Uno de los senadores más controversiales para la próxima Legislatura será sin duda el panista Ricardo Anaya Cortés.

También conocido con los sobrenombres de  Ricky Rickin Canallín o Chicken Little, el legislador huyó a Estados Unidos en 2018 tras darse a conocer que la Fiscalía General de la República habría iniciado una carpeta de investigación en su contra por una supuesta red de corrupción vinculada a Emilio Lozoya y a Odebrecht en el marco de la promulgación de la reforma energética de 2013.

En días recientes, tras recibir la constancia como senador electo, Anaya reapareció con el propósito de formar parte de la bancada panista en la Cámara Alta.

Ricardo Anaya es sin duda un político competente, con buenas habilidades para debatir y con grandes capacidades políticas. Se recordará que fue él quien hábilmente –y sin escrúpulos–  limpió al PAN del calderonismo, pavimentando su propio camino para asumir, desde la dirigencia del partido, la candidatura presidencial del Frente en 2018.

Y no quedó allí. Una vez en el exilio, y con la voluntad de volver a México y de reencauzar su vida política, consiguió con Marko Cortés su inclusión en la listas plurinominales del PAN para el Senado de la República.

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Si bien pesan sobre Anaya fuertes acusaciones de corrupción, se desconoce en la opinión pública si algún día será juzgado y si se ha tratado todos estos años de una vulgar persecución política o de un autentico caso de corrupción ligado al gobierno de Enrique Peña Nieto.

Lo que sí que se anticipa es que durante su gestión como senador gozará de fuero político para evitar, bajo cualquier circunstancia, ser presentado frente a un juez.

En relación con su futura participación en el Senado, se espera que Ricardo Anaya, con sus buenas capacidades de oratoria y debate, presente un rostro duro y sereno frente a la tormenta de reformas con visos autoritarios que llegarán desde el oficialismo.

Tendrá como compañeros de bancada a personajes como Lilly Téllez, Marko Cortés y Enrique Vargas, entre otros, quienes tendrán la misión histórica de no ser una oposición testimonial, y que por el contrario, muestren un gramo de la escasa dignidad que aún queda en algunos miembros del PAN.