El periodista Claudio Ochoa Huerta dio a conocer tal reunión en El Universal. Comentaré lo que él dijo, a pesar de que siempre he desconfiado de las columnas en las que se dan tantos detalles que solo los propios protagonistas podrían contar.

Suponiendo que Ochoa Huerta diga la verdad, ¿quién fue el chismoso?, ¿Claudio X. González o Marcelo Ebrard? Supongo que el empresario, cercano a expresidentes que combaten a AMLO, como Felipe Calderón.

Sintetizo lo que dice el columnista, quien también colabora en Latinus, el sitio de internet de la familia de Roberto Madrazo que tiene como su figura central a Carlos Loret de Mola.

Se supone que se reunieron Claudio y Marcelo en la casa de un empresario “amigo de confianza” del canciller.

No hubo celulares para que nadie grabara nada o se tomaran fotografías.

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En la reunión participaron 15 personas, entre ellas “un representante de la familia Slim, dos del llamado Grupo Monterrey, una mujer y un empresario lechero”.

Los empresarios y la única empresaria le dijeron a Ebrard “que la reunión era para que estuviera con gente que quería diálogo y que tenía preocupación rumbo a 2024″.

Le dijeron más los hombres y la mujer de negocios al canciller: “Todos asumimos que la candidata será Claudia y que nuestra relación con ella, si gana, será una calca de la relación tensa con el presidente López Obrador”.

Marcelo estuvo de acuerdo con el análisis: será Claudia Sheinbaum la candidata de Morena y la presidenta de México en 2024.

Ebrard dijo a los empresarios y la empresaria con quienes se juntó: “Nadie de ustedes me suma, en estos momentos me ayudan estando lejos, no necesito dinero ni espacios”.

Los hombres y la mujer de negocios lanzaron la preguntan fundamental a Ebrard: “¿Qué va a pasar si la encuesta favorece a Claudia?”.

Ebrard respondió: ““Si me gana a la buena, me ajusto y veré qué me conviene. Si me mina y me gana a la mala, me iré, analizando para qué me alcanza”.

Según el columnista de El Universal, los empresarios y la empresaria le hicieron a Ebrard la típica oferta de El Padrino, una que un corcholato en sus condiciones no podría rechazar: “A nosotros nos alcanza para que seas el candidato contra Claudia”.

Ebrard no rechazó la oferta, pero tampoco la recibió con “mucho entusiasmo”.

De acuerdo con el columnista “Ebrard dejó en claro que ese sería el escenario más lejano y que de llegar a concretarse, habría que considerar como condición incluir a Movimiento Ciudadano y a una fracción del Partido Verde”.

Preguntaron a Ebrard por qué no renuncia para centrarse en su campaña. Marcelo respondió “que si dejaba al gobierno corría el riesgo de que el presidente le tomara rencor y que estar fuera abriría las puertas para los ataques de Sheinbaum, con un menor margen de maniobra”.

Eso sí, Marcelo Ebrard prometió a Claudio X., a los otros empresarios y a la empresaria que si llegara a la presidencia “con él habría espacios para el diálogo, la inversión y apoyo”. La reunión terminó.

Lo que dijo Ildefonso en el Arturos

El columnista de El Universal confesó que “para la elaboración de esta columna busqué a Marcelo Ebrard, a través de dos personas de su círculo de mayor confianza. Las dos veces me respondió con dos palabras: es falso”.

¿Por qué el periodista publicó todo lo anterior si le dijeron que tal reunión no existió? Seguramente tiene los clásicos otros datos.

¿Por qué si desconfío de las columnas de ese tipo comento la publicada hoy en El Universal? Por una comida del año pasado en el restaurante Arturos.

He hablado de esa comida en este espacio. Había quedado de ver ahí a las tres de la tarde a Jorge G. Castañeda, El Güero. Se me hizo temprano: llegué una media hora antes.

Entré al establecimiento ubicado en la colonia Polanco de la Ciudad de México buscando una mesa disponible para esperar al Güero jugando con mi celular. Me sorprendió ver ahí a Castañeda. Él estaba en una mesa con el priista Ildefonso Guajardo, quien fue secretario de Economía con Enrique Peña Nieto. Me acerqué, saludé y le dije a Jorge que lo esperaría en otra mesa. Ildefonso me pidió que me sentara con ellos, que no era una junta secreta.

No presté mucha atención a lo que decían Jorge Castañeda e Indefenso Guajardo hasta que el priista le dijo al intelectual algo así como lo siguiente: “Acabo de ver a Claudio X., concluimos que no hay nadie en la oposición capaz de de derrotar a Morena en las elecciones presidenciales, así que lo más conveniente para nosotros es buscar que el candidato morenista sea Ebrard, el único que sí entiende”.

El columnista de El Universal tituló su artículo de esta manera: “La reunión que todos negarán”. Si ocurrió o no el encuentro entre Claudio X., otros empresarios y una empresaria, algún día se sabrá con certeza. Lo que es un hecho es que cualesquiera sean los grupos económico y político que Claudio X. represente, ante la imposibilidad de derrotar a Morena en 2024, han tomado partido en la contienda de las corcholatas: apoyan a Marcelo Ebrard porque les preocupa que llegue Claudia Sheinbaum.

¿Cuál es el miedo de Claudio X., por qué le aterra la posibilidad de tener a Sheinbaum como presidenta? No es un asunto ideológico, ya que la 4T y AMLO ha dado muestras de sobra de que entienden y promueven el quehacer empresarial, esto es, no hay entre las personas releventes del movimiento de Andrés Manuel ninguna que pueda ser señalada como socialista o comunista. Si a Claudio X. y amigos les espanta Claudia se debe a que, más bien, son alérgicos a la honestidad en el gobierno. Porque ellos no son empresarios, sino traficantes de influencias.

Por cierto, Claudio X. no ayuda a Marcelo al apoyarlo; todo lo contrario, lo perjudican.

¿Es ilegítimo que Claudio X. González quiera que Marcelo Ebrard sea el candidato de Morena? El hombre de negocios favorito de Carlos Salinas de Gortari tiene derecho a intentar participar en el proceso interno de Morena que, se ha dicho, será abierto a toda la población.

Así que, si el día de la encuesta morenista la casa de don X. resulta seleccionada en la muestra, que conteste con la seguridad de que su voto será respetado. ¿Y si no le toca? Pues no le tocó. Es bajísima la probabilidad de que alguien sea seleccionado por la estadística en una encuesta nacional de unos cuantos miles de casos. Pero, en una de esas, Claudio X. tiene suerte, y podrá gozar el perverso placer de influir en la interna del partido de izquierda que tanto odia.