El viernes por la mañana me enteré de que un avión de Aeroméxico había salido muy temprano del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, y que durante el vuelo una pasajera había comenzado su trabajo de parto.

Les cuento rapidísimo que a bordo se encontraba una doctora que prestó sus servicios, y que fue auxiliada por las sobrecargos, llegando finalmente a su destino: el Aeropuerto Internacional de Ciudad Juárez. La pasajera y su bebé se reportaron estables; y posteriormente Aeroméxico anunció que con motivo del 90 aniversario de la línea aérea, que el bebé se hacía acreedor a 90 vuelos gratis.

El hecho por supuesto fue muy comentado en redes sociales, y también en los grupos y chats de los compañeros sobrecargos. Pero lamentablemente no faltó el personaje que trató de empañar el momento al desestimar el trabajo de los tripulantes.

Todo en el sentido de esa falsa idea que los sobrecargos solamente están ahí para dar “café y galletitas”. El ataque se torna rastrero cuando proviene de alguien que labora para la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), una persona bastante mal educada, que no dudó en insultar a mis compañeros sobrecargos, demeritando su labor a bordo de los aviones.

Irving, quien se presenta en sus redes sociales como “Irvingo Lingo” -antes, durante la pandemia era “Irvingo Pandemio”- decidió utilizar las redes sociales para denostar el trabajo de los sobrecargos; él pertenece a Medicina de Aviación de la AFAC.

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En mi página de Facebook hice una publicación comentando el hecho del parto a bordo del avión, y comentando la fotografía del feliz nacimiento escribí: “Por esto y muchas cosas más, urge redignificar los salarios de los sobrecargos #Aeroméxico #Sobrecargos”. A lo anterior, Irving comentó: “Observación: La que atendió el parto fue la doctora”.

Esto desató un maremágnum de reclamos airados por parte de esta persona, que afirma que “ando desinformando” por la clara y manifiesta intención de mi parte de hacer visible el trabajo de mis compañeros sobrecargos como personal altamente calificado.

Ignoro si esta persona tenga algún tema pendiente con algún o alguna sobrecargo, pero resulta preocupante un personaje como él sea el que “analice” a mis compañeros dentro de la dependencia de Medicina de Aviación, de la Agencia Federal de Aviación Civil, pues quedó claro que tiene cero empatía, y no solo eso, quedó demostrada de forma palmaria que carece de la adecuada comprensión para entender un trabajo especial, como lo es el de tripulante de aviación. Y el origen de su molestia es porque, desde su entender, yo no “apoyo” o “menciono” la labor de la doctora en tal evento.

Y cortemos de tajo los dimes y diretes, cualquier persona que vea el perfil de “Sobrecargo Informa” en Facebook podrá constatar que compartí el comunicado oficial de Aeroméxico sobre este hecho, que daba más detalles de fondo. Lo que le molestó al servidor público fue que hice un “statement” o posicionamiento público y personal muy claro y concreto.

Comunicado de Aeroméxico

Y es que muy probablemente, el público en general no sepa que los sobrecargos de Aeroméxico están en un proceso de revisión contractual, y a nada de que finalice la vigencia del Convenio de Ahorros que firmaron con la empresa para solventar la crisis financiera ocasionada por el Covid.

¡Por supuesto! ¿por qué le sorprende? Es más que evidente que hay una clara intención de resaltar el trabajo que desempeñan mis compañeros a bordo de una aeronave, en este caso para que la gente ajena al gremio valore lo que hacen los sobrecargos día a día. ¿Qué no hice mención de la doctora? ¡Falso!, y ahí están las pruebas. ¿Considera que no hice suficiente reconocimiento a la labor médica?

Bueno, entonces aprovecho para disculparme con todos los que a lo largo de la historia, desde Egipto y Mesopotamia, han aportado a la obstetricia, porque sin su praxis e investigación, ese bebé no hubiera llegado a este mundo… Y tampoco los mencioné.

Es más que obvio, mi publicación no pretende decir que la labor de los sobrecargos es tan apoteósica que podemos prescindir de los doctores y especialistas. Quien entienda eso es que no ha entendido nada. Lo que sí digo y sostengo -no ahora, sino desde hace muchos años- es que la función del sobrecargo es la de personal de seguridad a bordo, y que deben ser tratados y reconocidos como tales.

Los sobrecargos contratados por Aeroméxico después de septiembre del 2014, entraron con un contrato laboral distinto, al que le llaman de manera eufemística “Anexo B”, gracias a que el entonces Secretario General del Sindicato de Sobrecargos (ASSA), Ricardo Del Valle, convenció a mis compañeros de Mexicana, de votar a favor de esa medida, a cambio de “meterlos” a volar en Aeroméxico.

Más de 800 de compañeros engrosaron de golpe y porrazo las filas del caballero águila, con la única finalidad de poder llevar sustento a sus casas. Y es que muchos de ellos, después de 4 años de haber parado operaciones, y con el conflicto legal de Mexicana empantanado, no habían podido conseguir otro trabajo. Eso sucede cuando realizas un trabajo especializado, no es fácil el poder colocarse en otro lado, y menos con una historia repetida mediáticamente hasta la náusea de que la aerolínea había “quebrado” por los altos salarios de los tripulantes.

Muchas puertas se cerraron por el simple hecho de escuchar “Mexicana de Aviación”. Había que reinventarse y explotar otro tipo de talento; compañeros que tenían otra profesión se dedicaron a ella, colgando las alas de sobrecargo… O aceptar el Anexo B de Aeroméxico.

Este nuevo contrato (dicho sin eufemismos) tiene un tabulador “congelado” a 10 años, mientras que el Contrato A, tiene un tabulador que cambia cada 5 años. Esto es, los sobrecargos que entraron a volar en 2014, siguen teniendo el mismo salario tabular diez años después.

No voy a poner cifras, porque son datos sensibles de mis compañeros, pero sí les puedo decir con los pelos de la burra en la mano, que su salario actual es similar a lo que un ejecutivo de servicios a bordo con un año de antigüedad en la empresa, ganaba hace 22 años.

Hagan cuentas ustedes. Piensen en cuál era su sueldo hace 22 años, y díganme si podrían vivir con ese ingreso. Pónganle los adjetivos y epítetos que quieran, pero esto se llama “pauperización de los salarios de los sobrecargos”; un gremio que en las épocas de vacas flacas de la empresa han cedido ingresos y prestaciones en aras tanto de mantener su fuente de empleo, y de que la aerolínea siga en el aire. Si a esto no se le llama “ponerse la camiseta”, entonces no sé de qué estamos hablando.

Por supuesto que no se me olvida que Aeroméxico tuvo que pasar por el trago amargo de entrar al capítulo 11 (de la Ley de Quiebras) en los tribunales norteamericanos. Tengo muy claro que se vio obligada a realizar una severa reestructura en aras de la viabilidad financiera de la compañía aérea, pero tampoco olvido ni pierdo de vista que los sobrecargos, y demás trabajadores, se amarraron el cinturón en concordancia con lo que estaban viviendo.

La pandemia de Covid 19 fue completamente lesiva para la aviación, no lo niego. Por eso, entiendo que ahora que la empresa está en franca recuperación, los sobrecargos que apoyaron en los momentos más álgidos a su empresa, pidan que se les retribuya. ¿Piden lo imposible? ¡No!, lo digo fuerte y claro, solo hay qué voltear a ver qué pasa en otras latitudes del mundo, para darse cuenta de que no están pidiendo nada imposible de realizar.

Están pidiendo un salario remunerador. Dice nuestra Carta Magna (Artículo 123, apartado A, fracción VI) que los salarios deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos. De ahí la importancia de redignificar los salarios. En una asamblea, un compañero argumentaba: es imposible vivir con el mismo salario durante 10 años, y el trabajo arriba de un avión es agotador, las jornadas no se parecen en absoluto a lo que se volaba a principios del siglo XXI.

Quiero traer a su memoria el incidente del vuelo 516 de Japan Airlines, a principios de este año, para ser más exactos el 2 de enero, en el Aeropuerto de Haneda, en el que un avión A350 colisionó con un avión en tierra, provocando un incendio. Fue gracias a la maravillosa actuación de sus tripulantes, que todos los 367 pasajeros de ese vuelo, más los 12 tripulantes, salieron completamente ilesos.

Pueden buscar las imágenes de como quedó la aeronave consumida por el fuego, pero les aviso, son terribles. Sin la labor de este personal altamente calificado para evacuar a todos los pasajeros del avión en menos de 90 segundos, la historia no hubiese sido la misma.

Avión de Japan Airlines

Yo hablo de la necesidad de dignificar los salarios de los sobrecargos, y no solo en Aeroméxico, también en Volaris, en VivaAerobus y en cualquier empresa de aviación comercial, privada o pública, por la responsabilidad que tienen sobre sus hombros.

El desgaste físico, mental y emocional que tienen no es proporcional con los salarios y prestaciones que reciben. A estas alturas no cabe duda, si con mi voz y mi pluma puedo aportar un granito de arena para que mejoren sus condiciones laborales, no dudaré en hacerlo.

Sí, en dos renglones de mi muro de Facebook hice apología de la labor de mis compañeras sobrecargos, que asistieron en un trabajo de parto durante un vuelo. No me tiembla la mano al reconocer que es un discurso en defensa y alabanza de un gremio al que todavía pertenezco. Y seguiré levantando la voz, porque lamentablemente para el sindicato al que pertenecen mis compañeras (ASSA de México), el evento pasó totalmente desapercibido, y ni una mención merecieron para felicitarlas por su labor.

Además de triste, es paradójico, pues la empresa Aeroméxico sí reconoció su labor, no así el sindicato que dice velar por sus derechos laborales, sobre todo cuando están en medio de una revisión de contrato. No nos espantemos, hay momentos en que se debe “cacarear el huevo”, y este es uno de ellos.