“Creo que poco a poco todo comienza a ubicarse, y por muchos actos, tanto bondadosos como malévolos que uno realice, al final sigues siendo tú.”

JAVIER CASTILLO, ‘EL DÍA QUE SE PERDIÓ LA CORDURA’

Hay políticos —regios incluidos— que buscan el hueso. Otros que quieren EL puesto para hablar de lo que no hicieron (o mentir sobre lo que sí hicieron, pero hicieron mal). Algunos quieren (más) exposición. Estos últimos desean saltar de un puesto a otro pensando que todo lo pueden.

En fin, son pocos los que procuran concentrarse en trabajar por quienes votaron por ellos —y también en favor de quienes no lo hicieron— respondiendo a una verdadera vocación de servicio público.

Este escrito versa sobre el político que anhela subir en el escalafón de los reflectores. El que por ningún motivo permitiría quedar fuera de la adrenalina que eso conlleva; el que, cuando está por fenecer el tiempo de su encargo actual —o incluso muuuuucho tiempo antes—, pedirá al jefe de su partido que lo apoye con un —¿otro?— puesto de elección popular (si este es de mayor relevancia que el anterior, mejor aún). De perdida una legislatura plurinominal si es muy cuate del líder. Si esto no es posible (cuando el dirigente partidista le dice: “ni en sueños”), se pondrá a las órdenes de la administración entrante (o la federal existente para el caso de mandatarios locales) y así poder seguir “sirviendo”...

El asunto que hoy nos ocupa es sintomático de alguna “enfermedad” que por lo visto han pescado los últimos gobernadores que ha tenido Nuevo León. Antes, José Luis Rodríguez “El Bronco”; ahora Samuel García, “el fosfo-fosfo” gobernador.

¿Qué parte no entendió el gobernador naranja de la amarga experiencia de “El Bronco”? Digo, así le fue a Rodríguez y ahora Samuel coqueteó con la idea de lanzarse a buscar la Presidencia de la República en el 2024 (ya se echó para atrás; a continuación llegaré a ello). Porque la siguiente pregunta es pertinente: ¿cómo se le ocurre competir por la Presidencia si no puede con ser gobernador? Aquel que decía hacer de la entidad el “nuevo” Nuevo León, lleva tiempo que ya se desinfló.

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Y no era necesario indagar mucho para saber que aquella era una disparatada idea. En el tracking que hace diariamente MetricsMx y que publica SDPnoticias de los posibles candidatos presidenciales de Movimiento Ciudadano, García ni siquiera aparece en estos momentos como uno de los dos punteros dentro de ese instituto político. Mientras que en la encuesta bimestral de presidenciables, Samuel, simplemente no da el ancho.

Y, bueno, lástima por los regios que ya vislumbran una nueva etapa sin García como gobernador. Tal vez ya les gustó el “modelito” de tener a la entidad de manera casi independiente y sin políticos que la estén regando continuamente…

Pero volviendo. Total que no se sabe si en un arrebato de euforia durante la Convención Nacional de Movimiento Ciudadano se lanzó para el 2024 impulsando por su enorme ego y por alguno que otro despistado convencimiento de que quienes votaron por él hace dos años lo harían ahora. Tal vez sus seguidores en redes sociales, especialmente en Instagram y TikTok, lo convencieron. Valdría recordarle al regio gobernador que un buen número de ellos ni siquiera reside en México…

No creo que haya lanzado su propuesta acatando instrucción alguna de Dante Delgado, presidente de MC. Si bien es cierto que las candidaturas se construyen y eso lleva tiempo, supongo que el senador no es tan obtuso como para suponer que en dos años Samuel crecería lo suficiente como para disputarle la Presidencia a Claudia Sheinbaum o a Marcelo Ebrard (o, peor aún, al propio López Obrador). ¿Sacrificar la gubernatura de Nuevo León? ¿“Quemar” políticamente a Samuel García? No lo creo.

No, ya lo he dicho antes (¿Dante como candidato de la izquierda democrática?): el dirigente emecista apuesta a sumar, no restar, cada vez más porcentaje de votos a Movimiento Nacional a nivel nacional. Sacrificar a Samuel no debiera ser un costo que asumir ni por él ni por su partido.

No. El gobernador de Nuevo León se fue por la libre. Se engolosinó. Quizá, incluso, lo engatusó el inquilino de Palacio Nacional (con eso de que recientemente se reunión con este y cuando la prensa le preguntó que cómo le había ido con López Obrador, el regiomontano contestó: “de lujo”).

Lo cierto es que su abortado destape nos debe recordar otra cuestión no menor: Movimiento Naranja se sostiene en que NO se unirá a una alianza opositora. Ese mensaje sí es claro; entiéndanlo todos.

Por lo pronto, Samuel ya se echó para atrás. Le queda limitarse a “enseñar músculo” pero solo a su esposa… Y qué bueno, porque los gobernadores regios que dejan botada a su gente suelen terminar en la cárcel.