Tengo días pensando en la cumbre mundialista. Tras el debut de nuestra selección mexicana me dio por hacer una pequeña reflexión; no soy especialista en deportes, ni muchos menos tengo pensado seguir elaborando una opinión de este rubro, sin embargo, me motivó el hecho de pensar que, nuestro territorio, podría tener un aliciente después de tanta polarización que vivimos actualmente.

Así como la selección mexicana necesita reencontrarse con el fútbol, el país requiere de reconciliación pues hay gestos de división por donde quiera. Quizá hay cosas muy semejantes entre el balompié y la política actual. Ambas están infectadas por la grilla que provoca el interés desmedido que no se tienta el corazón con tal de provocar encono.

Por ello, algunos actores se han visto obligados a levantar la mano y presentar propuestas de reconciliación para lograr una mejor convivencia y paz en nuestro territorio nacional. Bastante daño ha hecho la polarización que, lo único que provoca, es que la relación y el respeto se vayan perdiendo.

Tras el fracaso que se consumó ayer durante el último partido de la selección quedan muchas lecciones y reflexiones para poner por encima de los intereses. El hecho de quedar fuera implica un tropiezo mayúsculo por las credenciales o el potencial que dice tener el balompié en el país.

El de ayer fue un partido vibrante donde las emociones por un momento nos invadieron. Muchos llegamos a pensar que la hazaña se lograría, sin embargo, todo quedó para el recuerdo y, una vez más, la Selección de México quedó eliminada de la cumbre mundialista. De hecho, ese tropiezo se auguraba después de haber empatado con Polonia, y conocer la primera derrota con Argentina.

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La clave estuvo ahí. Lo dijimos desde un principio: México tiene que salir a matar o morir con Argentina. Tuvo para ganarle a Polonia, pero no hubo mayores esfuerzos; ambas selecciones se conformaron con el empate y jugar con la aritmética o la combinación de resultados.

Ayer México tenía todo para golear a su rival que se quebró a principios del segundo tiempo. Los intentos al final no sirvieron de mucho porque el destino, quizá, marcó el rumbo desde un principio ya que los rivales resultaron muy superiores.

No podemos quedarnos con un solo partido. En un mundial de futbol debes, por lo menos, asegurar un par de victorias para poder aspirar a clasificar. México tuvo la oportunidad con Arabia Saudita y la dejó escapar. Ahora, tendrán que cargar con la consigna del fracaso al no haber conseguido el boleto a los octavos de final.

Finalmente, en lugar de seguir lamentándose, los directivos que manejan el fútbol de nuestro país tendrán que hacer un balance muy crítico y sacudirse, de una vez por todas, de la grilla interna que sigue imperando en el balompié.

Cada mundial es lo mismo al quedarnos en el “Ya merito”.

Se supone que nuestro país tiene una de las mejores ligas del mundo; el problema es que, casi todos, son jugadores extranjeros que han venido a enriquecerse y frenar a los prospectos que nacen desde las canteras.

Finalmente, hay mucho trabajo en la Federación de Futbol. Por lo pronto, tiene que aceptar la dureza de la crítica que, por cierto, será mayúscula porque no hay como quitarse el estigma del fracaso.

Notas finales

Todos los gobernadores de Morena asistieron a la marcha del pasado domingo para acompañar al mandatario. Michoacán no fue la excepción y, con un contingente nutrido, se dieron cita en las inmediaciones de Paseo de la Reforma bajo la batuta de Alfredo Ramírez. No obstante, también los presidentes municipales hicieron lo propio con una numerosa participación.

De hecho, el municipio de Apatzingán que es uno de los territorios más importantes de la entidad, hizo notar el respaldo en el que sobresalió su edil, José Luis Cruz Lucatero, que por cierto hizo un viaje largo para conformar un contingente que se hiciera sentir con fuerza.

Nos cuentan que, ese grupo de asistentes, resaltó por ser uno de los más nutridos del estado, pero, también, de los de mayor empuje para lanzar consignas a favor del presidente partiendo de la algarabía y la efervescencia que se vivió