El deporte como la vida es impredecible. Tres meses antes del inicio del Abierto de Australia, Rafael Nadal, salió del quirófano en muletas y con serias dudas de poder competir el primer Grand Slam del 2022.

De esa forma, Novak Djokovic se presentaba en Australia, donde ha levantado 9 títulos, como el gran favorito para lograr su 21º Grand Slam y convertirse, con permiso de Roger Federer y Rafael Nadal, en el tenista más grande de la historia del deporte blanco.

Dos días antes del inicio, el ministro de sanidad australiano invitaba a Novak Djokovic a abandonar Australia y su sueño de convertirse en el tenista más grande de la historia.

Con un cuadro sin Nole, Nadal de 35 años, arrancó el torneo inyectado de ilusión.

El tenista español inmunizó todas sus dolencias y se presentó en la final tras ganar partidos jugando a un nivel muy alto. Aún así, Daniil Medvedev, actual campeón del US Open, y una década más joven que su rival, se presentaba en la Final como el favorito en las casas de apuestas.

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Rafael Nadal realizó una de las remontadas más épica del deporte. El tenista español lo tenía todo perdido, dos sets en contra y break abajo en el tercero. El matador no dejó de creer, luchó cada punto como si fuera el último de su vida y empezó a perforar el privilegiado cerebro de Danlil Medvedev.

Un Rafa reencarnado en Rocky Balboa empezó a golpear y dejar sin aire ni respuestas al tenista ruso que finalmente cayó noqueado en la lona australiana. Nadal rompió a llorar como si hubiera ganado el primer grande de su vida o el 21º, que lo convierte en el máximo vencedor de Grand Slams, superando a leyendas como Roger Federer (20) y Novak Djokovic (20).