La polémica en torno al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) continúa, y ahora se le suma una nueva narrativa que se pregunta preocupada si la aerolínea del medio oriente Qatar Airways volará o no en esta nueva terminal. Por un lado Marcelo Ebrard aseguró que había platicas con el CEO de la línea aérea y que se estaba trabajando con ellos para ver la posibilidad que este gigante árabe aterrizara en tierras aztecas.

No es un tema menor, sobre todo porque Qatar será la sede de la próxima Copa del Mundo (noviembre de 2022). La mercadotecnia hace lo suyo, y sabemos que existe una gran afición mexicana que viaja a donde vaya la selección.

Y no es descabellado, existen antecedentes reales. Aeroméxico en su momento abrió la ruta a Sudáfrica para transportar connacionales a la justa deportiva en 2010. Programó 13 viajes de fletamento, es decir, vuelos charteros en equipos B777 a Cape Town y Johannesburgo. Incluso antes de que la bajaran de vuelo, Mexicana de Aviación también ofreció esta ruta en código compartido con South African Airways, vía Sao Paulo y Buenos Aires.

Así que no considero un disparate que se tengan pláticas al respecto, como indicó el Canciller de nuestro país. Sin embargo, rápidamente diferentes medios de comunicación se dieron vuelo supuestamente “desmintiendo” a Marcelo Ebrard, argumentando que tenían “otra información” de parte del CEO de la aerolínea Qatar, y citaron la siguiente declaración del vocero de la línea aérea: “Confirmo que Qatar Airways no tiene planes de comenzar operaciones en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles”.

La realidad es que sí existieron pláticas entre la gente de Qatar Airways y el Gobierno Federal. Está documentado que la línea aérea sí ha manifestado la intención de salir de la Ciudad de México y lo que aclaró, muy puntualmente, es que su pretensión es operar desde el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y no desde el Felipe Ángeles.

Las columnas más leídas de hoy

Uno de los principales argumentos para rechazar la operación desde el AIFA es que a la nueva terminal todavía le falta conectividad terrestre, además de los tiempos de traslado por las obras en construcción. Algo que no debería sorprender a nadie, pues desde que se inauguró se habló de todo el trabajo que está pendiente de realizar.

Podríamos quedarnos con una lectura superficial y ramplona, dejando casi como anecdótico este intercambio de declaraciones y precisiones entre la aerolínea y el funcionario de la 4T, al que los medios les gusta subir a la palestra, sobre todo por sus posibilidades de ser candidato presidencial. Pero no, estimado lector, si usted ha llegado hasta aquí es porque sabe que vamos a jalar una hebra de esta interesante y muy importante madeja.

No es la primera vez que, como país, tenemos roces o diferencias con aerolíneas árabes. Ya en el pasado se cuestionó la quinta libertad del aire, que consiste en acuerdos internacionales -multilaterales- en los que un país le concede el derecho o privilegio a otro, para embarcar o desembarcar en su territorio, cuando su destino, o procedencia, sea un tercer estado.

El siguiente ejemplo es 100% real. En octubre de 2012, con los días contados para que feneciera el tiempo de Felipe Calderón en la Presidencia, se comienza a allanar el camino para un acuerdo entre Emiratos Árabes Unidos, España y México, pensando en que existiera una ruta entre estas tres naciones, en la que se contemplara la llamada “Quinta Libertad”. Sin embargo, fue hasta 2018, otra vez unos días antes de que terminara su gestión, cuando Enrique Peña Nieto firmó el convenio correspondiente, y entonces “La Quinta Libertad” sería un hecho: Emirates saldría de Dubái, haciendo escala en Barcelona (pudiendo subir pasaje), para luego viajar a México.

Sin ese acuerdo los pasajeros que estando en Barcelona quisieran viajar a México, tendrían que hacerlo por otra línea aérea. Que no se permita la quinta libertad es una medida que pretende proteger a las aerolíneas nacionales; en el ejemplo citado, a las mexicanas.

Por eso, cuando en 2019 Emirates anunció dicho vuelo, Aeroméxico hizo patente su rechazo, e inauguró su vuelo directo Barcelona–CDMX. Argumentó que si se le permitía la quinta libertad a Emirates, ese vuelo acarrearía la pérdida de 600 a 800 puestos de trabajo en México, según dijo en su momento el vocero de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA).

Se trataba de la segunda ocasión en que Aeroméxico intentaba establecer una ruta entre la capital catalana y México. La primera intentona fue en noviembre de 2007; de hecho, estuve involucrada (como representante sindical) en la selección del hotel, y en la elaboración de una guía rápida que facilitara información a los sobrecargos, y supieran dónde comer y qué hacer en sus pernoctas en Barcelona. Lamentablemente el vuelo no pasaba del 40% de ocupación. Se requiere del 75% de ocupación para calificar a una ruta como “viable”, de lo contrario se traduce en una pérdida para la aerolínea. Por ello después de algunos meses decidieron cerrar definitivamente la ruta a la ciudad natal de destacados artistas como Joan Miró, Monserrat Caballé, Antoni Gaudí, y Joan Manuel Serrat.

Muchas cosas pasaron en esos 11 años; en 2019 Emirates anuncia el vuelo Dubái-Barcelona-Ciudad de México, y la línea área que comanda Andrés Conesa se paró de pestañas. Estoy de acuerdo en que puede ser una competencia desleal, porque es una realidad insoslayable la gran diferencia que estriba entre Aeroméxico y las aerolíneas como Qatar Airways, Emirates y Etihad Airways; además de la gran cantidad de equipos con los que cuenta cada una de estas aerolíneas, el lujo con el que se viaja en ellas, incluso en clase turista, no tiene comparación. Es un nivel de calidad en el servicio muy difícil de alcanzar por otras aerolíneas.

Esto no es inexplicable, por supuesto; mucho tiene que ver el respaldo con el que cuentan estas líneas aéreas por parte de su gobierno. Tan es así que Delta Airlines mantiene abiertamente una disputa con esas tres aerolíneas de Medio Oriente. De hecho, existe un video institucional en el que el CEO de Delta, Ed Bastian afirma: “esas aerolíneas pretenden controlar el mercado internacional, utilizando los subsidios que les brinda su país”.

Sigamos jalando la hebra de la madeja, y encontraremos el papel que Delta Airlines tiene en nuestra propia aerolínea nacional, Aeroméxico. No se pueden ignorar los muchos intereses que hay detrás. Si Qatar no quiere llegar al AIFA, no es solamente porque a la terminal le falte conectividad terrestre.

Estemos atentos porque es muy probable -y lo estoy anticipando, para toda la afición-, que Aeroméxico quiera participar, y vía vuelos charteros acuda a Dubái llevando a los mexicanos interesados en viajar al Mundial de Qatar. Y detrás de Aeroméxico está el interés de Delta Airlines.

Como ven, el asunto de que una aerolínea de los Emiratos Árabes Unidos aterrice en nuestro país es más complicado, se pisan callos, y va mucho más allá de una guerra de declaraciones en redes sociales y algunos medios de comunicación.