En tiempos de cambio que son tiempos de crisis, de lucha de las fuerzas sociales de la transformación a la que se oponen las fuerzas de preservación del statu quo, esto es lo que polariza las voluntades, no un líder. Estamos en un tiempo en que también se presentan en forma regular los reagrupamientos y redefiniciones de las fuerzas ideológicas y políticas: hay desprendimientos de grupos inconformes, cambios de líderes de un partido a otro, fundación de nuevas organizaciones, replanteamiento de las líneas ideológicas y programáticas. Todo, al influjo de este proceso de cambio o transformación al que se le opone otro de preservación o conservación de la realidad precedente. Esta es la dinámica central de la sociedad nacional y de las instituciones públicas al día de hoy.
La derecha mexicana nunca ha tenido una sola vertiente ideológica, política y organizativa, pero sí un tronco histórico común que arranca en el pensamiento colonialista de quienes abrazaron la causa independentista (sectores del ejército y de la burocracia colonial, de los criollos, que promovieron en principio la idea del “autonomismo”) al final de la lucha, cuando las fuerzas auténticamente insurgentes habían sufrido derrotas importantes y se hallaban dispersas y cuasi vencidas, enarbolando principios como: construir un imperio, una monarquía absolutista, preservar la estructura social tal cual, un pensamiento articulado a la iglesia colonialista quien logró centralizar las riquezas nacionales, y los fueros y privilegios de tales sectores, lo que constituyó una alianza poderosa apoyada por las potencias extranjeras que mantenían deseos de dominación sobre México, todo lo cual derivó en el conservadurismo que se desarrolló durante el siglo XIX combatido por federalistas y liberales, que fueron los actores centrales en la formación de la nación y del Estado mexicano. Aquellos postulados son sus referentes históricos, los cuales en alguna medida encontramos presentes en el siglo XX y aún en el siglo XXI.
Así como el PAN ha tenido un grupo de ultraderecha a su interior como “El Yunke”, el PRI tuvo un grupo de ultraderecha monárquica llamado “El Círculo Negro” que era el custodio de la Constitución de la monarquía mexicana, la cual juraban los presidentes de la época dorada del presidencialismo omnipoderoso y despótico del PRI. Las ultraderechas en cada formación política -con sus claras diferencias en una y otra- nunca han estado ausentes, se habrán debilitado, no sabemos si desaparecido. En el PAN reforzaron el talante religioso y del privilegio, en el PRI el talante autoritario y excluyente. En ambos, estos grupos fueron testigos mudos del creciente “virus de la corrupción” que abarcó al partido, las instituciones y los líderes.
El proceso político-ideológico-cultural y económico de la 4T -como la entendamos- ha traído consigo un conjunto de cambios y modificaciones en las reglas del juego político nacional, bilateral con EUA e internacional (en toda la región iberoamericana, europea y asiática) que han desconfigurado las percepciones, convicciones y realidades sociales e institucionales precedentes, y en consecuencia, la forma de pensar el presente y el futuro, produciendo el reagrupamiento, la reorganización y la reconfiguración ideológica y política de un sector de la derecha mexicana a la que podemos llamar la ultraderecha, que emerge con nuevos líderes, conceptos, recursos de todo tipo y propuestas programáticas, a un año de la próxima elección presidencial y renovación del Congreso mexicano, en el escenario político nacional, no con la alianza ineficiente y desgastada (PAN, PRI Y PRD) conducida por un sector del gran capital, sino directamente patrocinada por fuerzas políticas ubicadas en territorio de los EUA, concretamente sectores del Partido Republicano, como los encabezados por el expresidente Donald Trump, haciendo surgir en nuestro país el Partido México Republicano (PMR). No me escandaliza, lo siento hasta cierto punto normal, con tan poderosos intereses que hay en México de los EUA y ante el desfallecimiento de la derecha tradicional.
Surgió como partido estatal en el estado de Chihuahua, y luego de acreditar 12,000 afiliados y las asambleas respectivas, el Instituto Estatal Electoral hizo entrega de la Constancia de Registro como nuevo partido político, con el Dr. Enrique Romanillo Leyva como responsable del mismo en Ciudad Juárez, quien afirmó para la prensa estatal: “México Republicano surge como una opción para darle voz a los que no tienen voz, estamos permeando a la sociedad de manera importante y pronto van a conocer toda nuestra propuesta” (El Heraldo, 9 de agosto, 2023)
Su lema partidista es “Libertad, Fuerza y Grandeza”. Sus 8 principios y objetivos:
- “Detonar el crecimiento económico sostenido.
- Reinstalar la seguridad pública.
- Garantizar la paz social.
- Garantizar un sistema de salud universal eficaz.
- Limitar el poder del gobierno.
- Crear una clase propietaria.
- Instaurar un capitalismo social.
- Garantizar fuerzas armadas capaces y preparadas para la defensa de nuestros intereses.”
Lean con atención los postulados, son altamente reveladores.
En una gira proselitista por Baja California del presidente nacional de “México Republicano” Juan Iván Peña Neder (fue dirigente del partido Redes Sociales ligado a Elba Esther Gordillo), el secretario general Gricha Raether Palma y el asesor general del movimiento Larry Rubin, pusieron gran énfasis en sus declaraciones a la prensa, sobre que un punto de apoyo fundamental de esta agrupación partidista son “los 38 millones de mexicanos de doble nacionalidad presentes en la economía mexicana”, refiriéndose a todos los residentes legales en EUA que envían miles de millones de USD a México anualmente para sus familias y que se han vuelto un flujo vital, sustantivo para la economía mexicana. Agregan:
“si la Constitución prevé que haya ciudadanos que tienen la doble nacionalidad, pues debe prever cómo legitimar sus derechos, no se puede tener mexicanos de primera y de segunda, si el Estado mexicano ha decidido conceder pasaportes a gente que también posee pasaportes de otras nacionalidades y está previsto en la ley, pues tiene que conceder representación política”.
México Republicano
Hablan de la binacionalidad como hecho y derecho de representación política, no sólo de ciudadanía y ejercicio del voto, aunque no abundan en la modalidad propuesta en el dicho sobre la necesidad de “legitimar sus derechos”. Aquí hay los elementos primarios de una precisamente estrategia binacional que nadie ha explorado realmente. Los aliados que tienen en EUA pueden no sólo favorecer sino coadyuvar directamente para su concreción. Un discurso así en estados y ciudades fronterizas del norte de México tiene mucho más impacto que en cualquier otra región.
Escuchen la otra promesa:
“en México Republicano entendemos la importancia de la clase media, lo que hace a Estados Unidos, a Canadá y tantos países en el centro de Europa es justamente la fuerza de la clase media y para eso estamos aquí, para apoyar el desarrollo de la propiedad privada, el capitalismo, el desarrollo sustentable y el crecimiento de la clase media en México para llegar a un alineamiento mucho más justo entre la sociedad de los Estados Unidos y la de México”.
México Republicano
En buena medida arrebatan banderas ideológicas a la derecha tradicional en México como apreciamos en el párrafo anterior. Y claro, atacan con fuerza los eventos de criminalidad como otra bandera fundamental, y en nuestros días, atacan también el nombramiento de Sady Loaiza el venezolano director de Materiales e Innovación de Contenidos en la SEP, a quien toman como ejemplo de la penetración comunista en los libros de texto gratuitos. Pero se unen de igual forma al reclamo de una “Reforma Judicial” para nuestro país. Así, recogen todas aquellas demandas que les son útiles para promocionar su organización en una gira por el territorio de la república de un Comité Nacional integrado por varias personas que obviamente tiene un costo económico significativo. Damos cuenta de un proceso, no estigmatizamos el ejercicio de derechos.
La otra y principal “gran pinza” de este amplio esfuerzo organizativo es “Viva México” en EUA promocionada y dirigida por el antes actor mexicano y ahora también cineasta Eduardo Verástegui. Durante la participación de esta organización en la reunión mundial de “Acción Política Conservadora”, realizada en noviembre pasado en México, sus líderes decidieron tomar como base de su participación en la próxima sucesión presidencial en nuestro país en 2024, el “Movimiento Viva México”, y como figura central a su líder principal para buscar la forma de que el mismo pueda estar en las boletas electorales.
La hipótesis más plausible es que la respuesta fue formar el Partido México Republicano como la vertiente o brazo electoral de todo este proyecto que arranca en 2019 (inició del gobierno de AMLO ¿coincidencia?) cuando se funda dicha organización de perfil eminentemente católico enfocada en la promoción de políticas públicas de corte conservador, igualmente a la educación, desarrollo económico, familias y juventud. Aseveró Eduardo Verástegui (quien fue asesor de Donald Trump como presidente en el programa “Iniciativa para la Prosperidad Hispana”) en su cuenta de Twitter en un video: “Hemos estado construyendo un movimiento de patriotas que busca defender los tres pilares que sostienen esta gran nación: Dios, patria y familia; es por eso que les quiero hacer una invitación a este movimiento, a sumarse a este ejército de mexicanos”. (https://www.imagenradio.com.mx/,o6/o8/23)
Su principal postulado:
“Todos los partidos son lo mismo y todas las cúpulas políticas piensan y hacen lo mismo. Hagamos las cosas diferentes. Te invito a unirte al movimiento Viva México que próximamente será la oposición que representará tus valores y los anhelos de todos los mexicanos” (https://www.marca.com/mx/actualidad/2023/07/21/)
Además, de otros, como: defender la familia y la vida desde la gestación, los valores, la identidad religiosa basada en la Biblia, rechazar el populismo y el comunismo, como banderas que enarbola este movimiento. Son entonces dos organizaciones lideradas por Verástegui: Viva México y Manto Guadalupano, una, organización social y política; la otra, fundación religiosa de ayuda.
Continuamos en la próxima entrega.