La ausencia de Alejandro Gertz Manero ha dado lugar a las más diversas especulaciones. Ayer se habló de que permanece internado en una clínica de alta especialidad en Baltimore, Estados Unidos, recuperándose satisfactoriamente de una intervención quirúrgica en la columna, de que tiene un padecimiento de cáncer en el páncreas o incluso, algunos aseguraron que el fiscal había fallecido.
A la pregunta expresa sobre la salud de Gertz, el presidente López Obrador respondió que el fiscal “está muy bien, como todos, necesitamos a veces de alguna reparación… Está haciendo su trabajo”. Pero nadie lo ha visto.
Lo que es un hecho es que, al no existir un comunicado oficial ni por parte de la Fiscalía ni de Palacio Nacional, se da pie a rumores y especulaciones.
El juego favorito del presidente
Muy bien lo comentó nuestro amigo y compañero de lucha, Raúl Flores “Qué visión tan corta la de un gobierno que no es capaz de generar una declaración confiable, formal, oportuna razonablemente documentada sobre uno de sus principales funcionarios, prefieren poner tweets y ‘sembrar’ notas, a ser institucionales y responsables”.
Lo cierto es que mucho se puede especular sobre la ausencia de Gertz y más considerando que en el tema de la seguridad y la procuración de justicia esta administración ha fallado.
Por el protocolo que implica, la Cumbre de Líderes de América del Norte fue planeada al menos con un año de anticipación y uno de los temas centrales a tratar era el de la seguridad, sin embargo, Gertz Manero no se presentó a una reunión de trabajo donde sí estuvo presente el Fiscal de Estados Unidos Merrick Garland. Marcelo Ebrard justificó la ausencia asegurando que el fiscal no pudo cambiar su agenda, pero ¿qué asunto sería tan importante como para impedirle asistir a un encuentro de tal relevancia?
Impunidad, el sello de la casa
Muy al principio del sexenio lopezobradorista la detención del abogado Juan Collado dio una luz a que las promesas de campaña de AMLO podrían cumplirse, sin embargo, los resultados en materia de justicia traspasaron desde hace tiempo el nivel de la mediocridad.
Emilio Lozoya fue finalmente encarcelado gracias a la valiente denuncia de la periodista Lourdes Mendoza, pero en su caso nada cuaja, el testigo mimando de la fiscalía nada ha aportado en el caso Odebrecht.
La detención y probable extradición de Ovidio Guzmán pone al fiscal en la difícil situación de enfrentar a las autoridades estadounidenses siendo que, en 2001 a él se le escapó el Chapo.
A sus fracasos habría que agregar la escandalosa tendencia de Alejandro Gertz de utilizar el poder en favor de sus intereses personales por encima de la agenda nacional.
Y hasta eso le ha salido mal, por eso cada vez resulta más difícil entender por qué López Obrador lo mantiene en su puesto y lo justifica cada vez que puede.
Errático hasta al momento de usar abusivamente su poder para mantener a su excuñada en arresto domiciliario y a la hija de esta, Alejandra Cuevas, encarcelada por un delito inexistente, el tema escaló a los más altos niveles cuando Alonso Castillo, hijo de Alejandra, logró reunirse con el secretario de Seguridad Nacional de EU, Alejandro Mayorkas para narrarle el caso.
La SCJN le propinó dos contundentes derrotas, cuando votaron por unanimidad en contra de que Alejandra Cuevas permaneciera en la cárcel y cuando no procedió el caso contra los abogados relacionados con el exconsejero Jurídico de presidencia, Julio Scherer.
El aún poderoso fiscal ha evitado responder a las denuncias por lavado de dinero que destapó Santiago Nieto cuando era titular de la UIF, pero el presidente de la república pierde poder e Independientemente de que Gertz está por cumplir 84 años y los rumores de sus enfermedades cobran veracidad, también es cierto que no “echará el cuerpo” para defender a AMLO y sus allegados una vez que concluya la administración.
A Gertz le sobra experiencia, sabe que la retórica mañanera ya no basta para tapar todas las triquiñuelas de este gobierno.