No tengo ninguna duda que, las asambleas de información que están llevando a cabo los delegados que nombró el Consejo Político de Morena, han servido para calibrar la inercia de arrastre y de convocatoria, pero, también, para ratificar el poder político y las competencias con las que cuenta cada uno de los perfiles. En relación con los cuatro aspirantes del partido guinda, cada uno de los actos públicos son nutridos. De forma paralela, hay un activismo que ha demostrado que Morena está fuerte y vigoroso para refrendar el triunfo electoral del 2018.
Sabemos que la encuesta será el mecanismo que califique el poder de popularidad, sin embargo, sigo pensando que, la elección interna, se definirá en la sede de Palacio Nacional, para aprovechar el potencial de cada uno de los actores que están inmersos en él cauce de la información. Todo ello, a raíz de que la oposición está adquiriendo mucha presencia mediática en las plataformas de redes sociales; es obvio que no le alcanzará para ganar una elección presidencial, no obstante, el presidente López Obrador es un viejo lobo de mar y, como estratega político, seguramente no querrá ningún contratiempo que ponga en riesgo la victoria de Morena.
Tiene, ante la estrategia de irrupción de la derecha, la necesidad inminente de mover las piezas del ajedrez político. Y la pregunta es: ¿quién le garantiza mejor nivel de competencia? Por un lado, se va a necesitar un diseño similar a los demás procesos electorales. Es decir, sabemos de antemano cómo se maneja la narrativa de la derecha y qué instrumentos utilizan para tratar de persuadir a la sociedad civil. La manipulación mediática, por ejemplo, es un recurso que a menudo prevalece en el comportamiento del PRI, PAN y PRD. Y no solo se victimizan, sino que buscan cómo llamar la atención con espectáculos donde personifican el melodrama.
Ese show, por ejemplo, lo ha llevado a la práctica el propio Santiago Creel y, de paso, la senadora Xóchitl Gálvez que será, no hay duda, la próxima candidata del Frente Amplio por México. O sea, la figura que porte la bandera de la derecha. De hecho, son pocas las fortalezas y las competencias que uno y otro puede llegar a ofrecer en una elección presidencial. Sin embargo, son movidos por grandes maquinarias de grupos empresariales y conservadores que apostarán el todo por el todo. Como el caso de Claudio X. González, que, no hay duda, es la mano que mece la cuna. Hay quienes aseguran que él, como otros personajes potentados del país, son los liderazgos reales del Frente.
De hecho, de nada servirá que personajes como el que mencionamos abonen al proceso presidencial de la derecha. Aun así, Morena no debe caer en excesos de confianza; sería un error grandísimo que el partido o la coalición cayera en la parsimonia por el efecto de la marca. Por ello, y considerando lo que se avecina, Morena, o mejor dicho el presidente López Obrador, seguramente está evaluando qué perfil pone a jugar en la cancha para que tome el legado que ha construido el ahora mandatario federal.
A raíz de ello, Morena necesitará un perfil que haga frente a la irrupción; alguien suficientemente capaz de no cometer ningún error a la hora de realizar una campaña. O sea, alguien decidido a entregarse al máximo, pero con las cualidades necesarias que esté dispuesto a defender al movimiento en todo escenario, sobre todo el de la guerra sucia.
Los cuatro perfiles de Morena, en ese sentido, se notan comprometidos, sin embargo, no todos tienen esa habilidad para encarar un proceso electoral de esta naturaleza.
La presión será muy fuerte y, para ello, el presidente debe apostar por su mejor carta o jugador para la cancha sucesoria. Cada quien tendrá su propio juicio, empero, la inmensa mayoría coincide que, cara a cara, el hombre más sagaz y experimentado de todos es Ricardo Monreal. Con el zacatecano, el presidente tendrá asegurada una competencia de mucho nivel político; asimismo, Monreal será un factor para favorecer, con su madurez, los temas dominantes de la agenda pública.
De los seis aspirantes, Ricardo Monreal es el único que cuenta con un proyecto de nación que ha hecho posible construir con la participación ciudadana. De hecho, dispone de un diseño de acciones inmediatas que, para efectos sociopolíticos, tienen una visión muy amplia para profundizar las políticas públicas del país.
Y si a eso le sumamos que -la conciliación con todos los sectores sociales- será un factor medular para calmar la tensión que se genere, Ricardo Monreal, en ese sentido, es infalible y, su herramienta más eficaz, es el diálogo y no la confrontación. La sociedad quiere propuestas y Monreal, en esa lógica, es la mejor carta del presidente López Obrador para competir contra Xóchitl Gálvez y la estrategia perniciosa de la derecha.