La alianza opositora no tiene candidato. A Marko Cortés se le desmorona Acción Nacional, al PRI se le va Hidalgo y el PRD se ha quedado enmudecido sin la izquierda que lo fundó. La principal presidenciable de Morena es mujer y gobierna la capital sin otra mujer en frente que le dé batalla ante los niveles de aprobación que guarda la 4T.
¿Y Rosario? Ella está en la cárcel con casi todo lo necesario para construir a una víctima perfecta… con el pequeño -gran- detalle de las manchas imborrables de la corrupción que la ungen.
Cuando Rosario Robles se convirtió en la primera mujer Jefa de Gobierno interina con la salida de Cuauhtémoc Cárdenas, cuando corrió persiguiendo el sueño de la izquierda como candidato presidencial del PRD, la sedujo algo más que el dinero o la banalidad. La sedujo la idea de ser candidata presidencial.
Cuenta el peor de sus errores en su libro “Derecho de Réplica”, Carlos Ahumada, que en 2003, su tocayo Salinas de Gortari le colocó la banda presidencial cruzándole el pecho diciendo a su oído: “Te luce muy bien”. El canto de las sirenas ante su hambre de poder habría llegado después de un intercambio de elogios con el hombre más poderoso de su época, ese al que quiso tanto destruir que de pronto, le haría sentir que en realidad quería ser como él. Tener dinero, lujo, clase, elegancia y un innegable tufo de superioridad entre las vitrinas de madera, los altos techos de la fina y bien conservada biblioteca junto con la elegancia que visten tan bien la idea de ser presidente de México.
Ese mareo fue suficiente para apostarlo todo: la trayectoria, las amistades, las lealtades, la lucha estudiantil, la izquierda popular… aportarlo todo con la idea de que siendo la titular de Desarrollo Social con Enrique Peña Nieto ganaría un boleto seguro a la boleta presidencial como una sucesora natural.
Algunos presos que sí han sido perseguidos por su forma de luchar han dejado los fríos pasadizos de la cárcel para gobernar su país. Presos políticos de verdad, incorruptibles, rebeldes, austeros, resistentes… ninguno coronado por el privilegio, ninguno emanado de las filas de un gobierno corrupto.
Lo logró Pepe Mujica después de ser perseguido como líder del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros en Uruguay, tras 12 años de encierro, aislamiento, cuatro huidas y condiciones infernales. Lo vivió Nelson Mandela después de 27 años en prisión como “terrorista político”, cuando en 1962 fue sentenciado a cadena perpetua por conspiración e intento de derrocar al gobierno, para convertirse en el primer presidente negro y terminar con la discriminación racial.
Sus triunfos no fueron cuestión de suerte sino de congruencia, empeño y dignidad. Este lunes, familiares de Rosario Robles anunciaron varias acciones para conseguir la libertad de quién ha entregado todo por una candidatura presidencial. Dicen que Robles es una presa política, que protestaran en el Zócalo y ayunarán por 10 días
Peregrinarán por la Fiscalía General de la República (FGR), de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y sedes de embajadas, como parte de la “resistencia civil pacífica”, durante 36 horas permanecerán afuera de Palacio Nacional, con un ayuno de 10 días, y protestarán en la Glorieta de la Palma sobre Paseo de la Reforma, para difundir las supuestas anomalías en el expediente de Rosario Robles. Buscan que sean hasta instancias internacionales las que intervengan abogando por el debido proceso -que no es lo mismo a la inocencia por la “Estafa Maestra”-.
Parecería una coartada perfecta, solo hay algo que les hace falta: el apoyo popular, el olvido de los 5 mil 73 millones de pesos que desaparecieron en convenios con universidades públicas durante su gestión frente a Sedatu y Sedesol, y por supuesto, una activista con credibilidad que brinde las explicaciones por el boquete financiero con tufo de corrupción que se quedó abierto.
Frida Gómez en Twitter: @FridaFerminita