Estamos a menos de una semana de que se lleven a cabo las elecciones más grandes en la historia del país, en las que más de 97 millones de electores están convocados a acudir a las urnas y emitir su voto para elegir a alguna de las personas candidatas el próximo 2 de junio.
Se agota el tiempo. Están menguando las campañas políticas y junto con ellas las tácticas y estrategias que los políticos emplean para captar el mayor número posible de activos del mercado electoral.
Mientras la coalición Sigamos haciendo Historia parece mantenerse firme y bien posicionada tras haber sorteado toda clase de campañas negativas que buscaron empañar primero al presidente Andrés Manuel López Obrador, con quien se metieron pese al enorme apoyo que tiene, luego a su candidata Claudia Sheinbaum, que supera con amplia ventaja a su rival más cercana, la derecha sigue descolocada, desesperada y frustrada.
La derecha mexicana no solo no fue capaz de construir un proyecto de nación en estos seis años sino que se enfocó en el golpeteo antes que en las propuestas, en la mentira y el engaño, antes que en la autenticidad y la autocrítica; en defender sus posiciones de poder antes que en definir un modelo que velara por el bienestar de la sociedad mexicana. Una sociedad cansada de la corrupción, del despojo, de la pobreza y harta de ver cómo la riqueza se acumuló año tras año en unas cuantas manos.
Todo estuvo mal desde el principio. Desde la absurda idea de que unir a partidos que por años han sido opuestos ideológicamente sumaría una gran cantidad de voluntades y contar con una mayoría que pudiera echar a Morena del poder y desprestigiar al presidente AMLO, en venganza por atreverse a quitarle los enormes beneficios económicos con los que contaba (porque es dinero de los mexicanos) y exhibir a sus adversarios en sus mañaneras. Pero, juntar al PAN, PRI y PRD no arrojó los resultados esperados; no sumó simpatías, por el contrario, restó.
La mala elección de su candidata presidencial tampoco ayudó a colocarse en el gusto de la gente. La derecha creyó que una mujer polémica, entrona, grosera, gritona, chistosa, con rasgos indígenas y una increíble historia de vida sería competitiva en la sucesión presidencial, pero subestimó la inteligencia de los mexicanos cada vez más politizados y reacios a creerse los cuentos de la oposición, y que además ven bien el país que deja López Obrador, por lo que la opción Xóchitl Gálvez simplemente no les funcionó. Su producto “milagro” no sirvió.
Como tampoco sirvió querer manchar la figura de AMLO al pretender ligarlo con el crimen organizado. La oposición usó la noble profesión del periodismo para dañar con artículos ramplones la credibilidad y honestidad del mandatario, que resiliente soportó las embestidas que llegaron de medios internacionales y replicaron con énfasis los nacionales. Ello, sumado al constante acoso a sus hijos, involucrándolos en escándalos o delitos que no se han podido probar.
Total que lo anterior es una probadita de lo que ha sido la oposición al gobierno de López Obrador desde hace seis años: Solo golpear, mentir, calumniar, sin ningún plan de trabajo con el que puedan convencer a los mexicanos de que le den su voto. Su mejor propuesta y la que más resalta es que no quitará los programas sociales, pero esas iniciativas las puso en marcha y han sido estandarte del gobierno de la Cuarta Transformación.
Hoy, la derecha mexicana se encuentra atrapada en su propio escenario catastrófico, sin una alternativa factible que le coloque nuevamente en la ruta del apogeo y el estatus que gozó en los gobiernos pasados.
¿Qué le queda a la derecha mexicana? ¿Logrará reagruparse o reconfigurarse después del 2 de junio?, o ¿seguirá con la misma estrategia poco ética y manipuladora en contra de la izquierda que no le ha funcionado, si llega Claudia Sheinabum a la Presidencia, como todo parece indicar? Su estado crítico es producto de su ira profunda al no poder controlar los sistemas políticos, económicos y sociales.
En esta campaña por la Presidencia ya alcanzó su límite. Ahora veremos si con el gobierno entrante podrá concebir un proyecto firme de nación con el que logre instaurarse como autoridad en una sociedad mexicana cada vez más crítica y participativa y cada vez más consciente de que es necesario un México con futuro sostenible y de oportunidades.
Lupita Martínez Torres en X: @lupimarti