“A veces resulta imposible lo más decisivo, lo que más nos ha afectado, y guardar silencio es lo único que nos salva en lo malo, porque las explicaciones suenan casi siempre algo tontas respecto al daño que uno hace o le han hecho”.
JAVIER MARÍAS
Fallas en el Centro de Control
Una vez más el Aeropuerto Internacional Benito Juárez, mejor conocido como el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, vuelve a ser noticia. Y esto no en razón de alguna adquisición o mejora espectacular en su infraestructura o servicios.
El sábado se reportó una nueva falla en el Centro de Control del aeropuerto. Todo indica que los controladores aéreos tuvieron que utilizar sus celulares, mediante la aplicación Flight Radar para monitorear los vuelos.
Mientras hallaban como hacerlo, se ordenó detener despegues de los vuelos de aeropuertos nacionales con el AICM como destino. Fue hasta dos horas después que lograron restablecer los equipos, aunque a la fecha no al 100%.
No es la primera vez que esto ocurre. El año pasado fue lo mismo. Hubo entonces la promesa de que se invertiría en tecnología para que no volviera a presentarse una situación de peligro. Quedó es eso.
El AICM está funcionando muy mal pues no recibe ni el mantenimiento mínimo ni el presupuesto necesario para operar en condiciones aceptables. Y es que parte del pago de los intereses de los bonos que se deben erogar por haber cancelado el NAICM provienen del Aeropuerto Benito Juárez; específicamente de los ingresos producto de la Tarifa de Uso de Aeropuerto (TUA) del AICM. Estos son críticos para la operación y mantenimiento de esta terminal aérea y que, dado el estado del AICM, se puede constatar no están siendo compensadas tampoco por el Estado.
Saturación por decreto
Pero el “austericidio” de la 4T para que tanto aerolíneas como pasajeros volteen a ver a Santa Lucía como opción no se detiene con utilizar los recursos que genera el mismo aeropuerto en otros menesteres. Se llegó a la presión máxima con el decreto publicado el 3 de marzo en el DOF, el cual establece que el AICM es un aeropuerto oficialmente ‘saturado’ en los siguientes horarios: de cinco de la mañana a las 22:59 horas en la terminal 1 y de las seis de la mañana a las 19:59 horas, así como de las 21:00 horas a las 22:59 horas en la terminal 2.
Imposible decir que el AICM no estaba a su máxima capacidad, pero establecerlo por decreto para que, mediando esfuerzos, no puedan llegar/salir el mayor número de aviones posible y se tenga problemas con las posiciones en tierra disponibles, raya ya en el sabotaje.
Sin embargo, ahí no termina la intromisión del gobierno federal. El decreto especifica que se deberá analizar la cantidad de operaciones aéreas del AICM y que estas se modificarán de acuerdo a un dictamen que contemple como alternativa al AIFA para que las aerolíneas muevan sus operaciones hacia allá. Traducción: de forma artificial y forzosa harán que aerolíneas tengan que optar por Santa Lucía.
La no-tríada aeroportuaria
Y sí, entre los problemas de la torre de control en el AICM por falta de presupuesto y el decreto de saturación, el AIFA tendrá algunos vuelos con qué inaugurarse. Mas eso no quita el asunto de la gestión del espacio aéreo del Valle de México que, con tres aeropuertos tan cercanos funcionando al mismo tiempo, se vuelve sumamente peligroso.
La Administración Federal Aérea (FAA por sus siglas en inglés) ha considerado lo anterior y es parte de los motivos por los cuales la clasificación de seguridad de aviación para nuestro país se ha visto disminuida (no se ve para cuando escalará su posición).
Aunque seguramente escucharemos que se tienen ‘otros datos’, lo cierto es que el AIFA iniciará operaciones SIN las debidas certificaciones internacionales.
El gobierno mexicano lo puede hacer para lo que corresponde a vuelos nacionales, pero eso implica que, además del peligro para quienes de ahí despeguen/aterricen, las aseguradoras internacionales no aseguran aviones que partan/lleguen al AIFA. De allí que Santa Lucía no ofrezca, por ahora, vuelos internacionales.
21 de marzo y la paraestatal militar
El AIFA se inaugurará sí porque sí. Así lo confirmó López Obrador. Poco importa que no estén terminadas las vías que lo conecten de forma rápida (y segura) con la Ciudad de México. O que tampoco exista el tren rápido que conectará al AICM con Felipe Ángeles. (¿Se acuerdan del video en el que López Obrador nos engañaba diciéndonos que iba montado en un tren de camino a Santa Lucía?)
No habría que olvidar la falta de austeridad (ya no hablemos de transparencia) en la forma en que se gasta el dinero ahí. El AIFA funcionará a base de subsidios ¡al menos hasta el 2026! Tan solo este año requerirá para operar unos 951 millones de pesos (ya se autorizaron los primeros 419 millones de acuerdo a lo informado por el General Isidoro Pastor, director general de la paraestatal militar).
No hay dinero para los niños con cáncer, para el INE, para frenar el desabasto de medicinas, para las Escuelas de Tiempo Completo, pero sí para financiar este muy opaco capricho.
Lo anterior conlleva otro problema: de acuerdo con el Convenio de Chicago que norma la aviación civil a nivel mundial, los aeropuertos son civiles o militares, no hay híbridos o mixtos como se sugiere en México (ello, entre otras razones, porque se requiere saber el tipo de leyes aplican al aeropuerto, a los aviones y a los pasajeros y no dejar en la indefensión jurídica a quienes los utilicen). Así, los civiles los manejan civiles; los militares, los soldados. ¿En México? Un galimatías y la desprotección.
Los costos de un mamut llamado Lucía
- El aeropuerto costó $565,000,000,000 de pesos y solo tendrá ocho vuelos diarios.
- Requerirá al menos $951,000,000 de pesos en subsidios al año de aquí al 2026. Esto es, $4,750,000,000 millones de pesos adicionales que tendremos que pagar para que —en principio— el AIFA pueda operar y sea financieramente viable.
- La cancelación del NAICM es una deuda que tardará 26 años pagarla.
- La pérdida por la decisión de cancelar el NAICM no fue de $100,000,000,000 millones como dijo en su momento Jiménez Espriú; la cifra es de $331,996,517,600 (la cual puede continuar incrementándose; igual que los costos de Santa Lucía con objeto de terminar las vías de comunicación).
Y ahora se viene un nuevo costo en el horizonte: el de sabotear al AICM. Por ahora este no hará que lleguen los vuelos internacionales a Santa Lucía (ok, chance procedentes de Cuba o Venezuela…) pero espantará a vuelos internacionales; esos comenzarán a escasear en la capital y, si acaso, se trasladarán a Cancún o a Guadalajara.
¡Qué curioso!: sabotear el AICM está resultando en un sabotaje a México y, también, aunque sin pensarlo, a la misma Claudia Sheinbaum…
Verónica Malo en Twitter: @maloguzmanvero