Me imagino que el efecto de ser político o política en los seres humanos es parecido a lo que sucede con los doctores: Ellos, los médicos, no se involucran emocionalmente con sus pacientes. Sobre todo los oncólogos. Lo digo por experiencia.

Es decir, por supuesto que un buen médico querrá que sus pacientes estén sanos y que no sufran y pondrán todo el corazón en salvarles la vida. Pero difícilmente desarrollan un  afecto hacia el paciente. Se vuelven y se tienen que volver fríos e indiferentes. Y es que así es como funcionan.

Ven y tocan y huelen el dolor humano, todos los días, pero con frialdad y esto es con la única finalidad de estar a salvo ellos del sufrimiento. No sé si eso es bueno o malo. Bueno para ellos, malo para el paciente que a veces siente que sus médicos no la aprecian ni tampoco la atienden ni tienen prisa en sanarlos.

Un poco (o un mucho) pasa lo mismo con los políticos y los que se dedican a trabajar en el gobierno de nuestro país.

Los veo estar tan tranquilos e indiferentes cuando ellos mismos anuncian y reportan masacres, muertes, violencia, fallecimientos de las y los ciudadanos por falta de medicamentos o por no haber recibido su tratamiento a tiempo... Y nos lo cuentan como si estuvieran dando el pronóstico del clima.

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Hace un par de días una señora de la tercera edad alzó la voz junto con su bastón para reclamarle a la presidenta que no hubieran diagnósticos médicos  certeros y tempranos ni tampoco insumos en los hospitales, sucediendo esto en San Nicolás de los Garza, en una gira realizada por la presidenta en aquella entidad y teniendo como compañía a Zoé Robledo y a Samuel García, Gobernador de Nuevo León.

La señora no estaba diciendo mentiras. Sabemos que el sistema de salud no sirve, es insuficiente y no es de primer nivel como nos lo han prometido.

Pero Claudia, Zoé y Samuel se le quedaron mirando desde sus sillas a la señora, como mirando a la nada, sin inmutarse, sin tener el detalle de acercarse a la señora en ese momento.

Un “ahorita la atiendo”, dijo una presidenta visiblemente fastidiada. La señora se calmó.

No supe si la atendió ella o mandó a alguien más a atender sus inquietudes. Típico que pudiera haber sucedido lo segundo, sería muy bueno saber que la propia presidenta sí tuvo el acercamiento con aquella dama.

Tampoco, siendo muy realistas es que Claudia pueda en un solo día levantar el sistema de salud que francamente está colapsando.

Sigo sin entender qué hace Zoé Robledo como director del IMSS. El es un buen político pero sin tener idea de lo que se trata la salud y la enfermedad. Pero, bueno. De nuevo se reeligió y no ha hecho gran cosa. Inaugura un hospital acá y otro centro de salud allá pero nada más.

Y es que también él debería de haberse acercado a la señora, pero no. La silla estaba cómoda.

Ya ni se diga de Samuel que, desparramado en su silla veía inerte a la señora. Cómo mirando al más allá o pensando en cuando iba a cobrar su quincena.

Total que la indiferencia brotó por la piel de estos tres funcionarios públicos.

Pero preocupa ese distanciamiento afectivo que demostró tener nuestra presidenta ante el reclamo de una persona por una necesidad tan importante como lo es la salud.

No se levantó de su silla.

Claudia, necesitamos que te levantes de tu silla y te acerque a aquellos que no están frente a ti para aplaudirte y alabarte, sino frente a los que te piden y te exigen que cumplas con tus funciones y promesas.

Sé que es difícil, pero el ego debe de quedar atrás y ser un poco sensible no está de más.

Necesitamos más sensibilidad por parte de nuestros políticos. Que de veras puedan compadecerse de alguien que no está recibiendo atención médica oportuna y eficaz y que está sufriendo, porque entonces sí, sería real que se “estuvieran atendiendo las causas”, frase que ocupa nuestra presidenta Claudia Sheinbaum cuando no tiene nada concreto y certero que decir .

Se les pide que sean sensibles, aunque sea un poco y nada más .

¿Es muy difícil? Tal vez sí. Tampoco quieren sufrir.

Es cuanto