A la manera del clásico de George Orwel, escritor que a través del género de la fábula realizó una crítica mordaz hacia la Unión Soviética en un texto que se publicara en la década de los 40s del siglo pasado.
Ocurre ahora en el partido en el gobierno una trama de conflictos internos que puede ilustrarse de forma lúdica a través del parafraseo sobre el título de ese gran autor, “Rebelión en la Granja”.
En efecto, se desatan conflictos importantes, con la relevancia de que ocurren en el seno del partido en el gobierno y entre algunas de sus personalidades más destacadas.
Lo que llama la atención, no por el hecho mismo de desavenencias que son comunes en la política y más en el régimen democrático, sino porque tienen lugar en el marco del ejercicio de un liderazgo presidencial que tiene sobrada injerencia en su propio partido, en sus cuadros políticos del gobierno y del Congreso.
La expresión presidencialista del gobierno alcanza un talante radical, como lo demuestra su intemperancia con los otros poderes, recientemente con la descalificación generalizada y con pequeñas excepciones hacia las y los jueces que integran al poder judicial;
Es una figura que vertebra a su partido, de ahí lo sorpresivo de que esa armonización esté ahora en entredicho.
De hecho, el debate que se generó en el Senado de la República respecto de la elección del presidente de la Mesa Directiva de ese órgano trajo reiteradamente a colación la relación de los senadores morenistas con el jefe del Ejecutivo federal;
Hubo criticas deslizadas a la pretensión de que alguno de los legisladores dejara de mostrar el compromiso y solidaridad demandada hacia el gobierno, que tuvo como respuesta el contraargumento que acredita la independencia y libertad que deben practicar.
Es decir, en el fondo de la discusión estuvo el tipo de relación entre el presidente de la República y el grupo morenista en el senado, pero con el mensaje claro de la inconformidad ante el hecho de que varios de los miembros del gabinete no asistieron a la reunión, a pesar de que fueron invitados y era esperada su asistencia.
En la rebelión de la granja está también el factor de generación de fisuras por el asunto de las famosas corcholatas, que han sido invitadas, desde la gesta presidencial, a formar parte de un elenco entre los que saldrá la candidatura presidencial del partido en el gobierno;
Ya se han asomado fricciones e inconformidades respecto de los que participan en tan cerrado juego político y, desde luego, críticas por parte de quienes no han sido convidados.
Las corcholatas participan en un tracto precoz para decidir la candidatura presidencial del partido en el gobierno, y con la nominación hecha por el propio presidente de la República para otorgar el derecho de admisión y denegarlo.
Lo que significa un problema de legalidad porque incorpora a los nominados en la comisión de probables actos anticipados de campaña.
Da lugar una confusión respecto de las responsabilidades que cumplen los funcionarios públicos en su condición de corcholatas y las que realizan con la ostentación inevitable de sus cargos, en tanto inscritos en la promoción política de las aspiraciones que tienen, por medio de las posibles candidaturas que han asumido o consentido.
En ese esquema confuso, uno de los temas más delicados es la propia promoción presidencial de sus corcholatas, que exhibe el claro involucramiento del gobierno en los asuntos de su partido, con una tendencia evidente a borrar, las ya de por sí tenues diferencias entre el partido y el gobierno.
La rebelión en la granja da visibilidad, no a una eventual falta de disciplina de quienes escenifican las disputas, más que eso, ponen de manifiesto los errores en el diseño del gobierno para deslizar la nominación de su candidato presidencial.
Así como de las fisuras que se han venido exacerbando en la relación partido- gobierno, mismas que en distintos momentos han emergido, como ocurrió con la lucha que hubo para elegir la dirigencia del partido y la cuestionable derrota en encuestas de Porfirio Muñoz Ledo, por sólo señalar un ejemplo;
Ahora está el tema de la elección del presidente del senado y de las consecuencias que ya tiene el proceso que se ha seguido.
En un país como el nuestro que se debate constantemente en enfrentamientos y confrontaciones con grupos delincuenciales y que da lugar a hechos violentos, sumar rebeliones intestinas del grupo en el poder poco ayuda.
El ejercicio de la política debe ser un llamado reiterado a la solución de conflictos por la vía de los acuerdos y del entendimiento; las confrontaciones no ayudan, así sea en el seno de una granja que se monitorea y controla desde el gobierno.
Pero la administración de la granja destella conflictos adicionales, el que escenifica el senador Bonilla conta la gobernadora de Baja California; el gobernador de Puebla, Barbosa, en contra del coordinador de la Cámara de Diputados, Ignacio Mier, y otros más;
Las fracturas amenazan con desmantelar la organización y como ocurrió en la fábula de Orwel, a que la salida tenga una solución heterodoxa.