No se habían experimentado cambios en el ámbito laboral a favor de los trabajadores como los que hemos tenido en el actual sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, que van desde la libertad sindical y la contratación colectiva, la eliminación de la subcontratación, el aumento de vacaciones, el teletrabajo, el aumento al salario mínimo, entre otros, los cuales han sacudido al sector patronal.
Estos procesos son inéditos, pues los patrones siempre habían trabajado de forma conjunta con los anteriores gobiernos neoliberales, por lo que ahora han tenido que intervenir en los procesos legislativos en las cámaras de diputados y senadores, llevando a cabo un guion bien establecido que repiten siempre, el cual se desarrolla de la siguiente manera:
1.- Se plantean foros abiertos para que se repita hasta el cansancio la línea empresarial sobre el tema, 90% son sus oradores y los despachos que se denominan de empresa, el otro 8% lo hacen sindicatos charros oficiales que poco aportan al debate; para ellos los legisladores convocan en sus respetivas cámaras las veces que sea necesario.
2.- De forma paralela se llevan a cabo foros y simposios en institutos académicos, los cuales se acompañan de estudios que casualmente se investigaron sobre el tema y siempre concluyen confirmando que la línea empresarial es la que soluciona el problema.
3.- Salen sesudos artículos en periódicos alegando la tragedia que será para el país que se cambien las condiciones de trabajo, estos suelen ser abundantes y en varios periódicos nacionales.
4.- También aparecen mágicamente otras iniciativas de partidos distintos a la original que inició el debate, de oposición, pues siempre habrá un legislador que se preste amablemente para hacerlo, con su respetivo beneficio.
5.- Cuando no ven que la operación da resultado, entran los especialistas en cabildeo legislativo que vigilan cada paso, reunión y mesas de análisis para presionar a los legisladores en turno, los grupos parlamentarios.
El último episodio de esta estrategia lo vimos con las vacaciones, en donde lograron presionar a los senadores para que la reforma iniciara el primero de enero de 2023, sin que sea definitivo pues todavía pueden “presionar” a los diputados para patear más tiempo el inicio de las vacaciones dignas.
Otro caso lo tenemos muy activo en este momento, es el del salario mínimo, pues durante los últimos meses de final de año en que nos acercamos a la fecha de decisión de su aumento para 2023, han salido artículos en medios y redes sociales afirmando que está perfectamente acreditado que el aumento al salario no ha generado cambios en la pobreza en México, no sin antes adornarlos con sendos estudios del Colegio de México y el CIDE.
Respecto de que los aumentos al salario no han sacado aún a los trabajadores de la pobreza tienen razón, se necesita que el salario mínimo alcance el equivalente a dos canastas básicas para que los trabajadores salgan de la pobreza alimentaria (el equivalente a 3 SM actuales), es decir, que los aumentos deberían ser más agresivos que el 15% que propone el sector patronal para 2023.
No quiero dejar la sensación de que la estrategia empresarial no da resultados, la diferencia no la han dado los legisladores y su defensa por los derechos, sino que el gran protagonista ha sido la política pública laboral de la actual administración, de donde viene el empuje para que todos los cambios que hemos visto en materia laboral se lleven a cabo, es decir, se necesitaba que el estado adoptara el papel rector de las políticas laborales para que se implementaran los cambios, y que exista una visión distinta de las necesidades productivas y de ingreso de los trabajadores. Da igual si al final los legisladores suben a sus redes lo aprobado como logro personal (todos los colores lo hacen), nadie les cree ni les importa, sobre todo los trabajadores, es la decisión de quien dirige la política nacional laboral lo que importa al momento de votar y saber lo que importa a la clase trabajadora.
Twitter: @riclandero
Vladimir Ricardo Landero Aramburu. Maestro en derecho por la UNAM.