El próximo domingo se llevará a cabo el primero de tres debates entre las aspirantes presidenciales Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez. Mucho se ha hablado ya de cuánto interés despertará el ejercicio democrático, w, organización, las preguntas y hasta de las inconformidades en torno al moderador. De lo que no se habla, es del cuarto en discordia, de quien quiere dominar y dirigir, no solo el debate, sino las campañas y los resultados, el presidente de la República.
El formato
Originalmente se divide en tres partes, un diagnóstico de la realidad del país, de sus necesidades, sus dificultades y carencias, donde las candidatas indiscutiblemente analizarán la situación de la presente administración.
La segunda parte son las propuestas, cuyo impacto dependerá de cómo las presenten y defiendan, de que sean creíbles, consistentes con la realidad y las expresen de forma comprensible para el público.
La tercera parte y, lamentablemente, quizá la más atractiva, son los ataques directos que se lancen las candidatas, la ropa sucia, la de ellas, de sus familiares y de sus equipos de trabajo, la llamada “guerra sucia”.
Habrá un cuarto inmiscuido, no deseado y pernicioso para la democracia, para las candidatas y para el país, y se llama Andrés Manuel López Obrador, quien se inscribió en la contienda electoral de manera ilegal con el fin único de defender su poder, sus triquiñuelas y su “legado”.
La mano de Andrés
AMLO no da libertad a su candidata para hacer propuestas o describir la realidad, ella está obligada a ceñirse a sus fantasías, cualquier propuesta de Claudia se ve como una crítica al presidente y su gestión.
Lamentablemente, los ataques dirigidos desde Palacio se han tornado ofensivos. Esta semana previa al debate difundieron un antiguo video donde aparece el hijo de la candidata de oposición en estado inconveniente actuando como un verdadero patán, clasista y prepotente; un ataque que, por cierto, muchos apuntan que salió de la oficina de la vocería del presidente, de Jesús Ramírez.
Sin embargo, el hecho causó un efecto contrario, tanto por la reacción civilizada y valiente de Xóchitl y de su indefendible hijo, quien de inmediato ofreció disculpas y renunció a la campaña de su madre, como por la actitud que asumieron Beatriz Gutiérrez Müller y Sheinbaum quienes reprobaron el artero y vulgar ataque.
Pero el presidente y su equipo de estrategas quieren que el debate caiga en la guerra sucia que le favorece, sabe que por esa vía distraerá la atención de los terribles resultados de su administración.
A debate los resultados
Lo quieran o no en presidencia, un tema central el domingo será la visión de las candidatas sobre los resultados del gobierno que, por donde se vean, son un fracaso.
En seguridad es el sexenio más violento de la historia, con más asesinatos de candidatos y periodistas, más feminicidios, más desapariciones forzadas, más masacres, vaya, una realidad que no se puede ocultar.
En corrupción, se superó con creces al de Peña Nieto. Inició con la compra de las pipas para la malograda guerra contra el huachicol, los negocios salidos de la oficina presidencial que llevaron a pleitos y acusaciones entre Scherer, exconsejero Jurídico, Gertz, Fiscal General y Santiago Nieto, inquisidor de la UIF; los malos manejos de Ana Gabriela Guevara, Alejandro Esquer, Marcelo Ebrard, Mario Delgado, Rocío Nahe, su esposo y sus compadres; las casas de Bartlett y los contratos para sus hijos y concubina; los familiares del presidente, los contratos en Pemex, Tren Maya, AIFA y Dos Bocas y el de Segalmex, al que AMLO justificó asegurando que Ignacio Ovalle fue engañado.
Todas las obras faraónicas sin excepción han sido un barril sin fondo y un nido de corrupción. El desmantelamiento del sector salud nos regresó a las antípodas, sin vacunas, sin medicamentos, sin atención hospitalaria, un absoluto fracaso.
La estrategia es distraer
Por eso, para evitar que se analice su gestión, Andrés pretende que el debate se vaya hacia las críticas que ha endilgado a los partidos de oposición, a los que identifica negativamente como PRIAN o como neoliberales (como si un pensamiento distinto al de él fuera criminal), fifis y corruptos, una contradicción, porque bien se sabe que Morena y sus aliados surgieron precisamente de los más corruptos del PRI, PAN y PRD y son la base fuerte de ese partido. Ex gobernadores de estos partidos, a los que en su momento acusó de corruptos y algunos que incluso fueron a la cárcel, hoy ya “redimidos” por AMLO, aparecen como candidatos de Morena, otros se fueron a embajadas y consulados o son importantes funcionarios al cobijo de la 4T.
El presidente sabe que el juicio de su administración puede ser la tumba de él y de su candidata. Lo sabe y teme, porque así fue como alcanzó el triunfo electoral hace seis años, explotando las carencias o fallas de sus antecesores, como la lucha antinarco, la corrupción, el nepotismo, la promesa de rescatar a Pemex y CFE, vamos prometió todo lo necesario para explotar electoralmente los deficientes resultados de los gobiernos anteriores.
Conoce las consecuencias y sabe que Xóchitl tiene una oportunidad real de ganar, también sabe que saldrá muy mal parado en el juicio de la historia. Lo que Claudia debe saber, es que mientras no se sacuda a AMLO cargará con el fracaso de su gobierno y con la derrota, no solo del debate, sino de la contienda presidencial.
¿Será capaz?
X: @diaz_manuel