Si algo sabemos de López Obrador - que es público- es saludar a familiares de delincuentes; tener familiares corruptos, como Pío y la prima Felipa, que puede encubrir negocios opacos tanto de su familia como de integrantes de su círculo de primera línea en el gobierno federal como el de Manuel Bartlett, Zoe Robledo o la propia Irma Eréndira Sandoval; sabemos que es capaz de ordenar reservar por cinco años información que lo puede comprometer, que puede tener controversia con ricos, ofender a la clase media e inundar a los pobres; que puede justificar la caída del Metro y culpar a expresidentes para defender a Marcelo Ebrard o a Sheimbaum.
AMLO puede cerrar los ojos casi ante todo, pero no frente a una deslealtad, traición o irreverencia, y eso fue lo que hizo Irma Eréndira Sandoval, quien como Secretaria de la Función Pública (SFP) atendió a pie juntillas cada una de las instrucciones de su jefe, pero fuera de ahí, junto con su esposo el polémico John Ackerman, intentó transitar por la vía libre y desafiar no solo a la Cuarta Transformación y Morena sino al propio López Obrador, y ese fue su error.
Las propiedades de los Sandoval
El presidente pudo hacer oídos sordos cuando en Latinus, el periodista Carlos Loret De Mola develó el patrimonio inmobiliario de la familia Ackerman-Sandoval, provocando un daño tanto afuera como hacia adentro de Morena, donde radicales y moderados se enfrascaron en una virulenta pugna.
En la publicación de Loret se mencionaba que el total de las propiedades del matrimonio asciende hasta 60 millones de pesos, en valor real de mercado, cantidad cinco veces mayor a la que aparece en su declaración patrimonial y en donde además refiere que cinco de las casas fueron compradas al contado en tan sólo nueve años, cuando la pareja Ackerman-Sandoval apenas eran investigadores de la UNAM, con salario de académicos.
Se señalaba además una sexta propiedad; la cesión de un terreno de 253 metros cuadrados en 2007 por parte del entonces Gobierno del Distrito Federal. En la publicación se menciona que fue un “regalazo”, que le dio el gobierno a Irma Eréndira y que ahora mismo está valuado en seis millones de pesos.
Lo que AMLO no pudo tolerar a quien -por un tiempo- se le tuvieron consideraciones dentro del gabinete, fue que en contubernio con su esposo maquinara una estrategia contra la candidatura del polémico Felix Salgado Macedonio al gobierno de Guerrero para conseguir que su hermano Pablo Amílcar Sandoval fuese el abanderado para ese cargo.
Irma Eréndira cometió el pecado de respaldar a su hermano y dejarse llevar por su esposo, un académico empeñado en ser político, pero error tras otro ha dejado de manifiesto que eso de la política no se le da. Y como dijera un viejo conocido, “la política no es para el que le gusta sino para el que le sabe”, y Ackerman no sabe.
Solo por mencionar algunos traspiés del sujeto en cuestión, vale recordar que cuestionó y retó al coordinador del Senado por Morena, Ricardo Monreal, por el simple hecho de haber concedido una entrevista a Loret de Mola, luego de que este develara su patrimonio familiar.
Posteriormente, a fin de lograr que su cuñado fuese gobernador de Guerrero, conspiró contra Salgado Macedonio a través de sus redes sociales, argumentando que los resultados de la encuesta que realizó Morena no coincidían con la opinión de la ciudadanía, “fue una decisión estrictamente política en donde se privilegió un perfil profundamente cuestionado”, dijo.
Y en los últimos días, el objeto de sus críticas fue el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, a quien señala de ser autoritario y conducir torpemente al partido.
En su columna para La Jornada, Ackerman cuestionó la designación de candidatos y candidatas a competir en las elecciones 2021, acusando un “dedazo” propio de los tiempos del PRI, razón por la cual lo responsabilizó de los pobres resultados electorales.
Ackerman ha propiciado guerras internas al interior de la 4T
Si bien, hasta hace unos días gozaba junto a su esposa de formar parte de ese selecto grupo, después de la salida de Irma Eréndira , seguramente debe estar muy preocupado por su futuro político, por decir lo menos.
Hace algunos meses escribí en este mismo espacio: “Ackerman tendría que calcular mejor sus pasos y mostrar más inteligencia que ímpetu, ser políticamente correcto y no dejarse llevar por infantiles arrebatos o asumir una postura de fiscalizador para identificar quiénes le muestran apoyo a fin de colocar al resto en su lista de rivales al puro estilo de si no estás conmigo estás contra mi.
De hecho, debiera reflexionar sobre lo contraproducente que le resultó su petición de remover a Monreal de la coordinación del senado, que solo acarreó un alud de expresiones de respaldo hacia el parlamentario, y contra él un oleaje de exigencias para que se conduzca con ética y honestidad, exigencia que está en boca de la sociedad general.
Ackerman y Sandoval, en una actitud más serena, debieran respaldar su probidad documentando y justificando el origen de su patrimonio en un marco de transparencia para acabar con suspicacias que nada bien le hacen al movimiento que respaldan dentro de la 4T.
Y debieran igualmente comportarse con mayor responsabilidad y aceptar que flaco favor le hacen este tipo de asuntos al presidente Andrés Manuel López Obrador al interior del movimiento que encabeza”.
Era pues una muerte anunciada, Irma y John no supieron ver las señales, al igual que Santiago Nasar en la novela de Gabriel García Márquez, el matrimonio Ackerman- Sandoval estaba condenado por su falta, y si bien, lo que parece ser su muerte política pudo haber sido evitada si hubiesen visto las luces de alerta, quizá en este caso la soberbia no los dejó ver más allá de lo que ya se hacía evidente para todo el pueblo.
La fatalidad del destino, quizá, pero hoy, Irma Eréndira está fuera, y regresará a la UNAM a meditar sus acciones por las que fue despedida. John, debe tener también las maletas hechas para regresar a su plaza académica, si es que aún la conserva.
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