Primero una carta a ministros y ministras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

Queridas Ana Margarita Ríos Farjat, Yasmín Esquivel Mossa, Loretta Ortiz Ahlf y Norma Lucía Piña Hernández:

Queridos Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Juan Luis González Alcántara Carrancá, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Javier Laynez Potisek, Luis María Aguilar Morales, Jorge Mario Pardo Rebolledo y Alberto Pérez Dayán:

Esa pregunta —¿qué me pongo para una audiencia en la corte?— la leí en un sitio de internet. La respuesta que alguien daba era sencilla y lógica: “Vístete como si tuvieras respeto por la corte”.

Antes de que me digan que falto al respeto a la institución por no escribir corte con mayúscula, diré que me he tomado muy en serio la tendencia a la minusculización que la Ortografía de la Real Academia Española subraya y hasta recomienda. Así que para mí corte es preferible a Corte.

Es bien conocido que cuando ustedes sesionan se visten tan respetuosamente que se ponen togas negras. A algunos y algunas les quedan mejor que al resto. Quienes no se ven bien con tales prendas deberán culpar no a las túnicas, sino a los excesos en el comer y a la falta de ejercicio . Pero el hecho es que todos y todas en la corte suprema se esfuerzan para lucir presentables; otra historia es si lo consiguen o no.

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Si me lo permiten, quisiera aconsejarles que usen sus facultades constitucionales para anular el decreto —creo que del presidente Manuel Ávila Camacho— que desde hace más de 70 años obliga a vestirse de manera tan retumbante a ministros y ministras en las sesiones del también llamado alto tribunal.

Por cierto, qué cursi es eso de alto tribunal, ¿no les parece? Si no fuera molestia, también tomen la decisión constitucional de prohibir la utilización —al menos en documentos oficiales— de la relamida expresión.

Un consejo más: cambien el nombre de la institución en la que ustedes participan. Pienso que la palabra tribunal es más adecuada que corte. Si no me creen consulten el Diccionario de la lengua española.

En el diccionario de la Real Academia Española antes de llegar a la acepción de corte como tribunal, la palabra significa un montón de cosas distintas, unas relacionadas con la “acción y efecto de cortar o cortarse” y otras con “entorno de personas que rodean a alguien famoso o importante”:

  • Filo del instrumento con que se corta y taja.
  • Herida producida por un instrumento cortante.
  • Sección por donde ha sido cortada una pieza de carne.
  • Arte y acción de cortar las diferentes piezas que requiere la hechura de un vestido, de un calzado u otras cosas.
  • Cantidad de tela o cuero necesaria y bastante para hacer una prenda de vestir o calzar.
  • Sección.
  • Siega.
  • Población donde habitualmente reside el soberano en las monarquías.
  • Conjunto de todas las personas que componen la familia y el acompañamiento habitual del rey.
  • Entorno de personas que rodean a alguien famoso o importante.
  • Corral o establo donde se recoge de noche el ganado.
  • Aprisco donde se encierran las ovejas.

Solo hasta después de unos 20 significados diferentes aparece corte como “tribunal de justicia”.

Las palabras importan. Tribunal para la RAE tiene numerosos significados, pero todos relacionados con lo mismo: “Lugar destinado a los jueces para administrar justicia y dictar sentencias”.

Las palabras cuentan, sin duda. Viendo la Vuelta a España —recomiendo a ministros y ministras la etapa montañosa de mañana—, me enteré que uno de los líderes de la competencia, el jovencito de 21 años Carlos Rodríguez, nació en Almuñécar, provincia de Granada. Él es, por lo tanto, sexitano. Un gentilicio que fuera de esa región se presta a bromas. Así que debería usar otro, y existe, pero quizá se escuche todavía peor: el de almuñequero, que en algunas regiones de México, particularmente en Monterrey, sería considerado sinónimo de onanista.

En fin, queridos ministros y queridas ministras, vean la etapa de mañana que termina cerca de la famosa Sierra Nevada, desde donde —dicen quienes saben de estas cosas— viendo Federico García Lorca a Granada se inspiró para su célebre Baladilla de los tres ríos:

El río Guadalquivir

va entre naranjos y olivos.

Los dos ríos de Granada

bajan de la nieve al trigo.

¡Ay, amor

que se fue y no vino!

Nada me gustaría más que un triunfo de etapa del sexitano Rodríguez, pero se ve difícil porque anda muy fuerte el brabanzón Remco Evenepoel —sí, del Brabante Flamenco, en Bélgica—. Podríamos decirle belga, pero no faltarían juristas que se fueran al terreno del albur, y eso le quitaría seriedad al espinoso asunto que me interesa tratar, el de la prisión preventiva oficiosa.

La corte de los milagros

A veces da la impresión de que el presidente López Obrador les considera a ustedes, señores ministros y señoras ministras, una especie de corte de los milagros. Es decir, falsos mendigos intelectuales que fingen discapacidades analíticas para no hacer lo correcto, desde luego porque así conviene a quienes les patrocinan.

Las acusaciones de AMLO contra ustedes son fuertes. De plano dice que ministros y ministras sirven a grupos de poder que solo defienden privilegios. Inclusive el presidente ha dicho que le decepcionan las personas que él propuso para la SCJN.

Viene un debate realmente muy importante, el de la ya famosa prisión preventiva oficiosa. De ustedes, señoras y señores integrantes de la SCJN, dependerá refutar a Andrés Manuel o darle la razón.

¿Quién tendrá la última palabra en este debate? Un tribunal en cierto sentido todavía más importante que el de ustedes, que será el que dará a cada quien su lugar en la historia: el tribunal de la opinión de la gente.

Lo que ustedes decidan sobre la prisión preventiva oficiosa será juzgado por todos los mexicanos y todas las mexicanas, les guste o no, señores ministros y señoras ministras. Así que valdrá la pena que cualquier decisión que tomen obedezca a criterios constitucionales sólidos, pero expresados con claridad, brevedad, sensatez y lógica. Es decir, sin los rollos interminables e incomprensibles que a veces caracterizan a sus mensajes en las sesiones solemnes.

Por cierto, ya abusando de ustedes, ¿no podrían utilizar sus facultades constitucionales para multar con 500 salarios mínimos a cada ministro o a cada ministra cuyas intervenciones superen los 10 minutos? Es que, carajo, nadie aguanta discursos tan largos, además muchas veces tan mal estructurados.

Diego Valadés

He leído bastante acerca de la prisión preventiva oficiosa. Lo mejor, para mi gusto, lo escribió Diego Valadés el pasado 29 de agosto en Reforma.

Antes de continuar diré que considero al señor Valadés un tipo despreciable. Hasta podría decir de él que fue, si no cómplice, si inmoral tapadera para permitir que nadie castigara a los asesinos de Luis Donaldo Colosio.

El 23 de marzo de 1994 él era procurador general y yo un acompañante de Donaldo en su campaña electoral presidencial. Algunas horas después del atentado, Valadés llegó al hospital de Tijuana donde Colosio había fallecido. Lo entrevistaron los medios y dijo algo así como que el magnicidio había sido obra de un asesino solitario. Qué burla, ¿no? Ni siquiera habían empezado las investigaciones y él ya había solucionado el caso. No me lo cuenta, yo lo escuché.

Pero que Valadés haya actuado como un político miserable en aquella ocasión, no le quita lucidez. Señores ministros y señoras ministras, ¿leyeron a Diego Valadés en Reforma? ¿Se consideran capaces de redactar textos sencillos, pero contundentes para refutarlo?

Valadés, quien empieza diciendo que está en contra de la prisión preventiva generalizada, opina que la corte suprema podría romper el orden constitucional al tratar de remediar lo que evidentemente es un problema.

Cito a Valadés:

“En la Suprema Corte de Justicia de la Nación pronto se discutirá un proyecto conforme al cual se declararía la inaplicación parcial del artículo 19 constitucional ‘por establecer la procedencia de la prisión oficiosa absoluta, desproporcionada y automática, en contravención de los principios constitucionales que rigen la prisión preventiva, la presunción de inocencia y el principio de proporcionalidad’. En suma, como una parte de la Constitución sería inconstitucional según la corte, ella misma tomaría la decisión de desaplicarla”.

Pero “no hay fundamento, teórico ni legal, para que la corte se erija en poder constituyente. A lo más que podría llegar sería a sugerir una reforma; jamás a derogar parte del texto constitucional”.

“La tesis de que la Suprema Corte declare inconstitucionales algunos fragmentos de la Constitución carece de soporte jurídico”.

“La corte fue convertida en un auténtico tribunal constitucional desde 1995″.

“La corte es competente para juzgar la constitucionalidad de las normas generales y la contradicción entre normas generales y la Constitución. En ningún precepto de la Constitución se faculta a la corte para pronunciarse sobre reales o hipotéticas contradicciones de la Constitución e invalidar alguna de sus disposiciones”.

“Si la corte asumiera la función de dirimir supuestas contradicciones entre normas constitucionales para determinar la que deba prevalecer, actuaría de facto, o sea sin fundamento normativo; dejaría de ser un tribunal constitucional para erigirse en un tribunal constituyente”.

“La corte se estaría dando a sí misma atribuciones que no existen en la norma para cuya defensa fue creada; desconocería el ordenamiento que la regula”.

“A partir de ese momento todo estaría permitido”.

√ “La corte no debe jugar con la Constitución cuya defensa tiene encomendada. Hacerlo expondría al país a vicisitudes inimaginables. Si la corte se apropiara de facultades que la Constitución no le otorga ¿qué impediría que hicieran lo mismo los otros poderes? La prisión preventiva requiere una solución, mas no al costo de liquidar al Estado constitucional”.

“Si la corte abdicara de su papel y usurpara el que no le toca, todo quedaría sujeto a la voluntad del más fuerte. Todavía confío en que la corte siga siendo un tribunal constitucional”.

Pienso que en este tema hay ministros y ministras que podrían estar haciéndole el caldo gordo a las grillas de alguien que estuvo en el poder judicial y que ahora juega a la politiquería contra la 4T, José Ramón Cosío, muy probablemente a las órdenes de Claudio X. González. Se vale que en la SCJN tomen partido a favor o en contra del presidente de México, pero ojalá sean capaces de hacerlo, como dice Valadés, sin jugar con la Constitución.

Samuel y Adán Augusto

Vaya show el que armaron el señor gobernador de Nuevo León Samuel Alejandro García Sepúlveda y el señor secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández.

Cito un párrafo de la nota principal de El Norte de Monterrey de este sábado: “El secretario de Gobernación, aspirante a la candidatura presidencial por Morena, llegó al evento acompañado de una amplia comitiva que incluyó a los titulares de Conagua, Banobras, la Secretaría de la Función Pública y la Subsecretaría de Desarrollo Democrático”.

¿Qué hacía en Nuevo León un “aspirante a la candidatura presidencial por Morena”. Oficialmente, dar el banderazo simbólico para la construcción de un acueducto tan necesario dada la crisis del agua en el estado más bello de México.

Extraoficialmente —cito ahora la columna política de M. A. Kiavelo, sí, publicada en el diario más influyente de Monterrey—, Adán visitó tierras nuevoleonesas para hacer campaña: “Ya está sospechosista tanta visita del secretario de Gobernación, Adán Augusto López… el número dos del país vino a dar el banderazo de arranque a los trabajos del acueducto El Cuchillo 2 y a tomarse la foto…”.

Sigo con M. A. Kiavelo:

¿Hay una alianza entre Adán Augusto “y Samuel García rumbo a la sucesión presidencial del 2024″?

“Será el sereno, pero Adán Augusto —a quien el 76 por ciento de la población nacional no conoce, según la encuesta de Grupo Reforma publicada ayer— andaba aquí en plena precampaña”.

Ojalá Samuel García no se equivoque en la sucesión presidencial. Y es que en Nuevo León sabemos que cuando un gobernador le apuesta al caballo equivocado, le va muy mal al estado.

¿Vio Samuel el dato más importante de la encuesta de Grupo Reforma? Es un pequeño cuadro —no muy destacado, abajo a la derecha— en la segunda de las páginas en que se presentan algunos careos entre aspirantes presidenciales.

Es relevante tal estadística porque al enfrentar a las corcholatas de Morena frente al precandidato más fuerte de oposición, Luis Donaldo Colosio Riojas —este compitiendo por cuatro partidos, PRI, PAN, PRD y MC—, Claudia Sheinbaum gana con 28 puntos de ventaja, Marcelo Ebrard con 12 puntos de diferencia… ¡y Adán Augusto López Hernández pierde!

Sheinbaum contra Colosio: Claudia 52% de las preferencias, Donaldo 24%.

Ebrard contra Colosio: Marcelo 43% de las preferencias, Donaldo 31%.

López Hernández contra Colosio: Donaldo 39% de las preferencias, Adán 29%.

En fin, en el juego de la sucesión, hay quienes ganan y quienes pierden. Y si vamos a creer en la palabra de un hombre de palabra como el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, entonces el titular de Gobernación, con todas sus virtudes y su don de gentes, no parece tener posibilidades de imponerse en la encuesta que en un año aplicará Morena.

Me cae bien Adán, pero amor no mata conocimiento. Su realidad es esa y ojalá la entienda. Se le ve enojado y ello no es conveniente para nadie. En el famoso saludo de las corcholatas en el cuarto informe de AMLO, la jefa de gobierno de la CDMX y el canciller se dieron la mano y abrazaron de buen modo; el titular de Gobernación, en cambio, no ocultó que estaba de malas, muy molesto. Olvida que lo único que no se debe perder en una contienda apasionada y compleja es el buen humor.