Lo mejor de un embarazo es que no se interrumpa; mejor aún que no se produzca si este no se desea, pero no es tan fácil lograrlo, pues ocurren muchos embarazos no deseados y algunos otros que son producto de sucesos que vulneran la integridad y la dignidad humana, al emanar de actos de abuso, de violencia y, peor aún, de violaciones. También embarazos que son producto del descuido o de la falta de previsión para evitarlos.
Prohibir la interrupción del embarazo cuando contraría la voluntad de la que está en estado de gravidez, es un acto complejo, pues la prohibición suele infringirse con relativa facilidad por la vía de establecimientos clandestinos, lo que pone en peligro la vida en un procedimiento que no tiene las garantías de salubridad y de ejercicio profesional que se requiere. Así, prohibir implica alentar prácticas de grave riesgo.
Los prohibicionistas radicales acaban siendo, aunque no lo pretendan, promotores o quienes indirectamente inducen los abortos clandestinos. Sucede que los actos que se refieren a las preferencias individuales sean sexuales o ideológicas, de creencias, de hábitos de consumo o de aquellas que se realizan en el ámbito estrictamente personal, no pueden ser reguladas y, tantas veces como se ha intentado, el fracaso ha sido pasmoso.
Fue ampliamente conocido y hasta motivo de películas el famoso intento de regular y prohibir el comercio de alcohol en los Estados Unidos; como se sabe lo que generó fue un gran contrabando y el surgimiento de mafias. Los países totalitarios buscaron imponer una ideología, pero al final siempre hubo disidentes, opositores y pensadores con ideas distintas, si bien tuvieron que pagar su atrevimiento con la persecución, el exilio, el confinamiento y hasta siendo asesinados; pero se ha demostrado hasta la saciedad que no se puede dominar, afortunadamente, el pensamiento y los sistemas de ideas en los que se cree.
El tema religioso tuvo que avanzar, necesariamente, por la vía de un laicismo que dejó atrás los Estados teológicos y confesionales, debido a que fue inviable garantizar su dominio, a pesar de las duras persecuciones, torturas y hostigamiento a los que tenían creencias o religiones distintas. Los espacios públicos de culto podían ser regulados, pero no las prácticas y ritos que en lo privado cada cual realizara; el sincretismo indígena en México dejó constancia de cómo se aparentaba cumplir con el culto que se imponía, pero manteniéndose las creencias originales.
La prohibición en el consumo de drogas poco a poco se ve desplazado, de modo que se percibe en el mundo una vía liberal que camina hacia la permisibilidad, y que orienta su combate por medio de campañas informativas para desalentar su uso; para el caso de los adictos, el Estado ofrece clínicas públicas de tratamiento y de rehabilitación. Si mediante el método de la prohibición se pudieran alcanzar soluciones a los problemas que generan los malos hábitos de consumo y de los que se expresan en adicciones, ya se debería de haber prohibido fumar en todos los espacios, incluso los privados; para combatir el sobrepeso, reglamentar el consumo calórico en los alimentos y cancelar aquellos que son inconvenientes; prohibir el hábito excesivo del alcohol, entre otros.
No es posible prohibir prácticas, hábitos, preferencias, costumbres y actividades que entran en el ámbito de la vida privada; sí lo puede hacer la religión, pero no lo puede hacer el Estado, pues ni aún las dictaduras lo han logrado plenamente; muchas de las cosas que se desearan prohibir y que, eventualmente, se quisiera prohibir, resulta imposible hacerlo como parte de una norma pública de carácter civil o de una política de Estado.
La interrupción del embarazo se encuentra en ese ámbito de decisión personal e íntima; no es posible su prohibición, a menos que se asuma una posición hipócrita que salva la conciencia al pretender impedirlo, a sabiendas que, de todas formas, se realizará, en condiciones posiblemente insalubres. Lo mejor será que la interrupción del embarazo se permita, pero que no se practique porque el despliegue de la información permita prevenirla, porque las campañas para el empleo de los distintos métodos anticonceptivos sean efectivas, porque se genere toda una cultura y conciencia pública al respecto. Ojalá.