Bienvenidos amantes de la gastronomía. El bellísimo estado de Querétaro es una fértil tierra de vinos. Gracias a sus microclimas se puede desarrollar la actividad vitivinícola, ¡y de qué manera!
En el pasado Concurso de Bruselas 2023, vinos procedentes de viñedos y bodegas queretanas, ganaron diversas medallas dejando en alto el nombre de nuestro país, apuntalándolo como importante productor de caldos de gran calidad.
Tras ver el “medallero” publicado en Bruselas, me dispuse a hacer las maletas para visitar estos viñedos tan interesantes, y por supuesto probar sus vinos. En la capital del país tenemos la ventaja de estar a muy pocas horas de este estado tan maravilloso; comprobé que un buen plan de fin de semana es ir a darse una vuelta por estas tierras “conspiradoras”, ya sea en pareja, amigos o familia y disfrutar “in situ” de una buena copa de vino.
La cita es con la bodega que más vinos ganadores produjo: De Cote. El lugar es simplemente hermoso, ubicado en Libramiento Norponiente Km. 5.9, en Tunas Blancas, Querétaro. Desde afuera se puede observar una magna y moderna construcción. Cuenta con un amplio estacionamiento, y la bienvenida nos la da un imponente edificio rodeado de enormes áreas verdes que comienzan a despertar los sentidos; muy atento el personal de la bodega nos recibe y ofrecen distintas opciones para recorrer el viñedo.
Hay visitas guiadas -con duración aproximada de una hora- y al termino de esta se hace una pequeña cata de tres vinos diferentes. También hay un tour en “tren” (en realidad son “carritos de golf” engarzados uno con otro). Para los más aventureros que no le tienen miedo al inclemente sol, hay recorridos en bicicleta. El lugar cuenta con restaurante y bistró para quienes prefieran ser atendidos y pasar el rato cómodamente, observando un paisaje, calmado y hermoso.
Sus copas están serigrafiadas y pueden convertirse en un bonito recuerdo para llevar a casa. Si solo quieren usarlas para degustar el vino en el lugar, también tienen la opción de “renta”, solo mientras se degustan los alimentos frente a las vides, en un bellísimo campo de olivos con mesas y sillas donde uno puede pasar un rato excelente.
Pedimos uno de los vinos ganadores de medalla, un vino blanco que por el calor que estaba haciendo a mediodía parecía que gritaba “¡bébeme!”: El ”De Cote Atempo Albariño 2022″ (con un costo de $725 en el lugar, y se puede conseguir en mercadodevinos.mx en $784 pesos), un vino ligero hecho 100% con uva albariño, de color amarillo paja, muy claro; al inclinar la copa se pueden observar sus ribetes verdosos y brillantes. En nariz destacan los aromas cítricos como la lima, la mandarina y el limón real; también están presentes aromas florales como la manzanilla y flores de azahar; encontramos también sutiles notas a duraznos blancos, frutos secos y albaricoque.
En boca resultó muy ágil, lo que viene bien con el calor y lo vuelve muy recomendable por su frescura; la entrada es amable, pues el alcohol no ataca las papilas gustativas, y el retrogusto es persistente. Por supuesto, recomiendo maridarlo con dos cosas: una buena tabla de quesos y una rica charla.
Los otros vinos de esta bodega queretana que ganaron medallas en el “Concours Mondial de Bruxelles”, son:
De Cote Atempo Merlot 2019
De Cote Inédito Blanco 2022
De Cote Inédito Tinto Joven 2022
De Cote Merlot-Cabernet Sauvignon Gran Reserva 2019
De Cote Tempranillo-Shiraz Gran Reserva 2019
De Cote Tempranillo Gran Reserva 2019
De Cote Marselan Gran Reserva 2019
Los vinos antes mencionados rondan entre los $450 a los $1,200 pesos; además de todo, son bastante accesibles y se pueden conseguir en varias tiendas departamentales del país.
Aprovechando el viaje, visité otros viñedos, no ganadores de medallas en el concurso de este año, pero sí bastante interesantes. Uno de ellos fue “Donato”, un viñedo pequeñito (por lo menos la parte abierta al público visitante), que cuenta con restaurante y mesas en el jardín que antecede el viñedo.
A diferencia de la atención en Bodegas y Viñedos De Cote, aquí la atención al cliente deja mucho que desear; el lugar es precioso, muy familiar, que invita a pasar el tiempo, pero la forma en que tratan a sus propias botellas de vino, demerita mucho, y es bastante “grosera”. Yo sé, seguramente a mí me vendieron la botella número 200 del día, pero yo les recomiendo que sean más cautelosos; hay quienes pensamos que el vino es un ente que sigue vivo, y que aún embotellado merece cierto respeto.
Es importante que consideren que hay quienes preferimos “hacer el viaje” y beberlo en la bodega, en lugar de pedirlo por internet. Por muy barata que sea su etiqueta, nunca debe tratarse como si fuera una botella de refresco.
Si tienen la oportunidad, aprovechen un fin de semana (o varios) para darse una vuelta a la ciudad de Querétaro y hacer enoturismo; bien vale la pena y se requiere tiempo para no andar corriendo. Por supuesto nos quedamos con ganas de más. ¡Bon appétit!
Cat Soumeillera en Twitter: @CSoumeillera