Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE, y su leal acólito Ciro Murayama van a presumir que fueron capaces de organizar un ejercicio, sin duda ejemplar, de revocación de mandato. ¿Es así? Creo que no, si no por otra cosa, porque actuaron durante demasiadas semanas como opositores políticos del presidente López Obrador y no como árbitros imparciales.
El mérito es del resto de consejeros y consejeras del Instituto Nacional Electoral quienes sí hicieron su trabajo correctamente, esto es, sin estridencias, sin tomar partido, sin retar al titular del poder ejecutivo, sin grillas absurdas y sin amenazar a nadie. Les menciono: Norma Irene De la Cruz Magaña, Carla Astrid Humphrey Jordan, Uuc-kib Espadas Ancona, Adriana M. Favela Herrera, Martín Faz Mora, Dania Paola Ravel Cuevas, Jaime Rivera Velázquez, José Roberto Ruiz Saldaña y Beatriz Claudia Zavala Pérez.
Lorenzo Córdova y Ciro Murayama se pasaron de lanzas —¿o lo correcto será se pasaron de lanza?, no lo sé— al enfrentarse con tanta vulgaridad al presidente de la México, a la jefa de gobierno de la capital de nuestro país y al secretario de Gobernación. ¿Era necesario que amagaran hasta con la cárcel a tres personas que solo querían que resultara exitosa la consulta de revocación de mandato?
El Dúo Dinámico del INE debe disculparse con Andrés Manuel López Obrador, con Adán Augusto López y con Claudia Sheinbaum. Porque había formas más educadas —y menos perversas— para ponerse de acuerdo con el presidente, la jefa de gobierno y el titular de Gobernación, quienes con las mejores intenciones suplieron a la autoridad electoral en la tarea de difundir adecuadamente la revocación.
Cualquier estudiante de mercadotecnia sabe que no basta con saturar los espacios de radio y TV con spots mal producidos —y aburridos— para difundir un proceso tan complejo y novedoso como el de la revocación de mandato.
Era necesario que personajes relevantes de la política se involucraran y polemizaran, sobre todo para compensar lo que hicieron durante mucho tiempo la mayoría de los y las columnistas, las cúpulas empresariales y los dirigentes de partidos de oposición, quienes abiertamente llamaron a no participar en la consulta.
Además de ello, se necesitaban muchas voces conocidas hablando de la revocación porque se iba a celebrar en el inicio de las vacaciones de Semana Santa —¿de quién fue la maravillosa idea de hacerlo precisamente este día?—; es decir, retrasar el viaje familiar solo podía justificarse si se convencía a la ciudadanía acerca de que era importante votar.
En vez de tolerar lo que hacían AMLO, Claudia y Adán Augusto, Córdova y su monaguillo decidieron reprimirles con la amenaza de que atacaban al INE y violaban la ley. No era cierto, pero agradaba a la oposición, con la que evidentemente querían quedar bien el consejero presidente y el otro.
Mucho se ha hablado sobre la necesidad de defender al Instituto Nacional Electoral. Pienso que solo tiene una vía para sobrevivir: que Lorenzo Córdova y Ciro Murayama se disculpen y renuncien. Es la única manera de que el INE pueda negociar con los poderes ejecutivo y legislativo una reforma a las normas electorales que rescate lo mejor del instituto.
Ya fuera del INE, Córdova y Murayama podrán participar abiertamente en la oposición a la que han apoyado durante todo lo que duró el proceso de revocación de mandato.
El PAN, el PRI, el PRD y Movimiento Ciudadano estarán felices de recibirlos. Sobre todo a Córdova, quien ya pinta en las encuestas de preferencias electorales presidenciales —pero, un momento, que no se emocione: apenas está al nivel de Lilly Téllez—, y si se aplica podría crecer. Murayama es pelotero de ligas menores, pero alguna utilidad le encontrarán en la oposición.
Ellos, Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, son los grandes derrotadas. Repito: si quieren que el INE tenga una oportunidad de sobrevivir, deberán retirarse antes de que hagan un daño verdaderamente irreparable.