Los encargados de llevar a cabo el ejercicio de organización para elegir a los finalistas del Frente Amplio por México, lo dijimos, no contribuyeron para fortalecer un proceso democrático. Lo que hicieron, más bien, es una simulación de qué hay pluralidad, sin importar que, desde que incluyeron mecanismos inalcanzables para algunos, dejaron al descubierto que es un proceso sesgado y solo para unos cuentos que, con capacidad económica de movilización, podían lograr recolectar una cantidad importante de firmas.
Esos supuestos 2 millones de registros para el proceso primario, son una vacilada que, sin duda, nos dan una muestra más de la pobreza política de una derecha que, más que fortalecerse, se están dividiendo. De hecho, desde que el Comité Organizador nombró a los cuatro finalistas, las reacciones en contra no se hicieron esperar, sobre todo de la militancia del PRD, que, como sabemos, han sido excluidos a un acceso que, no hay que darle más vueltas, está destinado para Xóchitl Gálvez. Lo demás, está clarísimo, es una simulación mediática para designar espacios legislativos y candidaturas.
La cuestión es que, en este momento, el proceso que han puesto en marcha se ha convertido en un problema que está acarreando división. No calcularon o no tuvieron en cuenta que, un ejercicio así, generaría muchas dudas y suspicacias, primero, porque las firmas recolectadas no sabemos si son reales o no. De hecho, cualquier dirigencia puede tener una base de datos muy nutrida para facilitar una maniobra de esa naturaleza. O sea, es complejo que exista un control o vigilancia para validar ese ejercicio. Incluso, es difícil darnos cuenta de esa situación, máxime si no hay transparencia.
Esas formas, al final de cuentas, han aislado a perfiles del Frente Amplio por México, a la hora de depurar una lista inmensa. En consecuencia, los actores políticos emanados del PRD, pagaron los platos rotos de un proceso de simulación y, ante una reacción por la situación, pusieron en “pausa” el tema de la coalición, luego de la oleada de comentarios del desaseo que claramente existió. De hecho, era de esperarse que esto ocurriera, más en una coalición que, lo único que los une, es la supervivencia política.
Aunque, ni tarde ni perezoso, Jesús Zambrano, dirigente nacional del PRD, salió a ratificar el “compromiso” con el Frente Amplio por México. Quizá le preocupó el hecho de que la situación, al final de cuentas, les hubiera generado más desventajas a ellos, pues como sabemos, es un partido que prácticamente vive en la orfandad. Eso es motivo suficiente para recurrir a una derecha que los incluyó, sin embargo, aceleró la degradación, por lo que alguna vez significó la lucha democrática que encabezó Cuauhtémoc Cárdenas.
Es claro que al PRD no le conviene ir solo en una elección presencial, no solo porque quedarían exhibidos por el efecto dominante de Morena, sino por el riesgo de perder el registro nacional que, en la realidad, no es un tema insignificante, sino una preocupación real que no puede evadir tan fácilmente.
Pese a que Jesús Zambrano esté esperando las aclaraciones del proceso interno, o mejor dicho el acuerdo, no pueden evitar la división que esto genera, sobre todo si siguen ateniéndose al efecto de una figura como Xóchitl Gálvez, que, dicho sea de paso, se desinfla y, en la medida que pasan las semanas, pasó a ser un fracaso la estrategia de irrupción que, suponemos, es una maniobra de los grupos conservadores o, dicen lo que saben, del propio Claudio X. González...