Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo:
Sabes cuánto te admiro, respeto y aprecio. Estoy muy cerca de la incondicionalidad respecto de tu persona y tu proyecto. Si no llego a ser tu partidario incondicional se debe a que, a veces —muy pocas veces— me da por expresar mis diferencias contigo.
Claudia, no puedo estar de acuerdo con lo que ayer comentaste. Te burlaste de una felicitación que recibiste de parte de ministros y ministras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Dijiste, en tono chancero, que se adelantaron a las decisiones del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Bien sabes, presidenta, que la entrega de la constancia será, ahora sí, un simple trámite. La elección del pasado 2 de junio la calificó Xóchitl Gálvez cuando aceptó su derrota —aplastante, por más de 30 puntos de ventaja a tu favor, tal como lo pronosticaron las encuestas de MetricsMx publicadas durante muchos meses en SDPNoticias—.
A partir de la llamada que te hizo la candidata perdedora, todo el mundo te felicitó. Agradeciste muchísimos mensajes. ¿Era necesario que hicieras mofa del redactado por sapientes juristas? Un momento, no todos ni todas son personas sapientes en la corte suprema. Una ministra al menos no lo es, la que se plagió dos tesis, la de licenciatura y la de doctorado.
Terrible el asunto del plagio. Una científica de tu nivel, presidenta Sheinbaum, no puede aceptar semejante evidencia de deshonestidad intelectual. Por cierto, el caso de la ministra copiona me recuerda uno de los lemas de Ingsoc, el partido político único en el superestado de la novela 1984, de George Orwell: “La ignorancia es la fuerza”.
Qué vergüenza la llegada a lo más alto del poder judicial de una persona que consiguió sus títulos académicos mediante el plagio. Pero, está bien: el presidente Andrés Manuel López Obrador no conocía su terrible currículum cuando le propuso para ir a la SCJN. Inclusive se entiende que AMLO haya justificado la copia: como dijo Reyes Heroles, a veces, en política, hay que lavarse las manos con agua sucia.
Durante tu presidencia, querida Claudia, no podrás evitar tan desagradable higienización: nadie con una responsabilidad de poder político en ninguna nación logra eludir tan penosa tarea. Pero no permitas que la gente que te rodea ensucie el agua.
Estoy seguro que a alguien cercano a ti le pareció una gran puntada hacer un mal chiste relacionado con la corte suprema, y caíste en la tentación. No fue adecuado porque en México necesitamos menos enfrentamiento y más diálogo. Presidenta Sheinbaum, eres magnánima por naturaleza, no dejes que te envenenen quienes están viendo en la victoria de Morena una oportunidad para vengarse de rivales políticos.
Es lo que pienso, Claudia. Y es que de ninguna manera me parece aceptable otro de los lemas del partido Ingsoc, el de la distopía de Orwell: “La guerra es la paz”.
Te abrazo, presidenta, convencido de que eres lo mejor que le pudo haber pasado a México.