“Siempre el hombre piensa una cosa, y la fortuna otra.”
PUBLIO SIRO
“No ha menester fortuna el virtüoso; la virtud no se da ni se recibe, ni en naufragio se pierde, ni es impropia. ¡Mal haya quien adula al poderoso, aunque fortuna humilde le derribe, pues la verdad es premio de sí propia!”
LOPE DE VEGA
Primero que nada, decir que se trata de conjeturas. Análisis a partir de lo que veo. Quise compartirlo: ¿se cae el caso García Luna en los tribunales de Nueva York de nuestro vecino país del norte?
No se entienda esto como un infantil deseo de que fiscales en EU —y obradoristas en México— se las vean negras o pasen un mal trago. Quisiera, en cambio, constatar —como la gran mayoría de los mexicanos— que, aunque sea en el exterior de nuestro país, la justicia existe. Y que si no hay sustento en un caso, este no prospere, más allá de ocurrencias, berrinches o posiciones ideológicas de la clase política de nuestro país.
Quisiera —de hecho quiero— que independientemente de la persecución política, las revanchas y las venganzas, el sistema judicial actúe como “fiel de la balanza”.
Lo sabemos. Desde tiempos inmemorables, cada nuevo presidente ha perseguido a algún amigo, compadre, colaborador o beneficiario del régimen anterior para demostrar que “ahora sí, somos limpios”. Por cierto, lo mismo ocurre con la captura de algún importante narcotraficante en señal de tributo hacia los Estados Unidos, tal y como lo estamos atestiguando en estos momentos (y de nuevo, no se me malinterprete, me parece una excelente noticia la localización, detención y posible extradición de Caro Quintero).
Por cuanto a lo local se refiere, la última la conocemos: el arresto de Emilio Lozoya. Y es que, habiendo todas las pruebas de sus corruptelas así como una confesión, no se le termina de enjuiciar y encarcelar por largo tiempo. Sirvió más el escarnio público —cortesía de la periodista Lourdes Mendoza— de que comió en un restaurante de altos vuelos (¿altos precios?), que la investigación que realiza la FGR a su persona.
“La Quina” cayó con Carlos Salinas de Gortari, el “negro Durazo” en épocas de Miguel De la Madrid, Lozoya y Rosario Robles con López Obrador, Raúl Salinas de Gortari con Ernesto Zedillo; Fox olvidó la fórmula, con Calderón se premió a la disidente Elba Esther y con Peña Nieto se encarceló a “La maestra”. Cada historia tiene a su culpable particular y cada sexenio, aun siendo culpables de muchas corruptelas, la razón por la cual se les encarcela es dar la apariencia de que se busca la justicia.
Hoy, la 4T, dadora de abrazos pero no balazos, enfrenta la misma encrucijada pero de tal manera que el éxito o fracaso del caso ejemplar NO depende de sus filias y de sus fobias. Tampoco depende del “autónomo” poder judicial mexicano. Sí, en cambio, de la decisión de un juez federal del estado de Nueva York: encarcelar o soltar (por falta de pruebas necesarias) a Genaro García Luna, quien fue secretario de Seguridad —y en más de un sentido, brazo derecho— de Felipe Calderón.
En las mañaneras nos hemos cansado de escuchar a López Obrador señalar que una vez que se pruebe la culpabilidad de García Luna, será cuestión de días (o de horas) para que Calderón también caiga como socio, cuidador y defensor de los grupúsculos criminales (eufemismo para hablar del crimen organizado).
No importando lo mucho que culpe López Obrador a Calderón (con todo respeto diría el tabasqueño, pero ya supérelo), todo hace parecer que el gobierno de Estados Unidos y el poder judicial del mismo país (donde hasta hoy se encuentra judicializado el caso en contra de García Luna), no tienen pruebas sólidas. Testigos de oídas de personajes de muy dudosa reputación que no necesariamente serán admitidas por el juez y el eterno aplazamiento del juicio lo indica. Es como si los fiscales solicitaran más y más tiempo porque simplemente no hay sustento para el caso.
De caerse el proceso, ¿lo mandarán de vuelta a México para que aquí se le juzgue? ¿Se le dejaría libre sin más? ¿La DEA le ofrecería otra personalidad para que pueda vivir en paz?
Mas lo bueno para López Obrador y la 4T en estos momentos es que de todas formas ellos -y los norteamericanos— están de plácemes. Como ‘portero sin suerte no es buen portero’, la detención de Rafael Caro Quintero por si sola compensaría — y por mucho— ante la opinión pública y en la narrativa de Palacio en estos momentos el que a los estadounidenses se le cayera el proceso contra García Luna. Claro que sí.