Cada semana asumimos nuevas lecturas que se desprenden de la información de los presidenciables de Morena que, prácticamente, están cantados sus nombres. Serán Ricardo Monreal, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard; algunos seguramente dirán que habrá un cuarto en discordia, pero, los hechos, acotan la lista porque políticamente son lo más competitivos en la expresión lopezobradorista.

Eso llegó luego de que el presidente, como todos sabemos, adelantó la sucesión presidencial desde la tribuna de Palacio Nacional. ¿Qué motivos lo orilló a lanzar una contienda interna a mitad del sexenio?

Quizá esa incógnita tenga una valoración a partir de distintos ángulos, pero, desde nuestra concepción, fue un ejercicio para medir la capacidad de reacción y respuesta de los perfiles más competitivos que podrán llegar a la recta final más fortalecidos o, en su defecto, su puede presentar el clásico desgaste para quien no sepa mantener el equilibrio y la presión de lo que significa el asunto de esta naturaleza.

Y cuando hablamos de presión nos referimos a un tema de control en todos los asuntos. Habrá quienes defiendan un proyecto y busquen la oportunidad para descalificar (personeros); en cambio, otros, sabrán sacarle provecho a la enorme capacidad y habilidad política que poseen y que, al final de cuentas, produzca un impacto positivo.

Salvo lo que piensen los demás, coincido plenamente en las versiones que hay solo tres y únicos aspirantes de Morena.

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Claudia Sheinbaum

Ya lo dije en algunas columnas de análisis previo que la jefa de Gobierno de la Ciudad de México tiene una carrera académica impresionante; ha dado buenos resultados, pero depende en gran medida de la tribuna que le otorgue el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Esa conducta se entiende perfectamente hasta en las expresiones y narrativa que utiliza.

Además, carga consigo la derrota aun irreparable de gran parte de la Ciudad de México en las alcaldías que pasaron a manos de la oposición. Creemos que nada justifica eso, máxime cuando el territorio constituyó, hasta hace poco, uno de los bastiones de la izquierda. Fue un golpe durísimo, sobre todo para el presidente Obrador.

A pesar de que intentan recomponer la división y las fracturas que vivió la ciudad de México, será dificilísimo porque mucho depende de lo que el presidente Obrador pueda facilitarle el camino.

Intenta tener una propia autonomía, pero es, hasta cierto punto natural, un aspecto inusual porque su personalidad va ligada a lo que hace y dice el presidente.

Ella está de acuerdo con la encuesta como mecanismo único en Morena, sin embargo, Ricardo Monreal no, ni mucho menos Marcelo Ebrard, al menos que sea muy transparente el ejercicio y que esté sujeto a una mecánica justa lo que por desgracia, es políticamente imposible. En Morena se han hecho cientos de encuestas y nadie sabe francamente los lineamientos que se toman.

Ricardo Monreal

Desde todos los ángulos el político más experimentado de los tres aspirantes que estamos analizando. Él, por mucho, es el personaje más identificado con la política lopezobradorista; asumió perfectamente la tarea como coordinador de los senadores de Morena y, prácticamente, le ha sacado adelante todo el trabajo legislativo al presidente.

Y esto no solo se sujeta a tres años legislativos, habló de casi treinta años de identificación con la lucha democrática. En todos los casos, conoce perfectamente el manejo de la totalidad de los escenarios posibles; maneja los conflictos y lo mejor de todo, sabe tomar determinaciones que han significado óptimas para el desarrollo del país.

Para encarar el desarrollo electoral del 2024 donde, sin tapujos, ha dicho que competirá con Morena. Tenemos que reconocerle la valentía con la que ha encarado el proceso; no se inmuta ni se achica. Si alguien realmente tiene un poder político suficientemente eficiente para competir por la candidatura de Morena y ganarla, es él.

Tiene el respaldo de prácticamente todos los senadores de Morena; gran parte de los gobernadores recién arribados al despacho del Ejecutivo estatal han mostrado afinidad con él. Eso, además de la inmensa estructura operativa que posee en todo el país son, hasta ahorita, un dominante motor que puede conducir su vehículo de participación con el partido guinda.

Empuja una nueva forma de selección del aspirante de Morena y, en una de esas, puede sumar el propio Marcelo Ebrard para que ambos puedan dar fuerza a otras reglas de selección ante una encuesta que da señales de desgaste como alternativa.

Marcelo Ebrard

Quizá el político que menos se asoma en este proceso, sin embargo, en la medida que los reflectores apuntan a su imagen, él aprovecha la oportunidad. Dijo que quiere ser candidato de Morena. No obstante, ha trascendido que tiene inquietudes de las pocas garantías que transmite el método de la encuesta.

Se le ha visto muy de cerca con Ricardo Monreal. Eso puede jalar más la atención de los cuadros al interior de Morena. En teoría, puede ser una mancuerna para dar mayor apertura y transparencia al método de elección del candidato.

Trae, consigo, una experiencia al igual que el coordinador de la fracción de Morena en la Cámara Alta en vísperas de una determinación clave en elecciones pasadas; ellos dos ganaron. El canciller tuvo que ser el abanderado de la izquierda en 2012 y Ricardo Monreal sería, hoy en día, jefe del gobierno de la Ciudad de México. Así.

Entonces, si algo le preocupa al canciller es, indudablemente, la encuesta de la discordia.

Javier Lozano en Twitter: @JavierLozanoMor