“La verdadera desesperación no nace frente a una terca adversidad, ni en el agotamiento de una lucha desigual. Nacen de que ya no conocemos las razones para luchar ni si, cabalmente, es preciso luchar. Las páginas que siguen dicen simplemente que, aunque la lucha sea difícil, las razones para luchar, al menos, continuan estando claras”.
Albert Camus
José Ramón López Beltrán:
Conoces a Andrés Manuel mejor que nadie. ¿Cuál es la principal característica de tu papá? Que nunca se rinde, todo lo resiste y ha superado los peores ataques simple y sencillamente por el apoyo de un sector importante del pueblo mexicano que no se deja engañar.
¿Por qué, José Ramón, la gente no le da la espalda a tu padre ni siquiera cuando arrecian las campañas mediáticas sucias en su contra? Por su honestidad personal, solo por esa razón.
Rara avis de la política, Andrés Manuel López Obrador es un hombre cabalmente honesto. Millones de mexicanos y mexicanas lo saben y lo atesoran como su principal patrimonio. De ahí que nunca falte pueblo —sobre todo en los barrios menos favorecidas en términos económicos—, dispuesto a sacar el pecho por él en los conflictos que ha experimentado.
Dije que la gente atesora la honestidad personal del presidente López Obrador. Y cómo no: ha habido tan pocos políticos decentes que cuando aparece uno debe cuidarse como el mayor tesoro.
Tu padre, José Ramón, ha sufrido y superado terribles ataques —inmerecidos, esta es la verdad—, como el desafuero, los videoescándalos, las campañas negras previas al fraude de 2006; el mismo fraude de ese año; el cerco mediático durante el sexenio de Calderón; las calumnias y las ofensas en los medios cuando la gente se opuso a tan inmoral actitud periodística y las empresas de comunicación se vieron obligadas, por la presión popular, a abrirse; Andrés Manuel tuvo inclusive que aguantar entrevistas, como alguna de Carlos Loret, en las que no importaba la opinión del entrevistado, sino que se diseñaron para linchar al dirigente de izquierda.
A pesar de tanto en contra, AMLO salió adelante y es hoy el presidente de México. Superará la actual envestida, sin duda, pero esta, si bien no puede considerarse las más dura que ha sufrido, es seguramente la que más le duele.
Andrés Manuel es un padre amoroso, me consta, y debe lastimarle profundamente que se utilice la vida privada de su hijo mayor —en efecto, la tuya, José Ramón— para golpearlo con toda la saña de un periodismo que quiere tomar venganza por algo que Andrés Manuel ha hecho y que ha enfadado tanto en las direcciones de las empresas mediáticas como en lo individual a columnistas: reducir el dinero entregado a los medios a cantidades razonables —ya no se pagan las fortunas acostumbradas en el pasado— y negar totalmente tales recursos a los y las comentócratas que estaban en las nóminas extraoficiales o informales del gobierno.
Debes resistir, José Ramón. Eres un hombre honesto con un respetable estilo de vida que elegiste con tu esposa, también vulgarmente agredida, con exceso de misoginia, por una comentoncracia que presume su feminismo cuando le conviene, pero que no lo aplica cuando juzga a quien odia.
Vendrán nuevos ataques contra tu familia —la mafia del poder está decidida a destruir a un presidente cuyo único pecado es el de pretender cambiar lo que no ha funcionado en México—, y, por lo tanto, tú y tus hermanos deberán estar preparados para más infamias, más insultos, más burlas, más mentiras.
Tu padre no se rendirá, José Ramón; tú tampoco debes hacerlo. La resistencia, una vez más, es el estandarte para vencer en la guerra contra ustedes que no termina. Triunfarán, pero no será sencillo. Recuerda a Camus: “Aunque la lucha sea difícil, las razones para luchar, al menos, continuan estando claras”.