Séneca, en Medea, —la asesina de sus hijos— dice: “Quid prodest scelus, is fecit”. Es decir, “La persona a la que favorece el crimen es quien lo ha cometido”.
¿A quién favorece haber derribado la absolutamente inadecuada estatua de AMLO que un alcalde despistado levantó en Atlacomulco, Estado de México? Sin duda, a quien mas la cuestionó: Felipe Calderón.
Fue un error grave de Roberto Téllez Monroy, militante de Morena, haber promovido la realización de una estatua del presidente López Obrador, quien en repetidas ocasiones ha dicho que por ningún motivo desea tales homenajes.
Se equivocó el hoy expresidente municipal, y su error, gravísimo, fue aprovechado uno de los jefes reales de la oposición no democrática, Calderón, quien se valió de tal circunstancia para lanzarse con todo contra AMLO.
La oposición democrática habría esperado a exigir a la nueva alcaldesa de Atlacomulco, Marisol Arias, realizar las gestiones legales necesarias para retirar la estatua que, sobre todo, ofendía a Andrés Manuel.
Pero la oposición no democrática, convencida de que el propio AMLO iba a exigir el próximo lunes —o inclusive este mismo sábado 1 de enero— el retiro de la estatua, se adelantó.
Con un acto de vandalismo sicarios de derecha se lanzaron a destruir un monumento que no se debió haber levantado, pero que, para eliminarlo, exigía seguir la lógica cívica de que la autoridad municipal lo determinara y procediera a la vista de todo el mundo.
Quid prodest? La respuesta es obvia: la crisis de la estatua beneficia solo a quienes, como Calderón, pretenden derrotar a AMLO y a Morena mediante procedimientos no democráticos, casi golpistas.
Ya veremos al esposo de Margarita Zavala hipócritamente condenar a los vándalos —probablemente a su servicio— que tiraron el monumento que Andrés Manuel por ningún motivo habría aprobado.
Terrible tanta perversidad.