La falta de información sobre el operativo que llevó a la detención de Ismael Zambada y Joaquín Guzmán López da espacio grande a la especulación. Dos hechos cobran relevancia: primero, es cierto lo que dice el presidente López Obrador, es un avance importante en el combate al narcotráfico; segundo, las autoridades mexicanas no tuvieron que ver con el operativo, el gobierno mexicano fue informado después de la exitosa captura.

López Obrador señaló que espera una llamada del presidente Joe Biden para tener más información, también refirió a la colaboración entre ambos países a pesar de que su gobierno fue excluido, que implica una evidente desconfianza. Es explicable que la información no se comparta; la política del gobierno de abrazos no balazos es rechazada y fuente de sospecha de colusión. Más aún, los detenidos podrían dar información de sus organizaciones y eso les daría una ventaja importante en la coordinación con las autoridades mexicanas.

Pero no todo es desconfianza, también la falta de información por las autoridades obedece a una doble razón, en primer término, no hace evidente la presencia de los vecinos en la penetración de los grupos criminales y las negociaciones que llevan a cabo con los jefes de los cárteles. Dar el detalle significa exponer a agentes y a colaboradores en el entorno de la cúpula de los cárteles. Segundo, cuidar judicialmente la legalidad de la detención. Por lo que se sabe, conoce y dice no hubo propiamente un operativo en territorio nacional, el trabajo sucio en México corrió a cuenta de Guzmán López y la detención formal tuvo lugar en EU.

Entrega voluntaria fue la de Guzmán López quien secuestró a Ismael Zambada. La tesis del engaño ha sido confirmada por la defensa legal de El Mayo. En México no hubo actuación de autoridad alguna y esto de alguna manera alivia la relación y la cooperación entre las autoridades de ambos países y hace legal la detención. Todo esto para eliminar la tesis de secuestro por parte de agentes norteamericanos actuando en territorio nacional.

La noticia es para celebrarse en ambas naciones y por los dos gobiernos. Muy incómodo para el presidente mexicano que ocurriera sin participación alguna de los nuestros. Además, queda claro que Joe Biden autorizó el operativo seguramente para aliviar la presión de la que es objeto en la contienda electoral. La competencia está cerrada y en lo sucesivo será difícil para Trump/Vance hablar de complacencia de las autoridades norteamericanas respecto al tráfico de fentanilo. El golpe espectacular y de dimensiones históricas sin la participación de las autoridades mexicanas cobra mayor relieve desde la perspectiva norteamericana.

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Las autoridades del país no sólo están desinformadas; han incurrido en inconsistencias o francas mentiras. Por ejemplo, refieren a una avioneta Cessna 206 como en la que eventualmente viajaron a las 8 de la mañana desde Hermosillo hacia un aeropuerto de El Paso Texas. El viaje se hizo en una aeronave mayor, un turbohélice Beechcraft que puede transportar 12 pasajeros y no los 5 de la avioneta. La periodista Peniley Ramírez entrevistó al propietario y piloto y nada tuvo que ver con lo divulgado. Además, los horarios no coinciden con lo informado por las autoridades norteamericanas. Los datos eran verificables; sorprende la falta de cuidado en tema tan delicado y comprometedor, más cuando esta información se presenta por la titular de la secretaria de Seguridad Ciudadana, futura secretaria de Gobernación y ante el jefe del ejecutivo y los medios de comunicación.

Los cárteles son organizaciones complejas con asociados y grupos que operan de manera independiente. El mismo día del operativo era fatalmente baleado al norte de Culiacán, Melesio Cuen, ex rector de la Universidad, líder político y enemigo frontal del gobernador Rocha. La experiencia señala que descabezar no disminuye la actividad delictiva, sino que abre espacio a la disputa en su interior con un mayor acento en la violencia y eventualmente en las actividades criminales, como ocurrió en Guanajuato con la detención en 2020 de José Antonio Yépez, el Marro, líder del cártel Santa Rosa de Lima, que ha hecho de la entidad la más violenta del país.

Lo acontecido es punto de quiebre en la relación con EU y ratifica la perspectiva de Omar García Harfuch, de que la acción contra el crimen debe partir y apoyarse en inteligencia. La cuestión es que el gobierno norteamericano lleva mucha ventaja y para la colaboración no existe algo fundamental que ahora queda a la vista: confianza.