Después de seis largos días de audiencia, el juez de control Teófilo Pacheco Pacheco dictaminó este sábado, cambiar la medida cautelar de “prisión preventiva” a “prisión domiciliaria” de Juan Antonio Vera Carrizal, autor intelectual del intento de feminicidio con ácido de la saxofonista oaxaqueña María Elena Ríos. El funcionario admitió la excusa del inculpado que argumenta encontrarse “enfermo” para preponderar la salud del agresor por encima de la seguridad de la mujer a quien ya intentó matar una vez.
La noticia nos sabe amarga y una gran cantidad de feministas nos sentimos rabiosas, indignadas. No damos crédito a tremendo cinismo del juez, al silencio cómplice del presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) y de los magistrados que regularmente en sus redes sociales se autopromueven como defensores de las mujeres; a la impunidad que prevalece en el poder judicial pasándose la perspectiva de género por el arco del triunfo, revictimizando una y otra vez a quienes se atreven a denunciar y a resistir procesos tan tortuosos en busca de justicia.
Los pronunciamientos no se hicieron esperar: Legisladoras, el Instituto Nacional de las Mujeres en México (Inmujer), la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), el gobernador del estado de Oaxaca, la titular de la Secretaría de las Mujeres en la entidad así como la titular del Secretariado de Seguridad Pública; periodistas, defensoras de derechos humanos, grupos artísticos con los que Elena ha compartido su música como Maldita Vecindad y una cantidad de personalidades sumaron sus comentarios en redes sociales al unísono de la indignación por lo sucedido, volviéndose hashtag el fin de semana #ElenaRios.
Oportunistas del PAN también hicieron lo propio, como el expresidente Felipe Calderón y su sobrina Mariana Gómez del Campo. Característico de los integrantes de ese partido político cada que acontece una tragedia pero que en su momento, fueron quienes iniciaron guerras sanguinarias en todo el país y han encubierto tragedias lastimosas como el de la guardería ABC. Pero el tema no es motivo de la columna, así que no ahondaré más sobre el modus operandi del fakefeminismo.
El punto es que la ineptitud, desfachatez y corrupción del sistema judicial en México no tiene límites y eso vulnera a todas las mujeres que han sido víctimas de violencia por parte de sujetos sin escrúpulos y que amparados por jueces sobornables, se convierten en obstáculos para el acceso a la justicia. Seguimos siendo un país en “construcción” mientras ese sistema inoperante cobra la vida todos los días de 11 mujeres en el país. En Oaxaca, tan solo en el pasado sexenio se cometieron 700 feminicidios.
Y fue precisamente el ex gobernador Alejandro Murat quien protegió a Vera Carrizal, porque según testimonios, se trata de su socio gasolinero e inversionista de campaña. Tuvieron que transcurrir 6 meses posteriores a la agresión que junto con su hijo planearon, y tras una fuerte presión mediática, para que fingieran su entrega en las instalaciones de la Secretaría de Seguridad Pública en un evento al que acudió muy bien peinado y vestido. Un show mediático acordado a todas luces.
No se han cumplido ni 3 años de su detención, en abril del 2020 y ahora el ex diputado local del PRI obtiene la permisividad que le otorga un juez para seguir su proceso en la comodidad de su casa, aun cuando la pena para feminicidas en México es de 40 a 60 años de prisión, y pese a que no se consumó el acto, es ofensivo que el juez haya concedido tal beneficio, mientras para Malena los daños son irreversibles y cada tratamiento médico a los que tiene que recurrir le ocasionan dolores profundos al punto de ser sedada en los tratamientos de restauración de las quemaduras en su piel.
La respuesta a la pregunta inicial ¿quién protege a Vera Carrizal? resulta conducente. Les explico: este personaje guarda fuertes nexos con actores políticos del sexenio pasado. Tan es así, que su captura fue acordada, su hijo está “prófugo” (cómplice del atentado) y casualmente el magistrado Eduardo Pinacho Sánchez, presidente del TSJ y colocado en ese puesto por el régimen priista, guarda absoluto silencio, teniendo entre sus facultades la posibilidad atraer el caso y revisar la actuación del juez.
La mediatización del caso de Malena nos remite a preguntarnos ¿Cuántos jueces como Teófilo Pacheco existen encubriendo a agresores y a su vez, quién solapa u ordena las determinaciones de esos jueces para que conduzcan con tal cinismo? ¿Seguirá siendo el Poder Judicial el principal obstáculo para el acceso a la justicia de las mujeres? A lo que solo me surge una propuesta: es necesario vigilar con lupa el actuar de cada uno de ellos, denunciar y exponerlos cuando sus determinaciones no correspondan al sentido del derecho. No hay otro camino que buscar justicia dentro de la justicia.
Nos da esperanza que el gobernador Salomón Jara defina su postura y haya solicitado al poder judicial el cambio de medida cautelar para que Vera Carrizal permanezca recluido en el penal. Lo que también se tiene que promover es el cese del juez así como la renuncia del incompetente presidente del TSJ de Oaxaca, porque por este y muchos casos más de impunidad, las feministas tienen razón en querer quemarlo todo.
*Comunicóloga y maestrante en Gobierno y Políticas Públicas por la Universidad Panamericana. Promueve “Ley Sabina” en México contra deudores alimentarios.