En lo personal no recuerdo nunca haber escuchado a alguien pidiendo -ni siquiera en broma- que no se apoyara a una comunidad en desgracia; y menos que en primera persona alguno rechazara contribuir a un llamado para apoyar a damnificados. Inusualmente, hoy he visto las redes sociales inundadas de comentarios en ese sentido; ciudadanos de todas las edades y extractos sociales negando atender la convocatoria de las autoridades para ayudar. Pero no nos equivoquemos, la gente no está denegando su apoyo a los veracruzanos afectados por el Huracán Grace, están rechazando hacerlo mediante las mesas de acopio instaladas por los gobiernos de Morena para evitar, según refieren, que sus militantes se roben lo recaudado, que lo entreguen etiquetado como ayuda de su partido, o lo utilicen como artículos de cambios para favorecer futuras candidaturas como la de Claudia Sheinbaum o algún otro suspirante a la presidencia.

De ese tamaño es la animadversión que ya el ciudadano de a pie expresa por el actual régimen representado por miembros de la Cuarta Transformación que han resultado ‘raspados’ al momento que han salido a pedir la colaboración para el acopio, como el caso de Martí Batres, hoy Secretario de Gobierno de la Ciudad de México, a quien le han reprochado profusamente su voto como senador a favor de la desaparición del Fondo para Desastres FONDEN, que su partido eliminó a petición del presidente de la República Andrés Manuel López Obrador (AMLO), y que hoy tanto se requiere para apoyar a las personas que perdieron sus bienes.

“¡No señor! ¡Para eso pago impuestos!

Para que una parte se guarde para estas ocasiones, si ustedes se lo gastaron en obras patito o programas sociales, no es mi problema. ¡Cínico!”, escribió una usuaria de twitter.

Otra más apuntó: “Por medio de ustedes ni un peso, buscaremos la forma de ayudar, con una AC, la Cruz Roja. Pero morena no hará caravana con sombrero ajeno, ni el presidentito tampoco. Pongan ustedes el dinero que se robaron del FONDEN, corruptos, criminales”.

Los ciudadanos no han olvidado que después del sismo del 19 de septiembre de 2017, Morena creó un Fideicomiso denominado “Por los demás”—diseñado para captar y entregar recursos a damnificados—, pero nunca se supo el destino del millonario recurso. “¡Se lo van a robar!”, temen los usuarios, quienes han optado por buscar vías más fidedignas como asociaciones civiles para entregar su cooperación.

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Pero el reclamo mayor es la desaparición del FONDEN, aquella herramienta creada y diseñada en el sexenio del ex presidente Ernesto Zedillo precisamente para enfrentar emergencias y brindar auxilio a la población, y que el pasado 8 de octubre los diputados y senadores de Morena y sus aliados borraron de un plumazo junto con otros más de 100 fideicomisos con lo que el Gobierno Federal se embolsó casi 70 mil millones de pesos. La eliminación de estos fideicomisos únicamente se sostuvo en el dicho de López Obrador, en cuanto a que estos instrumentos jurídicos fueron usados para jinetear recursos, hacer jugosos negocios y guarecer la corrupción, y aunque el propio Andrés Manuel se dio un plazo de 10 días para presentar pruebas, a la fecha no ha podido ni querido argumentar con documentos -porque seguramente no los tiene-, y menos aún ha presentado denuncias ante alguna instancia para que se aplique la ley a quienes según él incurrieron en delitos por el mal uso de los fideicomisos.

El tema es que ante una nueva desgracia de origen natural como la que se vive en algunas localidades de Veracruz, se ha vuelto a poner de manifiesto la necesidad de contar con recursos predestinados como los que contaba el Fonden para atender la emergencia y estos ya no existen. Sí, se los embolsó el actual régimen, y al igual que hace unos meses en Tabasco, la población quedó indefensa ante las intensas lluvias y por la decisión del Gobierno Federal, de inundar zonas bajas, con el desfogue de presas.

En la comunicación emitida por el senador con licencia, Marti Batres, -vía twitter-, señala, “a partir del lunes 23 de agosto se instalarán centros de acopio en cada explanada de las 16 Alcaldías para recibir alimentos enlatados, agua embotellada, insumos de limpieza, ropa, cobijas y colchonetas para ayudar a nuestros hermanos de Veracruz, azotados por los huracanes”, dijo.

Y luego entonces, también abrió la puerta para que se le refutara cómo es posible que días atrás sin siquiera preguntar a la población o convocar a algún tipo de acopio, el gobierno en turno, por instrucción expresa del presidente de la República determinó enviar toneladas de ayuda a Cuba y Haití, respectivamente.

A finales del mes pasado, México envió ayuda humanitaria a Cuba destinada a paliar la crisis de desabasto de alimentos e insumos médicos.

A través de dos buques de la Armada de México, “El Libertador” y “Papaloapan”, que zarparon del puerto de Veracruz se transportaron 612.5 toneladas de frijol para entregar en La Habana, así como leche en polvo, harina de trigo, atún, aceite comestible, gasolina, diesel, medicinas, material médico como jeringas, Cubrebocas y tanques de oxígeno.

La ayuda tampoco se consultó ni se escatimó para enviarla a la isla de Haití, que el pasado 14 de agosto fue sacudida por un sismo.

La reacción fue inmediata, el canciller Marcelo Ebrard informó el viernes siguiente, por medio de su cuenta de Twitter, que habían llegado los aviones de la Marina y el Ejército mexicanos a Puerto Príncipe, con ayuda humanitaria para los damnificados por el sismo.

“Nuestros aviones de Fuerza Aérea y de la Armada llegaron a Puerto Príncipe, Haití, con las toneladas de ayuda enviadas por instrucciones del Presidente López Obrador. México es solidario con el pueblo haitiano”.

Fueron, en total tres aeronaves de la Secretaría de Marina y de la Defensa Nacional con 20 toneladas de ayuda. Entre los productos que se enviaron a la isla están comida no perecedera, medicinas, kits de higiene personal, colchonetas, sillas e incluso palas.

Qué bien que el gobierno mexicano sea solidario. Qué bien que exista el espíritu humanitario para ayudar a quienes lo necesitan más allá de nuestras fronteras. Pero qué mal que cuando es el pueblo mexicano el que se encuentra en desgracia no se cuente con un recurso para desastres naturales -como el que ya existía- por un capricho del presidente. Qué mal que la ayuda no sea espontánea ni expedita como sí lo es para el extranjero. Qué lamentable que el presidente que tanto critica a los ciudadanos clasemedieros y aspiracionistas, como los llama, tenga que humillarse y salir a poner mesitas de acopio para limosnear la ayuda. Solo le falta decir: “Una ayudita por el amor de Dios para este pobre presidente que desapareció el FONDEN”.

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