El tema, como bien lo dijo la presidenta constitucional de México, se resolvería con el diálogo. De hecho, ella misma, a través de la titular de Bucareli, facilitó los puentes de interlocución para subsanar cualquier contratiempo y, con ello, cicatrizar heridas. En términos más simples, Sheinbaum, por conducto de Rosa Icela, operó el tema para que no escalara a otras latitudes. Con ese nivel, la jefa de Estado, que está en todos lados, ha dado una muestra clara de que el movimiento, pese a las pequeñas turbulencias que se vivieron, está más unido que nunca. Y cuando la situación no llega a otro terreno, es fácil arreglar las diferencias o, de plano, los malos entendidos que se originaron con las declaraciones desde la tribuna del Senado de la República.
Hacerlo de la forma que Rosa Icela unió las piezas del ajedrez, demuestra la capacidad que tiene para arreglar las situaciones que se presentan, especialmente en un momento crucial donde las Reformas Constitucionales, que son el gran sostén del país, transitan por buen camino en este primer tramo que, como tal, fue sumamente positivo con una fracción parlamentaria de Morena en San Lázaro que, para tal efecto, fue pionera de estos avances sustanciales, empezando con el proyecto del Poder Judicial. A partir de ahí, sabemos, la inercia de los asuntos continuaron hasta alcanzar una cantidad importante que, a la postre, serán de vital importancia para la edificación del segundo piso de la cuarta transformación.
La manera más simple de continuar allanando el camino, desde luego, es la unidad que se ha mostrado en los tiempos de campaña. Considerando esa gran sinergia, en definitiva, podemos hablar de un futuro prometedor que puede romper todos los paradigmas. En lo que corresponde a la responsabilidad que delegaron a Ricardo Monreal y a Adán Augusto López Hernández, han cumplido a cabalidad la tarea. Durante este primer periodo, por ejemplo, se marcó un precedente importante y, sobra decir, se avanzó al mostrar esa voluntad que le inyecta el apoyo abrumador que tiene el pueblo de México por el movimiento lopezobradorista.
Eso, evidentemente, se fortalecerá con las diferencias que se han aclarado con la reunión al más alto nivel que sostuvieron la titular de gobernación con Adán Augusto y Ricardo Monreal. Hace poco, por ejemplo, dijimos en nuestra columna que, como tal, todos mostrarían altura de miras, en especial hace un par de días que se fumó la pipa de la paz, a pesar de lo mucho que se comentó y especuló. Es sencillo: Monreal y Adán Augusto continuarán siendo los líderes del legislativo federal. Aunque muchos se frotaban las manos ante las suspicacias, no habrá ningún cambio respecto a la batuta de los quehaceres.
El mensaje que mandó Claudia Sheinbaum, a través de Rosa Icela es muy claro: Monreal y López Hernández, son partes cruciales para continuar guiando los trabajos desde la Coordinación de la fracción parlamentaria de Morena. Uno y otro, de hecho, fueron piezas claves de la campaña, en especial el zacatecano, al conducir la tarea territorial y estratégica a lo largo y ancho del país. Fue una labor que, tras bambalinas, resultó tan exitoso para el triunfo abrumador en todas las trincheras donde participó la coalición Seguimos Haciendo Historia. Y en una etapa determinante como la que vivimos, no debe existir cabida a la fricción. Es más, el quehacer de la titular de Gobernación, para ser precisos, llega en un momento oportuno, máxime en la antesala de la Navidad, fecha en que reina la paz y la concordia.
Y sí, eso fue posible desde el epicentro de Bucareli. Ricardo Monreal y Adán Augusto López Hernández, que por cierto tienen una gran amistad, arreglaron las diferencias y, con ello, cerraron un capítulo que quedará archivado para el anecdotario del movimiento. De hecho, jamás vimos que esa situación escalara a otros niveles. Si fuese así, el costo político hubiese sido alto. Lo mejor para todo ello, desde luego, es el diálogo que, políticamente, es un mecanismo infalible para cicatrizar cualquier herida. Hace unos días sanó, y todos celebramos que la armonía reine en un movimiento de izquierda en el que depositamos nuestra confianza para seguir caminando en aras de profundizar las políticas públicas del territorio nacional.
La operación cicatriz fue un éxito. Debemos reconocerle el trabajo que llevó a cabo Rosa Icela, que por cierto operó el tema desde que comenzó a fluir este asunto en las redes sociales. Ella, sumado a la siempre voluntad política de Monreal, hicieron posible un encuentro que, déjenme decirles, quedará para la posteridad del movimiento de izquierda en México.