Ricardo Monreal no será candidato de Morena a la presidencia, ni a la jefatura de gobierno de la CDMX en 2024. Su margen de maniobra dentro del partido político formado por el actual presidente se ciñe cada vez más y su figura comienza a ser redundante ante la “activación” de la figura de Adán Augusto López cómo el principal operador político del presidente.
A “Monri” le funcionaron sus jugadas con el PRI en la década de los noventa y con Morena la década pasada. Ganó una gubernatura y un liderazgo en la Cámara de Senadores. Pero, tras su intervención en las elecciones de 2021 para favorecer a personajes grotescos cómo Sandra Cuevas, incluyendo la creación de un partido político que terminó perdiendo el registro, pero que de algo sirvió para suprimir el voto, afectando a un partido y beneficiando a otros, ha sido relegado.
Ahora Monreal, con la única jugada que conoce, juega a seguir hablando con su voz melosa y engolada a la derecha y a fustigar a sus supuestos compañeros de izquierda. Pero no se anima a dar el paso final y a salir de Morena, porque perdería, para todo propósito, todos sus privilegios: el control de los recursos del senado mexicano y la influencia del puesto.
Monreal dice que “por respeto al Presidente” sigue en Morena, pero AMLO le ha aplicado un “ni te topo” desde hace casi dos años. Y así seguirá el “maestro del senado”, el “gran negociador”, cómo lo denomina su minúscula porra que solo existe en Twitter y Facebook. Saboteando proyectos vitales cómo el aumento a los días de vacaciones para los trabajadores mexicanos -entre los más explotados en el mundo- y muchos otros proyectos, pero sin salir del partido que le da la proyección. Cómo se dice popularmente “perro que ladra, no muerde”.