Febrero se convierte en un mes decisivo para el país ¿será la bancada de Morena y aliados capaz de respaldar a la presidenta y actuar por el bien de México o mantendrán la línea de AMLO con el apoyo de la oligarquía cuatrotera para evitar que México cambie?

No queda mucho tiempo para saberlo, la presidenta ya hizo su tarea, ahora estamos en manos del Congreso y de Morena.

El papel del Congreso

El efecto de la negociación de la presidenta Claudia Sheinbaum con su homólogo estadounidense puede considerarse positivo, sin embargo es solo el principio ya que además de los compromisos de combatir el tráfico de droga, la producción de fentanilo y de atorar a uno que otro de Morena por vínculos con el crimen organizado, el cumplir con la agenda implica atender asuntos que impactan en la operación y desarrollo de la nación, tales como la reforma al poder judicial y el proceso de revisión del T-MEC.

Son asuntos prioritarios que la presidenta deberá enfrentar con la bancada de su partido y aliados y los duros del obradorato antes de continuar las negociaciones con Donald Trump. La reforma al poder judicial ha generado incertidumbre y desconfianza entre los inversores y repercute en acuerdos comerciales como el T-MEC, lo que permite que la amenaza de imposición de aranceles no desaparezca.

El Congreso tendrá que hacer un verdadero ejercicio de introspección y actuar de la mano de la presidenta cumpliendo con su obligación primordial de mejorar las iniciativas con leyes secundarias que fortalezcan el proyecto de México.

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La falta de simetría de la reforma al poder judicial genera demasiada incertidumbre y es a través de las reformas secundarias que se podrá dar cabida a la legalidad y la certeza de que su aplicación no será de forma discrecional como lo plantea el modelo morenista.

La revisión del T-MEC

En julio de 2026 se llevará formalmente a cabo el proceso de revisión del T-MEC, pero ya han iniciado charlas y reuniones de alto nivel entre los tres países que permitirán ir delineando acuerdos.

El diálogo y el entendimiento tendrán una importante repercusión a mediano plazo, porque se contempla un arreglo de 16 años, de lo contrario, lo mejor que podría pasar, sería que se establecieran revisiones anuales que terminarían por afectar la relación trilateral y causarían incertidumbre a empresas, inversiones y en la relación con otros países.

Lo que viene durante el mes de febrero, que es el lapso que acordaron Sheinbaum y Trump, es sentar las bases de la posición que México asumirá frente a Estados Unidos y el mundo y algo muy importante, saber si la presidenta cuenta con el respaldo del Congreso y de su partido, porque las mediciones indican que sí tiene el apoyo del pueblo, los inversionistas y las organizaciones sociales.

Reflexionar para corregir el rumbo

De no analizar el impacto de las reformas al poder judicial y algunas otras, México estaría en una posición de debilidad y pérdida de oportunidades.

La inestabilidad jurídica y la imposición de monopolios disfrazados de criterios nacionalistas acarrearían serios problemas. La Secretaría de Economía y las tibias propuestas de la Secretaría de Energía indican que se perdieron seis años en desarrollo energético, no cambiar sería cerrar el paso a la transición, un motor sustantivo para consolidar el nearshoring.

Estamos en manos de lo que haga el Congreso sobre las reformas secundarias, de no entenderlo, las consecuencias serían violar los acuerdos y principios del T-MEC y llegar a conflictos comerciales y sanciones. Es decir, estaríamos dando la oportunidad a Trump de imponer los aranceles que se le antojen.

En ese escenario los únicos que se beneficiarían serían los neoempresarios surgidos de la 4T, la oligarquía y allegados que buscan tener y conservar el control monopólico de importantes sectores económicos y el país funcionaría bajo leyes dictatoriales, alimentadas por criterios populistas que se aplicarían de forma discrecional.

X: @diaz_manuel