Este 1 de febrero, en diferentes instituciones de educación superior, públicas y privadas de México, se reiniciarán las clases en formato presencial, después de cerca de 22 meses de suspensión de actividades académicas por pandemia.

El 17 de marzo de 2020 fue la fecha en que la mayoría de las escuelas del sistema educativo nacional, por acuerdo gubernamental, decidieron suspender clases y actividades académicas presenciales, para evitar la propagación extraordinaria del coronavirus.

El retorno es más que extraordinario, sorprendente y emocionante, debido a que nunca antes en la historia de la educación, habíamos vivido una suspensión de labores tan larga, pero sobre todo, no habíamos tenido experiencias tan cargadas de noticias tristes o difíciles de entender, en este tipo de contextos de crisis de salud pública. Dicho retorno también será complejo e incierto.

Lamentablemente, supimos de estudiantes que durante el confinamiento perdieron a sus familiares más cercanos. También, nos enteramos de la triste pérdida de algunos o algunas colegas docentes, o de compañeras y compañeros trabajadores de la educación, que padecieron la enfermedad del Covid con consecuencias diferentes y en algunos casos adversas.

Aunque las y los docentes, así como directivos escolares, asesores y estudiantes, nos mantuvimos activos durante estos tres ciclos escolares, en que se ha prolongado el confinamiento, (conclusión del ciclo 2019-2020; así como los ciclos 2020-2021 y lo que va del actual 2021-2022), el vínculo educativo no fue el mismo tanto en cantidad como en calidad, a través de las nuevas tecnologías de la comunicación, la educación y la información.

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En algunas dependencias o centros educativos, las clases presenciales iniciaron durante el mes de enero del año nuevo 2022. En otros casos, de acuerdo con el calendario escolar, las clases se inician este 1 de febrero. Existen sobre ello expectativas contradictorias: para algunos, la reapertura traerá una nueva ola de contagios o transmisiones masivas del virus; mientras que para otros, no habrá tal escenario negativo, en términos de salud pública, si se toman las medidas adecuadas para evitar la multiplicación de transmisiones.

Por el momento, las estrategias y procedimientos que se han seguido en materia de prevención de la salud y la educación, han llevado a las escuelas de educación superior a regresar a trabajar con el formato presencial de manera gradual y con esquemas combinados (presencial y en línea), mediados por tecnologías, tanto en forma sincrónica como asincrónica (el llamado modelo “híbrido).

Sobre ese tema, les comparto algo que me tocó vivir y que guarda relación con el retorno a las clases presenciales: La semana pasada estuve en un ejercicio de simulación de una sesión, que se dará por medio de alguna de las plataformas digitales dentro del modelo “híbrido”; plataformas especialmente diseñadas para llevar a cabo teleconferencias, desde un aula de mi centro de trabajo.

Lo que observé es que, al menos en ese espacio:

  • 1) La cámara está fija, lo cual limita la vista panorámica de aula (no se puede ver a todos los participantes, sólo al docente);
  • 2) Hay dos micrófonos ambientales fijos en el aula, hecho que puede afectar la fidelidad del sonido;
  • 3) para sesionar en aula, por protocolo, se requerirán puerta, ventanas y cortinas abiertas, lo cual afectará tanto al audio como al video;
  • 4) La capacidad de trabajo y memoria de la unidad central de procesamiento (CPU) es baja, lo cual podría generar cortes de señal.

Hace unos días, estas dificultades u obstáculos los comenté con mis compañeras y compañeros de trabajo y funcionarios universitarios, quienes regresaremos a clases y/o a actividades académicas esta misma semana.

En ese contexto, propuse lo siguiente:

  • 1)  Adquirir cámaras móviles sencillas y ubicarlas en un sitio que permita visualizar a ambos pintarrones y para visualizar los movimientos del docente (asesor) y estudiantes, especialmente cuando realizamos técnicas grupales;
  • 2) Adquirir micrófonos inalámbricos de solapa para aumentar la fidelidad del sonido;
  • 3) Estos cambios aumentarán con seguridad la eficiencia de audio y video;
  • 4) Adquirir accesorios electrónicos (tarjetas) para aumentar la capacidad de trabajo y memoria de los CPU;
  • 5) Fortalecer las acciones de formación continua en contextos educativos complejos.

Será interesante saber sobre otras experiencias de simulación de sesiones, por parte de nuestr@s colegas, para generar más propuestas e ideas que favorezcan el trabajo docente mediado por tecnologías, en contextos de presencialidad o virtualidad educativas.

El retorno a clases presenciales en la educación superior no será una tarea sencilla. Como no lo será en otros niveles educativos. Más que una nueva “normatividad”, me parece que estamos frente a una nueva realidad a la cual nos enfrentaremos no sólo en lo social, sino en lo educativo y, dentro de ello, en lo didáctico.

Los seres humanos, en lo individual y colectivo, nos hemos adaptado rápida o lentamente a este fenómeno durante este tiempo (dos años). Por ello, habrá que coordinar las diferentes propuestas de cambio, realizar las inversiones económicas que sean necesarias y ser creativos para afrontar, junt@s, esta nueva realidad que nos ha traído la pandemia.

Juan Carlos Miranda Arroyo en Twitter: @jcma23

Correo electrónico: jcmqro3@yahoo.com