Hoy me referiré a una línea aérea que ha convertido el viajar en una especie de tortura. En una columna anterior señalé su intención de cobrar por el uso de los sanitarios del avión, también he hablado de sus asientos de ventanilla que venden… ¡Sin ventanilla! Ellos son los responsables de los aviones sardina, y esa fórmula de aviación de bajo costo con tarifas muy baratas, pero donde todo se cobra extra.
En el afán de viajar más barato, hemos tolerado que cuestiones de comodidad se vean cada vez más restringidas, y yo consideraría que también ponen en riesgo la seguridad; abriendo una brecha cada vez más grande entre aviación “low cost” y la tradicional. Y el resultado es paradójico: en las líneas aéreas tradicionales de “alta gama” actualmente tienen una categoría por encima incluso de la primera clase, y es una locura en el sentido de que la más afectada será la clase turista, porque estas aerolíneas cada vez voltearán menos a verla.
Más allá de esa hipótesis, un tema real, vigente y muy presente es lo que está pasando con los trabajadores de Ryanair, y su queja por la manera en que la aerolínea de origen irlandés explota a su personal. Por esta razón los pilotos de dicha aerolínea se fueron a huelga, afectando un total de 88 vuelos en el aeropuerto de Chaleroi, en Bélgica, porque los pilotos están demandando mejoras a sus condiciones de trabajo.
No es la primera huelga a la que se enfrentan los directivos de Ryanair, esta es la tercera que estallan sus trabajadores en este año. Los pilotos acusan a la administración de no respetar el acuerdo que se firmó cuando estuvieron en el punto más álgido de la pandemia de Covid, y como la empresa se ha recuperado económicamente, esperan que se acabe el convenio de reducción del salario.
Para que se den una idea, entre los meses de abril y junio, Ryanair reportó un crecimiento del 290%, obteniendo un beneficio neto de poco más de 663 millones de euros; por lo que es normal la molestia entre sus trabajadores, que deben seguir con salarios reducidos, aunque la compañía aérea está obteniendo ganancias.
Esta huelga ha afectado a más de 15 mil pasajeros, mientras que el personal de Ryanair en Francia, Italia y España no han tenido ningún contratiempo, pero el personal belga es otra historia. Y es que más de la mitad de los vuelos que operan desde el aeropuerto de Chaleroi, son operados con tripulación no belga. Queda claro que solo están siendo afectados los vuelos que tienen asignados a pilotos de dicha nacionalidad.
En España el número de cancelaciones ha sido de 22 vuelos, y los lugares que han sido afectados son los destinos que salen del aeropuerto belga a Asturias, Alicante, Santander, Málaga, Barcelona, Palma de Mallorca, Girona y Castellón.
Las primeras dos huelgas se llevaron a cabo en fin de semana, pero en esta ocasión es a inicio de semana y tienen contemplado que dure por lo menos los días 14 y 15 de agosto.
Los sindicatos donde están afiliados estos pilotos han hecho hincapié que esto se debe a que no se ha podido encontrar una solución entre la dirección de la compañía aérea y el sindicato, ya que la aerolínea insiste en afectar a sus pilotos mediante cambios de horarios, perjudicando los descansos que tienen; además, violentan su contrato colectivo de trabajo, genera malestar y -ya lo hemos dicho antes-, contribuye a hacer inseguros los vuelos.
Si el asunto de la huelga fuera peccata minuta, Ryanair no está sobre un lecho de rosas, pues precisamente en España el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional han ratificado las sanciones previamente impuestas por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA).
¿Cuál es el motivo de estas sanciones? Resulta que en el año de 2018 Ryanair pasó por varias huelgas de sus trabajadores, en especial de los tripulantes de cabina. Entonces la aerolínea aprovechó para “hacerle de chivo los tamales” a los pasajeros, pues no les repuso el servicio de transporte aéreo que habían adquirido, y que no se realizó por motivo de la huelga.
Así de fácil, hubo unas huelgas y la aerolínea se lava las manos de las obligaciones contraídas con los pasajeros, a quienes dejó literalmente “al garete”; por ello es que ha sido acreedora de una multa de 5.6 millones de euros, por andarle jugando al vivo, por decirlo de una manera coloquial.
Por supuesto que lo van a litigar, y la respuesta de la línea aérea no se hizo esperar. Según entrevista realizada a esta empresa de aviación por el medio español Preferente: “son falsas, se proporcionó proactivamente toda la atención adecuada en virtud de EU26. AESA ha informado incorrectamente de lo contrario y ha impuesto a Ryanair una multa injusta e injustificable”.
Desde luego que tienen derecho a defenderse, y aunque no podemos generalizar, a título personal les puedo decir que me he encontrado en redes sociales con las historias de terror de los pasajeros que viajan por Ryanair, y aunque les otorgue el beneficio de la duda, en esta ocasión creo que la multa se quedó corta.
Todo esto viene a colación para que no dejemos de reflexionar que en nuestro país la industria se ha autorregulado, dejando que sean las compañías aéreas quienes tomen las riendas y decisiones de hacia dónde va nuestra aviación. Al igual que con Ryanair, todos los días en redes sociales pasajeros denuncian el abuso de las aerolíneas, como fue el más reciente caso de una pasajera que la bajaron de un avión porque su perro de apoyo emocional no tenía puesto el bozal.
Yo escribí una columna completa sobre Tacho, un perro de apoyo emocional que viaja con su dueño, y que en ningún momento se le pidió usara bozal. Lo que quedó claro es que el personal no tuvo el suficiente criterio, pues la pasajera en cuestión ya había pasado por todos los filtros y se encontraba sentada cuando la “detectaron” y decidieron bajarla; un grave error.
Es importante que no permitamos que las líneas aéreas se vuelvan una pesadilla. Ni modo, el gobierno va a tener que entrarle al toro por los cuernos -les guste o no- para impedir que nuestras aerolíneas nacionales se transformen en una pesadilla como lo es Ryanair.
Esto es una responsabilidad compartida, pues como usuarios debemos tomarnos el tiempo necesario para conocer nuestros derechos y las obligaciones también. No se trata de conocer al dedillo la Ley de Aviación Civil, pero podemos empezar por conocer el clausulado que viene con nuestros boletos de avión. Nunca lo olviden: la información nos hará libres.