Nunca en la historia moderna de nuestro país se había dado un cambio de gobierno tan desaseado como este, con un presidente en funciones que busca a toda costa bloquear a su sucesora e imponer funcionarios y agenda.
Nunca se había observado a un presidente saliente tan desesperado por evitar el juicio de la historia y de las leyes por sus acciones y por ser cuestionado por corrupción, nexos con el narcotráfico, nepotismo y los gobernadores de su partido involucrados con el crimen organizado.
Hasta en aspectos tan cotidianos como su salida de la residencia oficial, incluso en la alternancia, los presidentes salientes iniciaban su mudanza días después de la elección. Pero AMLO no da ni una señal por salir de su palacio, como si quisiera atrincherarse ahí para evitar responder a la justicia.
El entramado del Mayo Zambada
Las circunstancias de la detención de uno de los narcotraficantes más buscados junto con Joaquín Guzmán, hijo del Chapo, está haciendo agua la presidencia de AMLO. Sus respuestas y comentarios son dicharachos y distractores que prueban que su arsenal mediático ya no funciona y al sentirse acorralado, hace lo peor, busca controlar a su sucesora, dañando su prestigio e incluso, cuestionando su elección.
No ha encontrado la fórmula para salir del atolladero en que lo metieron su “hermano”, el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, la carta del Mayo Zambada, las declaraciones del embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar y las entrevistas que le hicieron a Rocha Moya, donde confirmó la existencia de relación del Cártel de Sinaloa con las autoridades.
AMLO había sabido salir no solamente ileso, sino hasta fortalecido de los problemas y acusaciones que han pesado sobre él, sus allegados, familiares y su partido. Con su retórica pudo burlarse de las masacres, de la pandemia, del cubrebocas o de las vacunas; pudo acusar a los padres de los niños con cáncer cuando exigían tratamientos; justificar, defender, exonerar y burlarse de las pruebas e investigaciones que destaparon la corrupción de parientes, amigos y compadres, llegando al extremo de proteger a Ignacio Ovalle luego del mega fraude en Segalmex; de saludar públicamente a la mamá del Chapo y a su abogado y de justificar la orden de detener el operativo para aprehender a Ovidio Guzmán.
Salió bien librado del hackeo de más de seis terabytes de información y documentos que fueron expuestos evidenciado cosas gravísimas como la alianza del crimen organizado con su gobierno, destacando los informes de inteligencia del Ejército que señalaban que durante la gestión de Adán Augusto López como gobernador de Tabasco, entregó el control de los órganos de seguridad pública al Cártel Jalisco Nueva Generación, igual que Moya lo hizo en Sinaloa.
La diplomacia, un gran fallo
Apenas libró su relación con la comunidad internacional por sus pleitos con el Parlamento Europeo, con el gobierno de Joe Biden, con Perú, Ecuador, Guatemala, El Salvador; por sus alianzas perversas con Bolivia y Evo Morales, su defensa de mandatarios corruptos y narcotraficantes, como el exmandatario de Honduras, Perú, la defensa a Cuba y no haber reconocido el triunfo de Biden.
La libró de sus cartas mal redactadas que no atendían los protocolos que marca la diplomacia y el respeto entre los países, elaboradas sin cuidado desde la vocería a cargo de Jesús Ramírez, como la que dirigió al Parlamento Europeo, las acusaciones al Vaticano y a España, y una serie de barbaridades.
Perdió la narrativa
Ante los cuestionamientos de Estados Unidos y el hecho que se encuentren declarando los personajes que de alguna forma protegió, busca toda clase de defensa, a la que rápidamente salieron 29 gobernadores constitucionales y electos, expresando su apoyo a Rocha Moya y calificándolo como una persona honesta que ha desempeñado sus funciones bajo los principios del movimiento de transformación: “Rechazamos tajantemente los falsos señalamientos realizados supuestamente por el señor Ismael Zambada García a través de su defensa legal, que pretenden vincular, sin éxito, al gobernador Rocha con esta persona detenida el pasado 25 de julio”.
Se olvidan que estos mismos personajes y sus declaraciones tienen en la cárcel a García Luna, el más cuestionado por AMLO, al que le dedicó un sin número de mañaneras. Sin embargo, ahora sale a decir: “Entonces, mientras no tengan pruebas —que no van a tener porque lo que estimo más importante en mi vida es la honestidad y siempre he hecho de mi vida pública una línea recta—, van a tener que respetarnos. Al presidente de México se le respeta”.
Al día siguiente, lo peor, con tal de cubrirse, se atrevió a cuestionar la elección que ganó Claudia Sheinbaum de manera contundente, al asegurar que los gringos intervinieron a través del financiamiento de “grupos opositores”.
¿Quizás considera que su sucesora tuvo qué ver en la detención del Mayo y del hijo del Chapo y por ello la quiere maniatar?
Sea lo que sea, AMLO sabotea e intenta mantener una injustificable injerencia sobre la presidenta electa.
X: @diaz_manuel