Un antecedente. En mi infancia tuve como héroes a Pelé, Garrincha y al resto de la selección brasileña que ganó el Mundial México-70. Eran mis dioses de la cancha. A diferencia de mis amigos y compañeros que le iban al América y al Cruz Azul, en mi infancia y adolescencia fui partidario del Atlante, el equipo del pueblo; como estudiante universitario comencé mi romance con los Pumas, nuestra relación se consolidó y así me mantengo, gozando los escasos triunfos y sufriendo cada temporada al ver que mi equipo pierde esencia y carácter.
De niño y adolescente jugué futbol en la escuela, pero sobre todo en la calle. Nunca fui bueno, pero había garra y sudaba la camiseta. Nuca faltó algún político que de vez en vez nos regalaba balones o tachones para bañarse de pueblo. Ahora soy uno de los miles, quizá millones, de aficionados decepcionados y enojados por el desempeño de la Selección Mexicana en la Copa América.
Con envidia veo la evolución del futbol europeo. Terrible contraste con los altibajos del futbol en nuestro continente, sólo se salvan Argentina y Brasil. En el último nivel de la escala, por debajo de Estados Unidos, cuya liga ya es mejor que la mexicana y Canadá, están los ratones verdes y los chacales de la liga MX.
Un futbol mediocre, provoca resultados mediocres. No hay de otra. ¿Cómo esperar resultados diferentes haciendo lo mismo?
Recordemos, aunque se escucha el himno nacional en cada partido FIFA, la Selección Mexicana no tiene representación oficial. El futbol es un negocio y un negocio muy bueno. La Liga Mexicana del Futbol es una asociación civil, una empresa dominada por los dueños de los equipos, algunos medios de comunicación y patrocinadores, afiliados a FIFA, controlada por una mafia.
La opinión y el sentir de nosotros, el aficionado no vale nada. Solo somos consumidores de contenidos futbolísticos comerciales. ¿Quién defiende nuestros derechos como aficionados? Nadie.
De lado de la autoridad, no hay una política pública para el deporte más popular en nuestro país, de hecho, no hay un plan para ningún deporte. Como sabemos, López Obrador es aficionado al beisbol, por lo cual este deporte tuvo mucha publicidad en el sexenio, pero ahí quedó la cosa.
No sabemos si Claudia Sheinbaum tiene alguna preferencia deportiva. Hay propuestas interesantes en su plan de gobierno, pero son simples promesas. ¿Hará algo de cara al Mundial 2026? No se sabe nada.
Estamos en la era de los futbolistas celebridades. En otros tiempos, los jugadores de futbol valían por lo que hacían en la cancha, ahora son celebridades, productos comerciales donde importa como se visten, con quien se acuestan, que autos conducen, que comen. El escándalo como eje de su carrera, como dijo Jorge Campos, están huecos, no hay corazón. No hay hambre de triunfo, solo ganas de figurar.
¿El Jimmy Lozano debe continuar al frente de la Selección? La verdad ese tema es irrelevante. La pregunta es: ¿Qué tipo de aficionados y consumidores de contenidos futbolísticos queremos ser? Ahí la dejo.
Eso pienso yo. ¿Usted qué opina? La política es de bronce.
Onel Ortíz Fragoso en X: @onelortiz