El sábado, antes del inicio del partido entre el Alianza y el FAS, en el Estadio Cuscatlán en El Salvador sucedió una de las peores tragedias de los últimos años en el futbol mundial. Una estampida debido a la sobreventa de boletos y la mala planeación de los clubes, la gente que tenía boleto se quedó fuera y al momento de querer entrar sobrellenaron la zona. Este abarrotamiento de personas causo que ocurriera una estampida donde hubo alrededor de 100 heridos y 12 personas muertas.

Este lamentable suceso tiene a las autoridades salvadoreñas buscando a los culpables que seguramente serán los administradores del estadio que vendieron boletaje de más, aprovechándose de la pasión que causan este tipo de encuentros.

Quiero pensar que en nuestro país estamos lejos de ese tipo de sucesos donde se venden boletos de más y se rebasan los límites de capacidad de los inmuebles. Quizá esto pasaba en los ochentas y noventas pero afortunadamente nunca sucedió algo como lo de El Salvador.

El gran problema qué hay ahora es el apasionamiento desbordado que puede llevar a violencia en los estadios. Solo basta ver lo que pasó en el estadio de los Rayados el fin de semana pasado. Tuvieron que “encapsular” a los aficionados de Tigres pues estaban siendo agredidos por los pseudo aficionados de los Rayados. La idea era esperar a que se fuera la mayoría de la gente para que los aficionados felinos pudieran salir tranquilamente y sin ser agredidos.

No puede ser que un estadio de primer mundo se permita que sucedan este tipo de cosas. El estadio de Rayados no es exclusivo de este tipo de violencia. Algo similar pasa en el estado de los Tigres donde también se tienen este tipo de comportamientos. Campañas grandes de rivalidades deportivas incrementadas por los mismos pseudo comentaristas deportivos que “calientan” el ambiente sin pensar que son en parte responsables de los actos de violencia en los estadios.

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Mire que yo le voy a los Rayados y repruebo lo qué pasó en el estadio el sábado, así como repruebo lo qué pasó el miércoles en el Universitario. Hay muchos rencores y frustraciones de las personas que se transportan a ponerse una camiseta y creer que eso los hace parte de un ejército que tiene que derrotar al otro.

Pero eso no solo pasa en Monterrey, pasa en todos lados. Personalmente me ha tocado en el estadio de los extintos Tiburones Rojos del Veracruz, en el antiguo Estadio Azul del Cruz Azul y en el Estadio Universitario de los Tigres donde recibí dos monedazos solo por ir con la camiseta de otro equipo.

La pasión desbordada mezclada con el alcohol hace que puedan ocurrir hechos de violencia. No puede ser que en el primer cuatro del siglo 21 ocurran este tipo de eventos. Las autoridades municipales deberían de poner especial atención en este tipo de juegos pues en una explosión de pasión estúpidamente canalizada se podrían dar actos de violencia de los cuales no hay vuelta atrás. Solo basta recordar lo qué pasó en el juego de Querétaro vs Atlas donde se supone que no hubo muertes pero igual tuvo una suspensión de un año al Estadio Corregidora.

¿Qué tenemos que hacer como sociedad para que esto no suceda?¿Son responsables los medios de comunicación deportivos? Tendrían que reflexionar todos los medios que basan sus comentarios en la “polémica” y el denostar al rival que también son en parte responsables de los comportamientos de ciertos aficionados que se dejan guiar por este tipo de comentarios.

¿Cómo desarrollar una cultura de sana rivalidad? Creo que la mayoría de los clubes está trabajando en esto, esperemos que los medios de comunicación se suban al barco y no basen su popularidad en el comentario barato e insultante que lo único que causa es más violencia.

Si en Cancún no van a permitir un concierto con cantantes que tienen letras de violencia , ¿deberían los equipos prohibir a comentaristas agresivos entrar a transmitir o reportar en sus estadios? Yo creo que sí.

Estamos lejos de la tragedia qué pasó en El Salvador, pero la pasión descontrolada nos acerca bastante a tener algo así en nuestros estadios.