Una buena parte de las primeras planas de los periódicos de ayer fue dedicada a las remesas. Los envíos de dinero hacia México, por parte de los connacionales que radican en el extranjero, sumaron 46 mil 834 millones de dólares a noviembre de 2021. Es un monto histórico. Todo indica que superarán los 50 mil millones de dólares en todo el año.
El crecimiento acumulado de estos flujos fue de 26.7 por ciento anual, el más alto en 18 años, según los registros del Banco de México. Entre enero y noviembre del 2021 se registraron casi 124 millones de envíos, cifra 14.2 por ciento mayor a los 108.6 millones de igual lapso del año previo. La remesa promedio en el periodo fue de 378 dólares, 11.2 por ciento mayor a la de 2020. En 2021 residían cerca de 12 millones de migrantes mexicanos en Estados Unidos, 400 mil más que en 2020. Ellos sí han sido un motor de transformación.
“El flujo de 12 meses de remesas (de diciembre 2020 a noviembre 2021) supera por primera vez los 50 mil millones de dólares al registrar 50 mil 483.6 millones de dólares”, destacó el subgobernador de Banxico, Jonathan Heath, a través de su cuenta de Twitter.
Definitivamente, esto no es un logro del gobierno de la 4T. Los mayores envíos han sido impulsados por el dinamismo en la economía estadounidense. En realidad, los flujos de remesas reflejan el alto crecimiento económico en Estados Unidos y la débil recuperación de México.
El plan de infraestructura de la administración de Joe Biden podría impulsar este año el envío de más dinero por parte de los connacionales empleados en el sector de la construcción. Esto debería ser una lección para que los líderes gubernamentales de México entiendan que la reactivación económica de nuestro país necesita mucho más que programas sociales. Se requiere inversión, certeza, Estado de Derecho.
Me llama la atención cuando el gobierno de la 4T celebra el crecimiento de las remesas y muestra con orgullo las gráficas comparativas. ¿Acaso cree que es su mérito este aumento? Nada más lejano. La verdad es que tenemos otros elementos para el análisis.
- Cada migrante elige salir de casa por diferentes motivos. Muchos tienen la ilusión de un empleo mejor remunerado. Pero todos traen consigo de regreso sus experiencias de vida, conocimientos, cultura y ambiciones.
- A medida que se instalan en Estados Unidos, los migrantes mexicanos adquieren nuevas habilidades y conocimientos. Eso los transforma para siempre.
- Invariablemente, nuestros paisanos contribuyen al bienestar de sus familias y comunidades en sus lugares de origen enviando dinero a casa.
- Las remesas han sido reconocidas como un importante vehículo de desarrollo asociado con la migración.
- Las cifras demuestran que el dinero enviado a casa desde Estados Unidos es más estable que otros flujos de capital.
- El total de las remesas es mucho mayor que cualquier ayuda internacional para el desarrollo que México pudiera recibir.
- Ante la falta de inversión pública y privada, a nivel individual y comunitario, los flujos de remesas para las familias migrantes pueden ser un salvavidas económico.
Más allá de lo que nos digan en las “mañaneras” desde Palacio Nacional, debemos reflexionar sobre el impacto que estos flujos, esencialmente privados, tienen en las familias. Las remesas sacan a las familias de la pobreza, mejoran las condiciones de salud y nutrición, aumentan las oportunidades de educación para los niños, mejoran la vivienda y el saneamiento, promueven el espíritu empresarial y reducen la desigualdad. Y nada tiene que ver el gobierno con esto.
Pero no todo es dinero. También hay otro tipo de remesas: las “remesas sociales”. Son el flujo de habilidades, conocimientos, ideas y valores que los migrantes transmiten a sus hogares y comunidades. Esas remesas sociales tienen un impacto en México en áreas como educación, salud, empleo, negocios y aspectos de gobernanza local.
También hay un efecto de desarrollo más amplio, ya que los receptores de las remesas sociales se extienden más allá del círculo inmediato de familiares y amigos de los migrantes. Es una forma de construcción de comunidad, de fortalecimiento del tejido social.
Entonces tenemos que analizar, en conjunto, las remesas financieras y sociales. Ambas tienen un impacto en el logro de los objetivos familiares individuales, las prioridades de desarrollo comunitario y nacional. Y nada tiene que ver el gobierno con esto.
Por ello, más allá de las gráficas en las mañaneras y de las declaraciones presidenciales que transcriben los periódicos, ¿qué podría hacer el gobierno de la 4T en torno a las remesas?
- Crear un entorno propicio para fomentar los flujos de remesas a los sectores productivos de la economía. El gobierno podría alentar el compromiso social y financiero con sus comunidades de origen de los mexicanos que viven en Estados Unidos a través de incentivos y políticas públicas como exenciones fiscales, productos financieros, educación financiera, acceso a instituciones financieras, productos de ahorro, oportunidades empresariales y esquemas simplificados y seguros de entrada cuando regresan al país.
- Reducir el costo de las transferencias, aumentar la seguridad y eliminar los fraudes. Los altos costos de transferencia de remesas financieras reducen la disponibilidad de fondos a nivel individual. Bancos, operadores de transferencia de dinero menos costosos, nuevas plataformas como los servicios de transferencia en línea, carteras digitales y aplicaciones de dinero móvil, criptomonedas, podrían crear una mayor competencia y transparencia dentro del mercado de transferencias de remesas.
- Facilitar el flujo migratorio y aduanal de regreso. Las aduanas, los puertos de entrada, las carreteras siguen siendo lugares intimidatorios y plagados de corrupción e inseguridad. Esto afecta a los paisanos. Los obstáculos para la movilidad son enormes y no hay ningún tipo de sentimiento positivo de acogida de los migrantes cuando llegan a su país de origen. Las autoridades son sus principales enemigos.
- Los migrantes que llegan a Estados Unidos necesitan algún tipo de apoyo, sensibilización, educación financiera y acceso a servicios financieros asequibles. Ahí está una tarea para la Secretaría de Relaciones Exteriores y su red de consulados. Esto permitiría a los migrantes tomar decisiones informadas sobre los medios más baratos y seguros de enviar dinero a casa, y les permitiría comprender los productos financieros en los que sus familias pueden invertir. Esto, a su vez, reforzaría el sistema financiero en México.
- El gobierno de la 4T debería aprender a colaborar con organizaciones especializadas, la sociedad civil, la academia y el sector privado en proyectos e iniciativas concretos destinados a mejorar el conocimiento y el uso de las remesas sociales y financieras. Muchas organizaciones han realizado estudios y han trabajado para mejorar el impacto de las remesas en el desarrollo comunitario y la inclusión financiera.
Reconozcamos la tremenda contribución de los migrantes, tanto en sus remesas financieras como sociales, a la economía mexicana; pero lo más importante es la transformación de las familias. Los migrantes deben ser vistos en México como agentes de cambio. Pueden contribuir directamente al desarrollo humano, político y económico de sus comunidades.
Javier Treviño en Twitter: @javier_trevino