“Si Dios me lo permite, voy a competir para ser la próxima jefa de Gobierno”, afirmó Cuevas. En mi opinión, no importa si se lo permite o no, pero si Sandra llega a contender, tendría que competir contra Omar García Harfuch o Clara Brugada. Su ambición no le permite ver, así como cegó la propia a Marcelo Ebrard, que se trata una derrota anunciada.
Preocupante será cómo reaccionaría la señora alcaldesa al verse disminuida o rechazada por la gente de la capital mexicana. Esa fe inmensa que tiene en sí misma, esa osadía ridícula que la caracteriza, la hace creer que tiene todo para ser jefa de gobierno y más…
La ausencia de mesura lleva a Cuevas a realizar actos que afectan el orden social. Siendo alcaldesa se toma atribuciones jamás vistas; los cambios de personalidad que afectan a Sandra son radicales; un día la vemos con un atuendo de policía condecorado, ya sea en cuatrimoto o en una patrulla. Otro, como toda una condesa aventando desde su palacio pelotas con quinientos pesos en su interior, para luego, aparecer en una noche romántica cantando en Garibaldi henchida de amor…
Al día siguiente, camina autoritaria por las calles, -como lo hiciese una cruel custodia que va a poner orden en un zafarrancho en alguna celda- seguida de una larga comitiva inspeccionando con evidente arrogancia lo que en “su” alcaldía se debe retirar o destruir… Amanece otros días, con el ímpetu de poner el ejemplo, entonces decide barrer las calles, arrastrando con coraje la escoba, generando un caos vehicular porque la señora decidió cerrarlas; otras, se fotografía con una pijama navideña abrazando con gesto dulce un oso de peluche, queriendo transmitir una ternura., imposible para el espectador de percibir. Eso sí, nunca controla su mirada siempre extraviada…
La alcaldía que presume dirigir está sometida al “Operativo Diamante”, cuyo objetivo es limpiar las calles quitando todo lo que estorbe. La arrogancia de Sandra Cuevas le hace ignorar que ese operativo, afecta a muchos comerciantes que no hacen nada más que trabajar y que además ha sido calificado de ilegal. Olvida esa frase, que cuando está en el papel de alcaldesa no cesa de repetir: “no me doblaré ante ningún político, porque mi deber es con la gente”. Me pregunto: ¿entonces por qué destruye sus negocios?
Su orgullo y la falta de control de sus impulsos, no le permiten ver cómo daña la vida de los dueños de las pequeñas cafeterías y restaurantes, ella se siente poderosa ya que con “solo una palabra suya”, sus trabajadores destruirán sombrillas, mesas y bancas con motosierras, -la señora Cuevas no se anda con medias tintas-, es autoritaria y ya poseída de fuerza bruta pierde el sentido de la realidad; la violencia se apodera de su ser y manda destruir negocios sin escuchar a los dueños, sin importarle que tienen permisos para utilizar un área de la banqueta; ella, sorda, graba con arrogancia mientras sus trabajadores o seguidores hacen los destrozos. Ella ataviada en estas ocasiones con un chaleco y botas, como quien va a un aserradero o a cortar leña.
Eso sí, siempre seria, metida de fondo en el papel que ha de interpretar. Para darle más autenticidad al “Operativo Diamante”, Cuevas recorre las calles con su traje de policía, que incluye calcomanías en el casco reglamentario.
Decidida trepa su cuatrimoto, yendo al frente de la comitiva se ve muy concentrada en la misión que habrá planeado la víspera, la imagino en una mesa grande mirando un plano de la alcaldía, dando órdenes por donde entrar y salir, qué negocios no cumplen con las reglas, qué herramientas habrán que llevar ya que la finalidad del operativo es la limpiar las calles de “su” alcaldía.
Sandra Cuevas no se da cuenta o hace caso omiso a los escándalos que provoca. A pesar de que autoridades califican de “ilegal” el Operativo Diamante, Sandra sigue en su papel de alcaldesa de mano firme: “¡El operativo continua!” “Mi gobierno siempre se conducirá apegado a la ley y mientras vea la felicidad vecinal que provocan mis acciones, ¡nada me detendrá”, escribió en sus redes sociales.
La Secretaría de la Contraloría General de la Ciudad de México, el órgano que se encarga de regular la gestión pública de la capital, ha calificado de ilegal el “Operativo Diamante” de la dirigente de la alcaldía y cesó temporalmente a cuatro funcionarios de su equipo.
Ella afirmó que las suspensiones no tienen fundamento, señalando una “persecución política absurda”, “por seguir poniéndole el pie al gobierno de la alcaldía Cuauhtémoc para que no dé buenos resultados”. Agregando que “todo el equipo es como mi familia, me parece que no se han dado cuenta algunos, que el gobierno de mi alcaldía lo dirige Sandra Cuevas, yo soy la que da las instrucciones”.
Sandra Xantall Cuevas cambia de opinión como de disfraz. El serpenteante camino de la alcaldesa desconcierta y asombra. La facilidad con la que se despoja de sus ropas finas de alcaldesa para ataviarse con la de agente policiaca de primer nivel cree que impresionan. ¿Será inmune a las burlas y críticas que circulan en redes por sus actitudes?
En un evento, con voz de pastora dijo: “Si yo no fuera Sandra Cuevas, yo amaría a Sandra Cuevas, quiero ser una mujer como Sandra Cuevas; yo amo a Sandra Cuevas; estoy enamorada de Sandra Cuevas”.
Sandra Xantall Cuevas Nieves, tal vez se levanta cada mañana y ya ataviada según su misión del día, habrá de mirarse al espejo, revisando que todo lo que lleve puesto luzca pulcro: sonriendo y despidiéndose de la luna plateada que refleja su imagen con la leyenda: “te amo Sandra Cuevas”.
Cuevas ahora levanta la mano por la jefatura de gobierno. Asegura que ya cuenta con un 15 por ciento de aceptación. “Porcentaje que ya quisieran muchos que llevan más de 20 años en la política”, aseguró. Tal vez no lo especificó la señora y se refiera a un porcentaje de los que trabajan en la alcaldía que preside.
“Necesitamos trabajar, hacer un solo equipo”. “La competencia debe ser internacional, debemos de poner a esta Ciudad de México como una de las ciudades más hermosas y más seguras del mundo”, afirmó.
Reitera que ella no agacha la cabeza ante nadie, y que tiene muy claras sus metas, “por eso alcé la mano para ser la próxima jefa de gobierno de esta ciudad”. Reconoció que, aunque no cuente con el respaldo de un partido político existe algo más poderoso: “la gente, la de mucha gente”.
Cuevas menciono recientemente que: “una mujer de lucha, que creyó en sí misma, entró a la política para ganar., aunque ni empresarios, ni políticos creían en nosotros ganamos la Alcaldía más poderosa de la Ciudad de México, así que, le hablo a los incrédulos, a los políticos, a los hipócritas, a los que se creen intocables: de esa misma forma les voy a arrebatar la Ciudad de México, así de fácil”, concluyó.
“Seamos más como en Europa” dijo Cuevas. Tal vez ya olvidó cuando trepada en una tarima se dirigió furiosa a sus colaboradores después de que fuese descubierta propaganda que tenía en contra Claudia Sheinbaum: “¿A qué venimos? A trabajar, respondían. ¿A quién le vamos a romper su madre? ¡A Claudia!”
Por más ganas que le eche y disponga de más atuendos, el camino que sigue Cuevas no la llevará a la jefatura de la Ciudad de México.
Nada se pierde con soñar, se dice que es tiempo de mujeres, sí, pero hay que admitir que muchas no tienen la capacidad para gobernar una ciudad como la de México como es el caso de Sandra Cuevas.
Sandra X., X. Gálvez, Claudio X, perderán. Quien sí tiene experiencia política, quien llevaría bien el manejo de la capital de la república es sin duda, Clara Brugada como lo hizo en su alcaldía sin necesidad de disfraces, ridículos y aspavientos, haría mejor trabajo con base a su experiencia que el popular Omar García Harfuch.