“La directora de tesis”. Este es el título del artículo de hoy sábado de @penileyramirez en los diarios del Grupo Reforma —El Norte en Monterrey; Mural en Guadalajara, y Reforma en la Ciudad de México—
Obviamente Peniley Ramírez analiza la bullanga de moda: el supuesto plagio de su tesis de licenciatura de la ministra Yasmín Esquivel Mossa. Escandalera por cierto tan furibunda que ya nadie recuerda el atentado —afortunadamente fallido— contra el periodista Ciro Gómez Leyva. Lamentable la memoria tan breve de la opinión pública mexicana.
Es interesante el análisis que la señora Ramírez ha hecho acerca de las 513 tesis que desde 1983 asesoró Martha Rodríguez, profesora de tiempo completo en la Facultad de Estudios Superiores Aragón y maestra de asignatura en la Facultad de Derecho de la UNAM.
513 tesis en 36 años. Más de una tesis por mes, subraya la colaboradora de Reforma. “Dirigir ese número de tesis no es humanamente posible”, dijo a Peniley el señor Henio Hoyo, catedrático de la UNAM. Seguramente la profesora Rodríguez hacía trampa con las tesis —y quizá negocio también— y desde su posición de autoridad convencía a los y las jóvenes estudiantes de portarse mal. En este caso la ministra Yasmín Esquivel podría hasta ser una víctima de la corrupción tolerada y fomentada por la principal universidad pública de México.
Creo que el juicio —y la condena— debería centrarse más en la UNAM y en su profesora que en la jovencita que algo indebido hizo muy probablemente motivada por una inmoral maestra y un sistema universitario sin candados eficaces para evitar las malas conductas de su personal docente y administrativo.
Lo que sea, dice la articulista del diario dirigido por Alejandro Junco, “lo que queda es entender la dimensión del escándalo y sus consecuencias, que ya han caído como efecto dominó sobre la UNAM y la Suprema Corte, dos instituciones clave para la vida pública en México”.
El problema es mayúsculo, como correctamente diagnostica Peniley Ramírez, pero para comprenderlo a cabalidad, y a partir de eso remediarlo, hay que buscar el origen; conste, no del plagio, sino de quién lo investigó. Porque nadie —ni la columnista de Reforma— piensa que el verdadero investigador fue Guillermo Sheridan, autor del primer texto sobre el asunto.
Cito a Peniley, quien quizá debería dar más detalles acerca de las dos hipótesis que presenta, sobre todo de la segunda:
1.- Que fue Zaldivar: “Algunas fuentes me dijeron que el artículo de Sheridan es una maniobra del ministro presidente actual, Arturo Zaldívar, para impedir que Esquivel presida la Corte”.
2.- Que fue Adán Augusto: Otras fuentes “me aseguraron que el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, usó datos que había en fichas de inteligencia del ex-Cisen sobre Esquivel, para beneficiar a otro aspirante, el ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena”.
Periodista investigadora muy competente y experimentada, las fuentes de la señora Ramírez existen —no inventa como otras figuras conocidas de la comentocracia— y, además, normalmente sus fuentes cuentan con información de primer orden: en este caso deben ser personas muy cercanas a Palacio Nacional y a la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
La sospecha sobre Zaldívar me parece de alguna manera natural: es el presidente saliente y, como ha dado a entender que tiene un candidato favorito —Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena—, o eso es lo que dice todo el mundo en el poder judicial, resulta lógico que se le señale como responsable de cualquier problema relacionado con el cambio en la presidencia de la corte. Es el precio a pagar por haber desempeñado el cargo durante cuatro años de polémicas casi diarias.
Antes de que Peniley lo hiciera, Jorge G. Castañeda, en un artículo de Nexos, ya había mencionado al ministro Zaldívar como sospechoso: “Conociendo bien a Sheridan, con independencia de quién le dio el pitazo —parece que fue Arturo Zaldívar— probablemente recurrió a uno de los programas mencionados para medir el grado del plagio”.
No hay sorpresa en señalar a quien va a irse de la presidencia de la SCJN. La que sí llama la atención es la segunda hipótesis de Peniley Ramírez: fue Adán Augusto López.
No es novedad decir que el secretario de Gobernación apoya la candidatura a presidente de la corte del ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Hace meses sobraban columnistas que lo comentaban, como Darío Celis, quien el pasado 7 de abril en El Financiero escribió lo siguiente:
“Pero la moneda sigue en el aire —en lo relacionado con el debate sobre la ley eléctrica en la corte—, pues nada de lo dicho hace dos días por Zaldívar Lelo de la Larrea y Gutiérrez Ortiz-Mena, permite asegurar cómo va ser el sentido de su voto en la sesión de hoy”.
“Y aquí vale la pena mencionar que en los últimos días el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, se sentó con cada uno de los ministros para convencerlos de las bondades de la reforma obradorista”.
“De todos esos encuentros hubo uno clave, el de, precisamente, con el ministro Alfredo Gutiérrez. Al exjefe del SAT le habrían ofrecido ayudarlo a llegar a la presidencia de la SCJN a finales de año si apoya a la 4T”.
“Recuerde que el abogado que fue impulsado a la Corte por Manlio Fabio Beltrones peleó muy fuerte la presidencia justamente con Zaldívar, quien le ganó con el apoyo y operación, entonces, de Julio Scherer”.
Darío Celis
No dudo que Adán Augusto se comprometiera a apoya a Gutiérrez Ortiz Mena —quien se supone es también el candidato de Zaldívar—, pero ¿ayudar al ministro que llegó a la corte gracias a la influencia del priista Beltrones pagando el costo de hacerle tanto daño a una ministra como Yasmín Esquivel, tan cercana al presidente López Obrador?
Si Adán Augusto deseaba que la ministra Esquivel se retirara de la contienda por la presidencia de la corte, había formas mucho más amables de hacerlo. Con una simple llamada ella habría entendido que no estaba en los planes del jefe de Adán… Porque se supone que el secretario de Gobernación nada hace en función de sus deseos e intereses personales, sino que todo su trabajo tiene que ver con las necesidades de gobernabilidad del presidente AMLO, ¿o no es así?
Adán Augusto tendrá que salir a dar explicaciones, ya que es muy grave que una periodista investigadora tan seria como Peniley Ramírez lo señale como uno de los posibles grillos detrás de la intriga que tanto ha perjudicado a Yasmín Esquivel y a toda la 4T.
Aunque en menor medida, también el presidente saliente de la SCJN, Arturo Zaldívar, deberá explicar al resto de ministros y ministras que él no dio el pitazo (Güero Castañeda dixit) para que Sheridan diera el disparo inicial para el linchamiento de Yasmín Esquivel.
A Gutiérrez Ortiz Mena es a quien más beneficiará que Zaldívar y Adán se deslinden con argumentos creíbles de tan perversa politiquería contra Esquivel—politiquería, sí, ya que, en mi opinión, en el peor de los casos para ella se trató de un pecado de juventud perfectamente perdonable: todo apunta a que fue cometido por la presión de una figura de autoridad en la UNAM, la famosa directora de tesis, que es quien debería ser sancionada con mayor severidad—.
Lamento la situación del ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Si Adán y Zaldívar lo apoyaran con argumentos positivos acerca de sus méritos jurídicos, tal vez serían atendidos por el resto de integrantes de la corte suprema. Pero, ni hablar, a nadie en el poder judicial agradará que se le haya intentado hacer crecer por la vía de golpear tanto a otra persona, ya sea que esta lo merezca o no.