesos electorales, podemos anticipar los “puntos de inflexión” que afectarán nuestras vidas. ¿Cómo podemos reconocer esos momentos? ¿Cómo podemos estar seguros, antes que los demás, de que las mareas están cambiando? Lo primero que hay que hacer es dejar el WhatsApp y los memes descansar por un momento y pensar en lo siguiente:

1. Generar conocimiento propio. Si todos leemos lo mismo, escuchamos lo mismo, y hablamos de lo mismo no vamos a tener una visión diligente. Tenemos que hacer nuestra tarea y esforzarnos para pensar diferente.

2. Adaptar la planificación a nuestras necesidades. Debemos desarrollar procesos más receptivos, que puedan manejar la información de una manera que tenga sentido para nosotros, que pueda generar resultados significativos.

3. Rastrear los fundamentos de tendencias. Seguir los fundamentos nos permitirá identificar inflexiones falsas y desechar la gran cantidad de “fake news” que leemos diariamente.

4. Confiar en herramientas cuantitativas. El análisis estadístico de datos históricos se puede utilizar para determinar la probabilidad de que los nuevos datos del entorno representen un cambio frente a una variación esperada de una tendencia actual.

5. Mejorar nuestros pronósticos. Como en cualquier otro proceso, es importante mapear las implicaciones de diferentes suposiciones y variables, adoptar diferentes enfoques y mejorarlos con el tiempo.

Twitter: @javier_trevino