Por Arnoldo Piñón
Las pensiones jubilatorias son, desde cualquier punto de vista que se les trate, un tema con una enorme sensibilidad social. Andrés Manuel López Obrador, desde que fue jefe de gobierno del entonces Distrito Federal lo entendió perfectamente y basó sus políticas en torno a apoyos económicos para las personas de la tercera edad.
Como presidente de la república fortaleció la política social en la atención a ese grupo de personas abandonadas de siempre por todos los gobierno. Encontró una veta y supo explotarla: es tan exitosa que importantes grupos la llama “la pensión de López Obrador”. Ello explica el grado de popularidad que entre la población tiene a nueve meses de concluir su gestión.
El aumento del 25% que el gobierno federal aplicará en las pensiones a las personas de la tercera edad a partir de este año, para fijarlas en seis mil pesos bimestrales, tiene un objetivo electoral, que sin duda beneficiará no sólo a Morena, sino fundamentalmente a su precandidata presidencial, Claudia Sheinbaum, cuya campaña no emociona ni a los de su círculo más cercano.
El presidente López Obrador está en campaña. El anuncio que el 5 de febrero enviará iniciativas para que en la Constitución se establezca que el aumento al salario mínimo no será, en ningún caso, por debajo de la inflación, tiene el objetivo de consolidar la simpatía de los trabajadores, a fin de influir en ellos a la hora de votar.
En ese mismo sentido parece ir la anunciada reforma al sistema de pensiones, con el propósito -simplificado de manera brillante como en todas sus propuestas- de que los trabajadores puedan jubilarse con ingresos equivalente al 100 por ciento de su último salario. Difícilmente será aprobada y culpará a PAN y PRI, en beneficio de Morena.
Sin duda dos zanahorias de especial atractivo para grupos de la sociedad que pueden definir una elección, tanto a nivel federal como estatal. El problema está en los detalles, especialmente en el sistema de pensiones.
En ningún sistema pensionario del mundo, los trabajadores se retiran con una pensión jubilatoria igual a su último salario porque resulta inviable, debido a que los trabajadores al inicio de su vida activa en la economía, no tienen conciencia para aportar alrededor del 30 por ciento de su sueldo para un futuro muy lejano, como es el momento de retirarse.
El gobierno de López Obrador tuvo oportunidad de mejorar las pensiones jubilatorias con la reforma que impulsó en 2020, con la finalidad de acercarse a la meta que en esta época de elecciones se ha fijado. No lo hizo por inviabilidad económica.
Los empresarios difícilmente aceptarán un nuevo aumento en las aportaciones obrero-patronales. Ya lo hicieron en ese último cambio, que pasarán del 6.5% en que se encontraban, para llegar a 15% sobre el salario base de cotización en 2030, un proceso aún inacabado.
La propuesta de López Obrador está, en ese caso, condenada al fracaso, por los riesgos enormes que implica tanto para el sistema de pensiones, como para las finanzas públicas, porque la única manera de garantizar una pensión jubilatorias igual al último salario, sería mediante dinero de los contribuyentes. Culpara, como ya es común en él, a sus opositores políticos, aun cuando se trate de una iniciativa con fines electorales, frente a la incapacidad de Claudia Sheinbaum de tomar el mando en su campaña.
La instrucción del presidente a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para que elabore una “corrida” que permita establecer el dinero que se necesitaría para apoyar a los trabajadores a retirarse con una pensión igual a su último salario, va en el mismo rumbo de engatusarlos ilusionándolos y voten en favor del partido oficial, esto es Morena.
Las finanzas del país enfrentan serias presiones, lo que hace inviable la financiación con recursos públicos de una eventual reforma en ese sentido. Esto es, la propuesta tiene una connotación electoral. Es demagógica, porque tiene el objetivo de incidir en el resultado de las elecciones. No manera tramposa del presidente de involucrarse en las campañas, aun cuando se trate de una acción legal.
Nuestro país no es una isla excepcional en esa materia y en otras muchas más. La economía debe manejarse con seriedad y no con mentiras, así tengan una intención electoral, porque un paso en falso compromete al país y a sus habitantes. Xóchitl Gálvez deberá actuar con inteligencia para no caer en la trampa.
En Francia, el gobierno del presidente Emmanuel Macron impulsó una reforma a sistema de pensiones -en vigor desde el 1 de septiembre pasado- que implicó un aumento en la edad para tener derechos jubilatorios de 62 a 64 años de edad que terminara de implementarse en 2030 -aumentará tres meses cada año-y el periodo de cotización se elevará de 42 a 43 años a partir de 2027. Es decir, contrario a la visión de López Obrador.
La reforma francesa se tradujo en un enorme desgaste político de la primera ministra, Elisabeth Borne, el cual fue aprovechado por el presidente Macron para rediseñar su gabinete. El martes 9 de enero designó a Gabriel Attal como su sustituto. Una maniobra con la intención de darle nuevos bríos a su gestión, lo que parece haber logrado.
Y es que el nuevo primer ministro además de ser el más joven en la historia de ese país a sus 34 años de edad. La expectativa es si será el candidato presidencial en 2027, frente a la ultraderechista de Marine Le Pen con posibilidades reales de hacerse de la presidencia de la república.
Hay que reconocerle a López Obrador su capacidad para fijar la agenda pública y para influir en la elección presidencial de 2024, así no se esté de acuerdo con sus propuestas.
Colaboración especial para SDPnoticias de agendapropia.mx, portal especializado en asuntos sindicales